COCTELERÍA CON VINO

Aperol Spritz & Calimocho

Má sallá de Top Gun, Tom Cruise nos resulta bastante indiferente. Y aunque Cocktail no pasará a la historia del cine como una de las mejores películas, su papel de Brian Flanagan nos envía de viaje a una barra y al calor, al verano

| 23/06/2017 | 5 min, 24 seg

No esperéis un Old Fashioned o un Gimlet, que no pretendemos convertirnos en Coughlin, su mentor. Lo que queremos es poner sobre esta barra combinados en los que el vino es protagonista. Algunos con el glamour del Aperol Spritz y otros tan castizamente jebis como el calimocho.

Porque, en efecto, estos son días de bochornos. Sí señores, para el que no se haya dado cuenta estamos ya en plena canícula y las altas temperaturas pueden resultar sofocantes. Tenemos la opción de quejarnos soñando con el devenir de un invierno del  que luego renegaremos  o vestirnos de corto, respirar hedonismo y refrescarnos con un poco de vino. O un mucho. Un mucho con moderación, claro. ¿Y cómo lo hacemos? Pues esta vez en forma de esas mezcolanzas que anunciábamos, coctelería fina que dirían algunos. Seguro que una aberración para demasiados. Pero es que aquí defendemos el consumo del vino y más, si cabe, el de la diversión. Así que nos despojamos de complejos para tomarnos unos medios, unos enteros y lo que haga falta. Disfrutar es nuestra máxima.

Llegados a este punto no nos queda otra que empezar con nuestra bebida patria, la sangría. Manolo Escobar, mujeres y vino. Existen tantas recetas como españolitos espantando agobios en playas y piscinas, pero básicamente es tinto con zumo de naranja y de limón, azúcar, fruta troceada, hielo y a veces (las más) algo de licor. Chupito para el que la haga. La tomamos muy muy fría con un buen plato de lo que llamaremos paella si queremos la enemistad valenciana, o mejor esos arroces de chiringuito con bichos variados entre los que nunca falta algún calamar. Hay que ver lo bien que sientan después de un baño. Y es que a las cuatro de la tarde no hay paella mala.

En esta cata tan espacial no puede faltar otro clásico del estío, el tinto de verano. Vino con gaseosa y bien de hielo, o en su versión más dulce, con un burbujeante y chisposo refresco de limón. Al borde del mar lo bebemos enloquecidos con un espeto de sardinas de esos que bordan en Málaga. A bocados con ellas y que el vaso no se escurra de tus manos.

Todos renegáis de haberlo compartido y ahora vais un poco a la guay hablando de champanes, añadas, terruños o los diferentes estilos del Marco de Jerez. Pero revisemos nuestros álbumes de fotos, no sin un punto de bochorno, para ponernos el traje macarra de esa juventud nunca olvidada y tomar uno, sí, un pedazo de calimocho. Vino tinto con coca cola a poder ser en grandes proporciones. Esta puede ser una buena opción para merendar a media tarde con un sandwich de queso. Que si queréis hacerlo mixto lo aceptamos, pero nuestra propuesta es pan de molde con los bordes un poco chamuscados y kilos de ese queso capaz de estirarse hasta el infinito y más allá.

Hablamos del Marco y ha llegado el momento de recibir alguna colleja, que nos conocemos bien. Nos arriesgamos porque creemos que hay muchas maneras de empezar con el vino de jerez y ésta es otra más: el rebujito. Fino o manzanilla con alguna de las bebidas que existen de lima-limón y el necesario hielo. Bien preparado, el rebujito sabe a fiesta y a alegría. Para elevarlo a la altura de la alta gastronomía lo acompañamos de un salmorejo con bien de jamón del bueno y su huevo picado.

Después de este recorrido por sinuosas combinaciones retornemos a la zona de confort que diría un hortera, no sin antes vivir el último sobresalto. Pasamos ahora a los vinos espumosos, que también forman parte de muchas de estas ingeniosas recetas líquidas. Devolvemos a la memoria ese agua de Valencia de peligroso equilibrio. Menuda travesura. Cava, zumo de naranja, vodka y ginebra que nos apetece con una de esas ensaladillas rusas que convierten en lujo lo sencillo. La del cocinero Vicente Patiño, venga.

Lo anunciábamos en la entradilla, vamos con un poquito de glamour. Llegada de Italia se ha convertido en la bebida más chic del momento. Porque sin Aperol Spritz no somos nadie. ¿Que qué es lo que es? Pues vino espumoso con un suave licor de naranja y hierbas, algo de soda y una rodaja de naranja. Posturitas aparte reconocemos que nos encanta y nos vamos a beber uno ahora mismo con un picoteo de mortadela trufada.

Seguimos, ahora ya sí, con cosas del agrado del hedonista ortodoxo. Con el siguiente cóctel nos rendimos ante el chef Abraham García, que lo hace como nadie: vino espumoso y puré de melocotón. Eso es un Bellini.Y para qué más. Lo tomamos a pequeños tragos con unos arenques ahumados. Contrastes lindos y queridos.

Pasemos finalmente a las combinaciones en las que el vermut (recordamos, es vino) es el que manda. Empezamos por un básico del que nunca nos cansamos. Un vermut rojo con hielo, sifón y una rodaja de naranja. Mientras, mordisqueamos unas aceitunas rellenas. Qué momentos, tío.

Igualmente pudiera ser tiempo de Negroni. No es frescor a lo loco, vale, pero en Groenlandia también es verano y allí los osos polares son blancos, blancos. Nada pardillos. Y tienen sed. La saciamos con esta bebida hecha con vermut rojo, ginebra y Campari. Y para comer un matrimonio con los opuestos colores del boquerón y la anchoa.

Terminamos con un copazo: Martini (vermut blanco) con limón. Lo saboreamos a la luz de la luna, sentados sobre la arena mientras observamos las oscuras olas de la noche y nos comemos un vigorizante y pringoso kebab.

Ya podemos descansar tranquilos hasta dentro de unos días, porque anda que no nos lo hemos pasado bien. Ah, y si queréis las recetas de los combinados las buscáis en la internet.


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