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ENTREVISTA ARA MALIKIAN  

Ara Malikian: “Sin que nos diéramos cuenta se creó un círculo elitista en la música clásica”

El violinista libanés actuará, junto a más de 50 músicos, en la plaza de toros de Valencia el domingo 11 de septiembre

8/09/2016 - 

VALENCIA. No hace demasiado que Ara Malikian consiguió la nacionalidad española. Después de más de diez años asentado y trabajando en el país, sin embargo, el violinista tuvo que pedirla dos veces porque la primera le fue denegada. De hecho, Malikian se encuentra ahora mismo concluyendo 15, su gira conmemoración de la década y media que lleva en España; le restan cinco conciertos, uno de los cuales se desarrollará en Valencia. El domingo 11 de septiembre, el violinista libanés convertirá la plaza de toros de la ciudad en un teatro y se hará acompañar de más de 50 músicos para interpretar un programa que va de Manuel de Falla a Paco de Lucía o Radiohead. No es baladí: “no tenemos ni sponsors, ni mecenazgo, ni un banco o una multinacional que nos apoye”.

Cuenta la leyenda (su comunicación) que, rondando el medio siglo de vida, Malikian ha dado ya más de 4.000 conciertos en España en los que ha acercado la música clásica a todo tipo de públicos. “Yo creo que la clásica no me necesita, es una música con muchos siglos”, aclara. El concierto de Valencia, como el resto, sumará ingresos para su campaña con Acción Contra El Hambre en favor de los refugiados. Él lo fue durante la guerra civil del Líbano: consiguió una beca para el Hochschule für Musik und Theater Hannover, y hasta hoy. “Tuve mucha más suerte que si me hubiese tocado hoy, y creo que es un deber que tengo”, termina. Desde un aeropuerto, y en dos turnos (“perdón, estoy pasando el control y no me dejan pasar. Llámame dentro de diez minutos, por favor”), responde con amabilidad a todas preguntas.

-¿Cómo afrontas estos últimos conciertos de fin de gira en España?
-Con muchas ganas. La verdad es que para mí es muy emocionante; no estoy acostumbrado a tocar en plazas tan grandes, tan hechas para masas. Nosotros, los violinistas, no tenemos muchas oportunidades de hacerlo, así que voy a sacar provecho para disfrutar lo máximo.

-Y, cuando acabes, gira sudamericana…
-Sí, unos días después seguiremos la gira: estaremos un mes en Latinoamérica, no con el mismo programa, pero con la banda. La verdad es que no paramos. Es prácticamente el mismo programa, pero sin orquesta sinfónica; sería sólo la versión que llevamos girando los últimos dos años.

-Los cinco conciertos en España, incluido el de Valencia, son en plazas muy grandes, tal y como comentas. Además, hay un despliegue importante en cuanto a producción y a mover a más de 50 músicos… ¿Cómo de jugársela es esto para un músico como tú?
-Obviamente, cuando empezamos todo este proyecto fue una locura porque es algo que empezamos nosotros: no tenemos ni sponsors, ni mecenazgo, ni un banco o una multinacional que nos apoye; nosotros nos metimos en este proyecto porque creemos en ello y vamos a riesgo. Para nosotros es muy importante que el público responda, y la verdad es que tenemos mucha suerte porque la gente está respondiendo; pero es verdad que lo hacemos por el amor a la música, el amor a lo que hacemos. Vamos a nuestro propio riesgo.

-No es algo muy habitual en alguien cuyo principal sustento es la música.
-Yo estoy enamorado de mi profesión y también muy agradecido al público, que responde. De hecho, yo me he salido un poco del mundillo en el que estaba durante mucho tiempo, el mundillo de la música clásica, para ir por mi cuenta. Y por mi cuenta quiere decir que para mí lo más importante es cuidar a mi público, a la gente que se molesta en venir a vernos desde su casa o desde lejos, y pagando una entrada. Para nosotros lo único es cuidarles, entregarnos con alma y cuerpo para que todo el que viene se divierta, se emocione y se pueda llevar a casa un recuerdo que les dure bastante tiempo. Cuando haces las cosas a tu propio riesgo, el primer objetivo es hacerlo bien para que todo el mundo se quede contento.

-Además, parte de lo que se recaude para cubrir ese riesgo, va a parar a una organización internacional no gubernamental (Acción Contra El Hambre). ¿Cómo surge esto?
-Sí, es uno de los problemas más importantes de hoy en día, el tema de los refugiados; nunca hubo tantos refugiados en los últimos 60 años. Yo también fui refugiado hace 30 años, aunque tuve mucha más suerte que si me hubiese tocado hoy, y creo que es un deber que tengo, el de recaudar en estos conciertos; pero sobre todo, y más importante que recaudar dinero para los refugiados, el de concienciar a la gente, informarles verdaderamente de cómo es este problema. Los refugiados no son una amenaza, son gente que han tenido su familia, su vida, su trabajo y, de un día para otro, han visto cómo se destrozaba todo y tienen que recibir ayuda. Creo que como artista es un deber que tenemos: ayudar a los que lo necesitan.

-¿Crees que en España se está respondiendo como se debería?
-Hombre, ni en España ni en el resto de Europa. La verdad es que la postura de Europa en el tema de los refugiados es lamentable, y muy poco humana, que es lo que más me preocupa; hemos olvidado que, antes que nada, antes que la política, es más importante la parte humana. En este caso, hay millones de seres que necesitan una ayuda, necesitan ayuda humanitaria, y les estamos fallando.

-Uno de tus objetivos de siempre ha sido acercar la música clásica a la gente. ¿En qué situación está ese objetivo?
-La verdad es que yo no soy quién para acercar una música tan grande como la clásica a la gente. Yo creo que la música clásica no me necesita, es una música con muchos siglos; más que la música, a mí siempre me ha preocupado e intrigado por qué una música tan buena como la clásica no tiene el mismo público que un concierto de pop o de rock. ¿Por qué no se puede hacer un concierto tocando Bach, Vivaldi o Beethoven en sitios grandes, para masas? Siempre me ha molestado bastante. De hecho, el mundo de la música clásica está viviendo un problema porque cada vez está estrechando más a su público, cada vez son menos y menos joven. Hay un problema muy importante con eso.

No es sólo cuestión de acercar la música clásica, es simplemente que se den cuenta de que existe y que es una música que les puede llegar; de hecho, cuando hacemos conciertos, tocamos obras de Vivaldi igual que de Led Zeppelin, David Bowie o lo que sea. Los aficionados al rock, cuando escuchan algo de Vivaldi dicen: “anda, no sabía que Vivaldi molaba tanto”; y lo mismo les pasa a los que les gusta la clásica y descubren un tema de Radiohead. Simplemente es música y ya está, sin etiquetas.


-¿Y por qué sucede esto? ¿Pesa demasiado el prejuicio (o no) elitista?
-Obviamente, durante años, sin que nos diéramos cuenta, se creó un mundillo de la música clásica, un círculo elitista… También el músico clásico se ha puesto un aire más arrogante, más estirado. Eso ha hecho mucho daño. Hoy en día, las orquestas o los ciclos de música clásica se están dando cuenta; están muy preocupados porque sólo pueden existir por ayudar o subvenciones, porque no tienen el público necesario para poder ser independientes. Es un problema que poco a poco se está solucionando, pero en este mundillo cuesta bastante.

-Tú mismo lo has comentado, que interpretas igual a Vivaldi que a Radiohead. ¿Cómo de importante es la fusión o el mestizaje de géneros en tu enfoque?
-La verdad: mi enfoque es, antes de nada, no pensar en fusionar. No es algo que me interese. Siempre lo digo: tocar Beethoven o reggaeton es muy fácil, no es algo para lo que haya que tener mucho arte para hacerlo. Yo simplemente no hago diferencias; para mí, Schubert o Paganini son igual de genios que los Rolling Stones, Radiohead… simplemente son de otras épocas y les toco porque me conmueve su música. Poner a Vivaldi y a los Beatles en el mismo concierto sólo va de hacerlo por amor y porque te gusta la música.

-No siempre es bien recibido cambiar el enfoque tradicional de determinadas músicas. ¿Hay puristas de clásica igual que los hay de flamenco?
-Por supuesto. Hay puristas por todas partes: en el jazz, en el flamenco, en la música clásica… por todas partes. Y la verdad es que tienen que existir; me parece muy lógico que haya. Lo único es que tienen que aprender a ser más respetuosos y más abiertos. Hay gente de diferentes gustos y tiene que haberla, es lógico e indispensable.

-¿Está el violín integrado en la cultura pop como algo más allá de lo exótico? ¿Se puede hacer pop con un violín?
-Sí, hoy en día se puede hacer de todo con el violín. Siempre se podía, en realidad: durante siglos, el violín ha estado presente en todas las culturas del mundo.

-Has comentado alguna vez que tu aprendizaje del violín, a partir de tu padre, fue muy estricto…
-Sí. Son etapas. Para poder tener libertad en la música se necesita, obviamente, mucho sacrificio, mucho rigor, muchos estudios. Lo que uno hace sobre el escenario no aparece de un día para otro; hay muchas horas de trabajo. Yo le estoy eternamente agradecido a mi padre por haberme obligado a estudiar durante tanto tiempo, y poder tener este bagaje; sin todo eso, no hubiera podido hacer lo que estoy haciendo hoy en día. Todo es importante: hay que tener épocas de rigor y de más libertad, una complementa a la otra.


-Quizá uno de los efectos derivados de los prejuicios de la clásica es que el aprendizaje sólo está al alcance de los que pueden permitírselo académicamente…
-Lo importante es el sacrificio, el rigor. Luego si lo haces en una academia o no es secundario; obviamente, si vas a una academia puedes tener la ventaja de que estás arropado por otros compañeros. Pero se puede se puede llegar perfectamente a cierto nivel sin pasar por ahí, y aprender de la vida. Yo, personalmente, como más he aprendido es ejerciendo, tocando, sobre el escenario; he pasado más tiempo encima de un escenario que en cualquier otro lugar en mi vida. Ahí es donde más he aprendido.

-¿Qué esperas del concierto de Valencia?
-De cualquier concierto siempre espero lo mismo: que haya mucha emoción, mucha adrenalina, mucha gente… Nosotros nos entregaremos a tope y lo que más deseo es que el público disfrute igual que nosotros, y que se lleve a su casa un recuerdo bonito y emocionante que le dure bastante tiempo.

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