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conflictos en ciutat vella y russafa

A Ribó se le atragantan las terrazas

Foto: DANIEL DUART
3/10/2018 - 

VALÈNCIA. Este miércoles a la una de la tarde el alcalde de València, Joan Ribó, acompañado del concejal de Comercio, Carlos Galiana, recibirá al presidente de la Federación Empresarial de Hosteleria de València, Manuel Espinar. La reunión se celebrará en la alcaldía, en el edificio de la plaza del Ayuntamiento, y precede en un día a la presentación de una nueva Asociación por una Hostelería Responsable en Ruzafa. La nueva entidad, que tiene por nombre Al Balansí, quiere fomentar la participación de los hosteleros en el debate político, mediático y social sobre la situación del barrio. Forman parte de Ruzafa y quieren que se les trate como miembros de él de pleno derecho.

La ordenación del sector de la hostelería y en especial de las terrazas que ha emprendido esta legislatura el Govern de la Nau se topa con una realidad muy difusa, a lo que hay que unir la presión que está ejerciendo sobre la vida cotidiana el incremento del turismo. En el conflicto que se produce en la convivencia entre vecinos y hosteleros, esta nueva asociación de Ruzafa pretende, dicen sus promotores, “acabar con la idea negativa que se lanza sobre el barrio”, al tiempo que reclaman la revisión del plan de recortes de terrazas que, según ellos, está provocando un daño irreparable a las pymes de la zona y a la imagen de Ruzafa.

La presentación de esta nueva asociación en Ruzafa coincide en el tiempo con las críticas que se han vertido desde la entidad Ciutat Vella i Viva a cuenta de la puesta en marcha del Plan Especial de Protección (PEP) para el casco antiguo. Ciutat Vella i Viva, que conforman CarmeSI, Albarca, la Asociación de vecinos el Mercat, Intramurs, la Asociación de Vecinos del Carmen y Archival, ha criticado que el PEP invisibiliza la actividad económica de la hostelería sin tener en cuenta su incidencia positiva en la regeneración de los barrios

Si bien desde el entorno del alcalde se insiste en que el Govern de la Nau “ni tiene inquina ni está persiguiendo a nadie”, el bosque visto desde fuera semeja más denso y complejo. En Ciutat Vella los conflictos abiertos del Ayuntamiento que tienen en alerta a la hostelería son, señalan desde Ciutat Vella i Viva, la declaración de la ZAS, la ordenación de las terrazas, el PEP que no parece gustar a nadie y las viviendas de uso turístico. En Ruzafa, además de terrazas y viviendas de uso turístico, hay que unir la constante presencia de charangas que tanto alteran la convivencia.

No encuentran el consenso

El presidente de la Federación de Ocio y Turismo (FOTUR), Víctor Pérez, cree que buena parte de estos problemas vienen provocados porque en la situación actual hay una colisión de intereses para la que el Ayuntamiento no ha conseguido “encontrar el consenso”, algo que admite de entrada que “es muy difícil” lograr porque, como diría Jean Renoir, todos los implicados tienen sus razones. Tanto vecinos, hosteleros como administración muestran sus argumentos, y son de peso. “Discrepo en algunas cosas con [la presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos] María José Broseta, pero tengo que admitir que hay otras en las que comparto lo que dice”, comenta Pérez, antes de añadir acogiéndose al refranero: “Nunca llueve a gusto de todo el mundo”.

Y es que a la hostelería no es un ente extraño a los barrios sino en ocasiones parte indisociable de él. Así creen los representantes de Ciutat Vella i Viva que sucede en el caso del casco histórico, donde apuntan que la hostelería “ha formado parte fundamental del tejido socioeconómico del barrio” y que su actividad ha sido esencial “para el mantenimiento, la habitabilidad y la regeneración del centro histórico”. Los barrios del centro histórico, apuntan, “durante varias décadas” sufrieron “abandono, degradación y marginalización de espaldas a la actuación del Ayuntamiento de València, implicado en un oscuro proceso especulativo que sólo con la llegada de la democracia en los años 70 se consiguió paralizar”.

Por eso para esta asociación  resulta “sorprendente y llamativo” que en el PEP se haya invisibilizado a los comercios hosteleros. Para los representantes de Ciutat Vella i Viva, parece que se les quiere convertir “en los culpables de todos los males de la ciudad, a las que hay que restringir y controlar, cuando se trata de un espacio público de indudable interés y atractivo para la ciudadanía que, lejos de verse amenazada por este espacio, disfruta mayoritariamente de él”.

Primeros cierres y destrucción de empleo

Por su parte, los representantes de Al Balansí evocan las expectativas ante la inauguración del Parque Central como un ejemplo de la importancia que tendrá la hostelería en el barrio. Obras son amores que no buenas razones, desde la nueva asociación anuncian un compromiso por las buenas prácticas y anuncian la puesta en marcha de un Código Ético para la hostelería de Russafa. Asimismo, anuncian que mantendrán reuniones con los concejales Carlos Galiana, como responsable de Comercio, y con Sandra Gómez, como responsable de Turismo. Con ellos quieren tratar los primeros cierres y la destrucción de empleo que se está produciendo como consecuencia del Plan de Recortes de Terrazas del Ayuntamiento.

Siendo constructivo, Victor Pérez conviene en que buena parte de los problemas que se han producido en los últimos años por la proliferación de terrazas son de nueva planta, consecuencia del tirón turístico de la ciudad. Esto, unido a la falta de ordenación de años anteriores, se ha traducido en que un sector tan amplio (en València hay contabilizadas más de 3.500 terrazas) se haya convertido en un auténtico nudo gordiano para el Govern de la Nau. Un nudo gordiano que Pérez cree que podrá desatarse cuando se decida “qué modelo de ciudad se quiere”. “Mira por ejemplo los patinetes. Hace un mes los quitaron y ahora ya son legales. Creo que deberían sentarse y meditar hacia qué tipo de ciudad quieren que vayamos, porque lo que es ahora vamos a salta de mata”, añade.

Hay una posible solución sobre la mesa. En la reunión que mantendrán este miércoles Espinar, el alcalde y Galiana, el primero volverá a plantear la necesidad de implantar el Síndic de l’Oci, que para muchos es la propuesta más eficaz para conciliar todos los intereses. Como ejemplo de ello se cita la experiencia de otras grandes ciudades europeas donde figuras similares han dado muy buenos resultados. En este sentido Espinar cree que la actual coyuntura es una oportunidad idónea para desarrollar este Síndic, ya sea como persona física, ente, organismo... “Ha llegado el momento de dar el paso y esta figura se hace más que imprescindible”, apunta. “Tenemos una ciudad con mucho recorrido y tenemos que crecer ordenados y en armonía”, razona.

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