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Ana Illueca y Susana Gutiérrez: la nueva cerámica quiere resetear su relación con València

21/01/2018 - 

VALÈNCIA. En el número 42 de la calle de Rodrigo de Pertegàs está pasando algo. Hace semanas que el local allí ubicado está en proceso de transformación, un trabajo que no solo tiene que ver con la pintura de las paredes o la instalación eléctrica. Allí se cuece algo más. Se trata del nuevo proyecto de las ceramistas Ana Illueca y Susana Gutiérrez –que opera bajo la marca Sweet Sue-, un espacio que nace como lugar de trabajo común para las dos pero que tiene por objetivo convertirse en un lugar dedicado a divulgación y promoción de una nueva generación de ceramistas que ha encontrado en la alta gastronomía o en el enfoque artístico un nicho donde reinventarse. Espacio, bajo, local, tienda, taller… busquen los sinónimos que quieran porque el proyecto no tiene nombre, una decisión con la que las creadoras quieren evitar confusión entre sus marcas y una tercera. Porque la cosa va de marcas, sí, pero también y más importante de sensaciones. Dicen que el objetivo es reconectar con la ciudadanía, volver a presentar a los valencianos un sector que tantas alegrías les ha dado. Y le sigue dando.

Entre la centenaria Escola d'Art i Superior de Ceràmica de Manises (EA+SC) y el Museo Nacional González Martí existe una red de talleres con nombre y apellido que están dando una nueva vida a un sector que, como todos los vinculados a la artesanía, se tiene que resetear. "Lo difícil está hecho, ahora hay que conectarlo", explican. De esta forma, con este nuevo proyecto que las lleva a 'compartir piso' buscan no solo un lugar donde desarrollar sus propias piezas, sino donde exponerlas, ofrecer talleres, actividades o tiendas 'pop up'. Pero este no es el primer proyecto que las une. Fue el pasado año cuando Gutiérrez impulsó Humana, un trabajo que partía de un reflexión sobre la percepción del propio cuerpo y que finalizaba en la creación de una vajilla que usaba como molde las partes del cuerpo que resultaban más "incómodas" para sus participantes. Entre ellas, Illueca. 

Foto: EVA MÁÑEZ.

Su segunda experiencia juntas es este espacio sin nombre que inaugurarán oficialmente el próximo viernes 26 de enero, un lugar que ya ha sido invadido por escritorios y lámparas restauradas de los padres de sus inquilinas, mesas de trabajo diseñadas por el valenciano Lebrel y unas estanterías de Ikea que no quitan ni un milímetro de protagonismo a aquellas piezas que presenta. Ah, y un gato de la suerte. Tras la marca Sweet Sue se encuentra el taller de cerámica artesanal contemporánea de Susana, una aventura que tras titularse en Bellas Artes en la UPV y en la EA+SC la ha llevado a 'compartir mesa' con algunos de los grandes chefs del país, habiendo trabajado recientemente en colaboración con el departamento de I+D del restaurante ‘michelín’ Akelarre. Publicista durante años, Illueca quiso dar un giro de 180 grados a su vida cuando decidió sumergirse en el mundo de la cerámica, una apuesta todo al negro que no le ha salido nada mal. Con su proyecto Platos platónicos enamoró a muchos, siendo el punto de partida de una trayectoria que nada entre el arte y la artesanía. A todo esto, ¿cómo han acabado juntas en este proyecto?

-Ana Illueca: Bueno, nos conocimos en la Escuela de Cerámica...
-Susana Gutiérrez: Nos conocimos en Facebook.
-A.I.: ¿Ah, sí?
-S.G.: Nos unió Facebook porque puse el vídeo de mi proyecto de final de carrera y tú le diste 'me gusta'.
-A.I.: ¡Es verdad!
-S.G.: Entonces me enteré de que hacías cursos de creatividad y fui a la escuela pidiendo que dieras algún curso... cuando me dijeron que estabas allí haciendo un curso de torno. Fue todo muy natural.
-A.I.: Ella hace porcelana, que es un producto que se acopla a nivel técnico a lo que yo hago, que es gres principalmente. También nos gustamos a nivel de estilo, aunque tenemos un foco diferente sí creo que te tienes que aliar con personas que respetes por su trayectoria o porque te aporta algo. Me parecía que afrontar este proyecto sola iba a ser muy difícil, porque es ambicioso.
-S.G.: Un coworking al uso se quedaba corto.
-A.I.: Exacto. Esta alianza nos lleva a compartir un barco al que vamos a dar un contenido, con talleres. No hay estándares de cómo se hacen las cosas ahora y no conozco muchos casos en los que fijarme, no sé si existen casos similares.
-S.G.: Quizá estemos siendo rompedoras.

-¿Qué vacío o espacio queréis ocupar con este proyecto en la ciudad de València?
-S.G.: Queremos dar la visión que tenemos nosotras de la cerámica. Hay mucha y muy buena en València y Manises. Es un proyecto que da sentido a lo que estás haciendo, que lo acerca a la gente, por ejemplo, con los talleres.
-A.I.: Este proyecto tiene a nivel de producto de marca Ana Illueca una visión más internacional/nacional pero a nivel de espacio una visión muy local. La ciudad ha dejado un poco de lado a la cerámica, no la ha sabido entender. Este espacio es para educar o conectar a los nuevos ceramistas con la ciudadanía. Entendemos que tenemos que hacer una labor de difusión. No solo está la cerámica tradicional, hay otros estilos, otras formas, otros ceramistas...
-S.G.: Además la cerámica se ve muy dividida: o la tradición pura o el japonismo. Nosotras vamos un poco a un punto filipino, no casamos con ninguna de las dos cosas aunque tomamos elementos de las dos. Dar ese punto me parece interesante, romper con lo que la gente tiene en la cabeza.

-¿Qué radiografía hacéis de la escena cerámica actual?
-A.I.: Tenemos una red técnica brutal, que otras comunidades no tienes. También tenemos una Escuela de Cerámica y el Museo Nacional de Cerámica, así como una red de artesanos que ha sobrevivido a una crisis por méritos propios y una red de ceramistas artistas completamente desconocidos aquí. Esa es la situación actual. Nuestro caso es más líquido, perfiles que se mueven entre la artesanía y el arte o el diseño industrial. Todo este panorama está desconectado. Lo difícil está hecho, ahora hay que conectarlo para que sea más potente. Sería la repera.
-S.G.: La tendencia es muy clara. Estamos volviendo a las raíces, a la artesanía, a trabajar con las manos. Viendo la infraestructura que tenemos, ¿cómo no la aprovechamos más? Hemos petado y la gente quiere volver a los objetos que tengan alma, Ana cuenta historias con sus objetos. Yo intento que mis objetos no estén vacíos, que digan algo, que además de hacerte la vida más fácil te aporte algo a tus sentimientos.
-A.I.:Al final es diferenciación. También es cierto, y yo lo defiendo mucho, que la materia y las formas de producción cambian la energía del objeto. No es lo mismo una taza producida en un proceso industrial o una taza torneada a mano. Una de loza, de porcelana o de gres. Cuando la gente compra una pieza las mira todas para ver cuál le da mejor energía, eso no se hace en un centro comercial.

-Cambia también el aspecto 'cotidiano' de la cerámica.
-A.I.: Una de las luchas que tenemos también es aumentar el valor percibido del objeto. En el norte de Europa, una taza torneada a mano no hace falta que justifique el precio, se entiende que lo vale.
-S.G.: Ellos han sabido mantener el valor de la tradición artesana. En Alemania, por ejemplo, los carpinteros son gente venerada. Aquí lo hemos perdido un poco.
-A.I.: ¡Pero lo recuperaremos!

Fotos: EVA MÁÑEZ.

-Arte, artesanía... ¿dónde os situáis vosotras?
-A.I.: Hay piezas más concebida como pieza artística desde su inicio y otras que se acercan más a la artesanía. La artesanía tiene que dar un salto evolutivo porque sino desaparece concebida como hasta ahora. La salida es acercarse al arte, percibir la artesanía desde una visión más artística. Todolí decía: a la tradición hay que traicionarla.
-S.G.: En mi caso depende del proyecto, hay cosas que son más tirando al diseño o al arte. Me dejo fluir. Los productos de Ana sí están más enfocados al arte, en mi caso hay piezas hiperfuncionales y otras con un concepto detrás, un querer hablar yo. A veces tengo que hablar por otros, si tengo que trabajar para un chef, pero en otros pongo mis inquietudes y soy más artista. Es muy interesante la revolución que hay en la cocina en estos momentos, además yo soy vasca, con le que llevo muy dentro la gastronomía. Los chefs son mi objetivo.
-A.I.: Realmente ellos tienen una presión tan fuerte por ser distintos y destacar que no solamente tienen que tener en cuenta la cocina: la vajilla también. Buscan una experiencia gastronómica. Todos los grandes restaurantes tienen platos, si no específicos para ellos, con mucho diseño y artesanales. 

-No es la primera vez que estáis juntas, también os unió Humana, un proyecto con un punto de partida muy íntimo.
-S.G.: De ese proyecto tiene culpa esta señora [ríe] La idea salió de uno de sus talleres de creatividad. Si la artesanía es un producto hecho por personas para personas, ¿por qué lo que está en medio no va a serlo también? Tirando del hilo llegamos a este proyecto. Acabé liando a unas cuantas amigas y les propuse hacer la pieza con una parte del cuerpo y no la más mona...
-A.I.: La parte del cuerpo con la que estás más incómoda. Mi cadera está por ahí [señala a la estantería] Es una manera de reconciliarte con tus defectos maravillosa porque, claro, la porcelana todo lo hace bonito y además el barro reduce [ríe]
-S.G.: El proyecto lo acompañamos con un vídeo en el que cada una contamos nuestra historia. Decimos unas tonterías...
-A.I.: La vajilla del empoderamiento.
-S.G.: Tiene un punto feminista importante.

Foto: EVA MÁÑEZ.

-¿Qué reflexión hacéis sobre esta cuestión en vuestro sector?
-A.I.: Es muy curioso que en cerámica, aunque también en publicidad, hay mucha masa femenina pero poca visibilidad.
-S.G.: Como en todo...
-A.I.: Exactamente. por eso en todo lo que hago intento que eso cambie. Si organizo un festival como Vlanc tengo en mente que haya paridad, es algo que tenemos interiorizado, aunque no siempre es fácil. para mi, dar visibilidad a las mujeres ceramistas es una prioridad. Las hay y muy buenas. Bibiana Martínez, Rafaela Pareja...
-S.G.: En la escuela de cerámica el 90% del alumnado son mujeres.
-A.I.: Yo nunca he sentido el machismo directo, pero sí como sociedad determinadas presiones. Es mucho más complicado.
-S.G.: Si eres feminista lo eres el 100% del tiempo y yo cada vez lo soy más.

A todo esto, ¿por qué el espacio no tiene nombre?
-A.I.: Esto es Rodigro de Pertegas 42. No tiene nombre porque a nivel de contenidos es muy laborioso alimentar dos marcas y una tercera que es el espacio. El contenido se lo damos nosotras, ¿qué cosas van a suceder en él? Será un lugar donde acogeremos talleres de cerámica relacionados con la creatividad y de porcelana. Puede suceder que vengan ceramistas o artesanos a explicar una determinada técnica y la acerquemos a la ciudadanía u otros eventos. Está creado para que sucedan cosas.
-S.G.: Es un espacio muy líquido.
-A.I.: El objetivo principal es acerca la cerámica a la gente, sea a través de talleres, de otros ceramistas o de ponencias. Si cumplimos con ese objetivo cultural será genial.
-S.G.: Estar a pie de calle era muy importante para nosotras para así conectar con el barrio. Estamos aquí. 

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