Echando la vista atrás Benavent recuerda los comienzos en los que no contaban casi sin recursos pero tenían una idea muy clara de profesionalizarse. Se lanzaron a la piscina con el sueño de programar sus primeros espectáculos con “una proyección de tres años”. Para ello comenzaron con un monólogo llamado Currículum, escrito por Pascual Alapont, que les permitió abrirse sus primeras puertas: “Teníamos que comenzar por un monólogo porque la infraestructura que teníamos era mínima, por suerte funcionó bien y nos permitió abrirnos hacia otras propuestas que trabajamos de forma simultánea”, recuerda Benavent.
Lo que hacían era programar espectáculos variados para poder girar con una firma única en cada lugar, y así dejar el sello de Albena Produccions que aún sigue latente treinta años más tarde. El dúo creativo confiesa que la fuerza con la que empezaron es la que se mantienen, y la que les permite generar un relato único en cada producción: “Comenzamos a crear en un momento clave de nuestras vidas, cuando éramos jóvenes y teníamos muchas cosas que contar y ganas de todo. La vida son encuentros y casualidades, hay que saber estar alerta para saber aprovecharlas”, recuerda Alberola.
“Queríamos poder contar esas cosas sobre el escenario o a través de la pantalla. Con cada espectáculo aprendimos a trabajar desde el rigor, el respeto y con la voluntad de construir siempre algo que valga la pena”, añade una de las mitades de Albena. Tal y como sucede en El moble ambos confiesan que su relación se puede parecer a la de un matrimonio “porque se escuchan, se respetan y a la vez se aguantan entre ellos”, con un proyecto común que hace crecer ambas partes. Para Benavent esa fuerza se da gracias a la complementariedad que encuentran entre ambos: “Si realmente encontramos cosas que nos gustan lo poco inteligente es hacer que las diferencias resten. Vemos que hay cosas entre nosotros que no son como queríamos pero se convierten en ventajas a lo largo de los procesos”.
Este amor mutuo les permite también trabajar en todos los universos, hasta fuera de las tablas. Con Albena Produccions han trabajado en series para Canal 9 y para À Punt, adentrándose de pleno en el audiovisual con sus proyectos: “Al final trabajamos con actores, directores, autores e historias que tocan todos los universos”, añade Benavent sobre sus trabajos dentro de la compañía. Alberola explica que una de las claves de la compañía era poder trabajar espectáculos completamente diferentes al mismo tiempo. Ahora mismo están en activo con tres espectáculos en gira que cuentan con una fórmula totalmente diferenciada: El mundo está atrapado es una comedia familiar; El Moble se presenta como un diálogo de pareja y el monólogo de Alberola: Waterloo.
“Siempre intentamos crear cosas que no sean exactamente iguales para que el público tenga interés en una cosa y en otra, intentamos no repetir los factores que tenemos en el espectáculo”, añade Alberola. Con esto desde Albena lo que defienden es un tipo de teatro centrado en la dramaturgia contemporánea -con autores como Alapont o Roberto García entre otros- y que les conmueva. Para Benavent una buena forma de averiguar si un espectáculo ha funcionado es sembrar la duda en los espectadores desde el momento en el que se sube el telón.
“Contamos historias que están vinculadas a nuestra realidad y a nuestra cotidianidad, queremos que -los espectadores- se planteen preguntas sobre qué es lo que nos pasa, que deseamos y que nos angustia. Esto ya nos da la respuesta en los espectáculos”, explica Benavent sobre una de sus claves del éxito, “tenemos que encontrar ese punto de conexión entre los espectáculos y el público que se tiene que sentirse concernido por lo que les estamos contando”. Y tras tres décadas pueden comprobar que la fórmula funciona y es apta "para todos los públicos".
“El público es muy plural y lo importante es que accedamos a ellos desde una propuesta honesta y trabajada. Las cosas funcionan cuando un espectáculo está bien tratado y tiene lo que tiene que tener, cuando al público le gusta lo que le ofreces y lo que le cuentas se emociona, llora y ríe y es ahí cuando se lo recomienda a la gente”, explica Benavent, uno de los artífices del espectáculo, “nosotros siempre hemos intentado mimar al público pero con el tiempo aprendes que es muy listo, que sabe cuando una cosa está bien hecha y cuando no”. Tienes que esforzarte al máximo para darles algo que le interese y que sea honesto, hay que conectar para dar un buen espectáculo”.
Tras soplar las velas queda un deseo: el de seguir sembrando la duda función tras función. “Muchos textos nacen de las preguntas que los autores se hacen, e intentamos darles la respuesta… en muchas ocasiones eso genera más preguntas todavía”, murmura Benavent, “es inacabable la experiencia de explicar lo que hay dentro de cada uno”. Con esto Alberola añade un propósito que no ha cambiado en todo este tiempo, el de dar al espectador una opción cultural para vivir, "aunque solo sea durante una hora y media, una experiencia”.