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Arte que se destruye: las desconocidas fallas experimentales de Valencia

5/04/2016 - 

VALENCIA. El museo del que aquí se habla ya es imposible. Ardió la pasada noche del 19 de marzo entre aplausos y gritos. Las Fallas son una de las mayores expresiones de arte efímero. Son su esencia, como evolución de la quema de enseres (una estoreta velleta per a la falla de Sant Josep) que sus vecinos hacían para purgar el día a día y saludar a la primavera. Ahora, la relevancia del fenómeno creativo, por encima de las 6.600 toneladas de basura generadas entre verbenas y otros actos de este año, cuenta con una realidad harto desconocida y cuyo impacto en el mundo del arte está todavía por explorar: las fallas innovadoras y experimentales. Un impacto que también se deja notar en la cara más tradicional del evento.

La creación de los monumentos falleros cuenta desde 2012 con una titulación propia (Ciclo Formativo de Grado Superior de artista fallero y  construcción de escenografías), con una comunidad de creadores (el Gremio de Artistas Falleros) y hasta concentra su actividad en una zona de la ciudad (Ciudad del Artista Fallero). Sin embargo, detrás de las casi quince comisiones que han apostado por innovar en 2016, hay detrás un artista o creativo ajeno a este ámbito: “el futuro de las fallas pasa inevitablemente por dar paso a creadores de otros disciplinas que conceptualicen una idea previa. Y no solo hablamos de fallas experimentales, sino de una influencia que ya tiene precedentes en las fallas más convencionales y hasta de categoría Especial”.

Falla Mossén Sorell-Corona (Foto: MAO)

Creadores alternativos

Quien contesta a Valencia Plaza es Ibán Ramón, multipremiado diseñador gráfico de la Comunitat Valenciana y caso paradigmático del creativo que, sin pertenecer al citado gremio, ha ido involucrándose en la fiesta hasta crear su imagen este año. Desde 2013 está vinculado a la falla que se ha convertido en el ariete de este asedio, la comisión Mossén Sorell-Corona. Junto al también diseñador gráfico y no menos premiado Dídac Ballester hizo las fallas de 2013 y 2014, para luego continuar en solitario haciendo los llibrets fallers desde aquel año al actual y ejercer una posición parecida a la de responsable artístico para los monumentos de los dos últimos años. El de 2015, obra de Escif, posiblemente el artista urbano español más internacional. La de 2016, con el artista gráfico Javier Jaén, muy vinculado al mundo editorial internacional.

La obra de Escif el pasado año deconstruía la falla y bajo el título Todo lo que sobra realizaba un genial juego en el que el espectador llegaba al espacio donde debía estar el monumento para apreciar que todos sus elementos se habían repartido por la plaza: una valla, varios coches (uno de ellos, inspirado en el que Rita Barberá tuvo aparcado 23 años en el Ayuntamiento de Valencia), un contenedor… Su cremà fue un espectáculo. 

Más emotiva, sardónica y de agria actualidad fue la de este año con el trabajo Patrias de Nilon de Jaén. La falla del artista que ha ilustrado las portadas de medios como The New Yorker, Time, Advertising Age, The Sunday Times, etcétera, no dejó indiferente a ningún vecino, con una gran bandera blanca que durante la noche mostraba todas las banderas del mundo. Así se construyó y así ardió:

Esta gran bandera, casi como una traslación perfecta de la viñeta periodística al mundo de las fallas, recordó a muchos el monumento al que muchos apuntan como precedente de toda la nueva ola de fallas experimentales: la falca roja, de Alfredo Ruiz. Este artista buscó la renovación desde dentro, pero encontró el rechazo del propio gremio y quizá de una parte mayoritaria de la ciudad. Lo hizo habiendo ganado el primer premio de Especial en 1974 para la comisión de la Plaça del Pilar, tras lograr hasta tres ninots indultats consecutivos en 1970, 1971 y 1972. Con los años y la ambición por explorar nuevos lenguajes, siempre mirándose en el mundo del arte, los más renovadores añoraban sus monumentos para fallas como Blanqueries o Quart-Palomar, en los que incluía, en esta vis tan radical para el gremio, ninots completamente blancos, figuras no animadas o una clara afición por las formas poliédricas frente a las convencionales redondeces de los monumentos.

Sin embargo, Ruiz se hartó y en 2002, después de que Quart-Palomar no le escogiera para hacer su siguiente falla, abandonó el oficio. Una idea que se interrumpió maravillosamente con la llamada de Mossén Sorell-Corona en 2008 para la mítica falca roja: una pieza en el suelo cuadrangular, de varias decenas de metros, sin ningún ninot y representando, exclusivamente, una falca. Es posible que, con todo, el legado de intencionalidad de Ruiz lo esté disfrutando actualmente Valencia con la participación en el mundo fallero de la artista Anna Ruiz Sospredra, su hija, que este año ha plantado en la Falla Lepanto-Guillem de Castro la genial De pesos i conflictes

Falla Lepanto-Guillerm de Castro (Foto: MAO)

El “arte total” se conecta con el Burning Man

La falla, segundo premio en la categoría de innovadoras y experimentales (Corona ya no participa en este ámbito “para ser más libre”, según Ramón) no solo reflejaba en un tamaño monumental una imagen que podemos asociar con facilidad a todo lo que les sucede a los ciudadanos que en este momento se agolpan en las fronteras de Turquía y Grecia, sino que aportaba un distintivo clave y de futuro: la interactividad. De esto se sabe mucho en el mayor festival de arte del mundo, el Burning Man estadounidense conectado desde el pasado año por las Fallas. Los organizadores del encuentro de más de 65.000 personas por el arte en el desierto de Nevada llevan más de un año estrechando lazos con el mundo fallero, han pasado las dos últimas semanas aquí –“fascinados”- y tienen como anfitriones a dos personajes claves para entender la deriva experimental e innovadora de las fallas: Miguel Arráiz y David Moreno.

El arquitecto y el escultor, respectivamente, han ido inmiscuyéndose en el mundo de las fallas poco a poco hasta entregarse a ellas. Si el plan no se tuerce por la financiación, serán los primeros en plantar falla el próximo verano en el Burning Man, festival que visitaron el año pasado para establecer el vínculo definitivo y ejercer durante este mes de marzo de anfitriones. El multitudinario encuentro estadounidense “exige la interactividad y es un camino de no retorno. El arte urbano ha de ser interactivo. Las personas de este siglo, por la sociedad en la que viven, por la influencia tecnológica, por las experiencias que demandan, es difícil que se conformen o satisfagan con un arte meramente contemplativo”, contesta el propio Arráiz a Valencia Plaza. Él dio con sus huesos contra las fallas en otra de las comisiones que ha apostado desde hace algunos años por el lado experimental: Castielfabib. 2011 y 2012, por su cuenta, 2013 y 2014 junto a Moreno. 

La falla de Nou Campanar en 2015

El gran salto para ambos llegó cuando, todavía nadie sabe muy bien cómo ni por qué, lograron convencer a la comisión de Nou Campanar para crear la primera falla de categoria Especial de estilo experimental: Ekklesía. Comisión vinculada hasta ese año al exceso de gasto y actualmente desaparecida, todo sea dicho. Aunque la falla se cayó debido al mal tiempo un día antes de la cremà, supuso un hito y espoleó a ambos artistas que ahora trabajan en conexión con el Gremio de Artistas Falleros y el Ayuntamiento de Valencia por conectarse con el Burning Man. Arráiz destaca: “durante mucho tiempo fue [Alfredo] Ruiz, pero antes también Ricardo Rubert. Siempre ha habido como un súper artista ‘tirando de la cuerda’ de las experimentales, pero ahora ya no es solo uno”. Y Arráiz cita el Proyecto Encés, nacido en 2011 con la intención de vincular las fallas a la pintura, escultura, arquitectura, diseño, happening y filosofía. Así lo explicaba Fernando Morales en El Mundo el año pasado, cuando además se reunieron para hacer una instalación pop-up en La Rambleta.

El abrazo de las fallas experimentales a los colectivos menos identificados con las Fallas

Todas las fuentes consultadas por Valencia Plaza ven en esta comunidad creciente algo más que un hecho creativo, sino de participación y de integración de la ciudad. “Le gente de la cultura hemos abandonado el mundo de las Fallas durante muchos años. Necesitamos espacios así para encontrarnos a gusto y para reconocernos dentro de la fiesta, como una oportunidad para participar activamente y que confío que poco a poco vaya influyendo a fallas convencionales y grandes”, sentencia Ramón. Él mismo cita como la comisión de Na Jordana trabaja esa conceptualización deseada desde hace años: “con monumentos de Manolo Martín ha dado paso a que artistas como Ortifus o Sento Llobell, o textos de Manuel Vicent o diseños de ropa de Francis Montesinos vayan formando parte de la creación”. Ramón cita como hito de la comisión al tristemente desaparecido Sígfrido Martín Begué, pintor conceptual que creó la falla Pinocho para esta comisión.

La falla de Nou Campanar en 2015

La participaciónn de otros creadores es fundamental, según Ramón, para evitar “refritos y una evolución muy lenta de los monumentos a lo largo de los años”. Pero, posiblemente por encima de los artistas, lo verdaderamente relevante es que detrás de cada una de esas fallas innovadoras y experimentales (ahora también con premios en su categoría infantil) haya todo un grupo de ciudadanos dispuestos a cambiar el modelo: los falleros. Es decir, una fallera mayor, un presidente y unos vecinos que implican al barrio y lo hacen partícipe de una creación conceptual, del uso de materiales no contaminantes y, en definitiva, de un replanteamiento de la fiesta para disfrutar participando.

El president y la fallera major de Borrull-Socros junto a su falla de 2016

“Desde hace años queremos repensar la falla y queremos que se abra al barrio. No queremos que todo lo que se vea sea una carpa, aunque este año estuvimos a punto de lograrlo con el permiso de un solar que esperamos conseguir en el futuro”. Quien habla es Pepa Gómez, la fallera mayor 2016 de la falla Borrull-Socors, en la que desde hace un par de ejercicios se han convencido de las fallas innovadoras y experimentales, pero sobre todo de no pasar por encima de sus vecinos sin implicarles. Las fallas, ‘grande’ e ‘infantil’, han sido ideadas por dos estudiantes de Bellas Artes propias de la comisión, pero construidas por todos y cada uno de los falleros (“nos hemos pasado el año recogiendo materiales de contenedores para reciclar”). Y, por supuesto, ya han sido devoradas por el fuego.

La falla ha hecho hasta un Verkami en busca de su sostenibilidad, ha creado un carné de asociado (Amics Borrull-Socors, ABS) para que el barrio, sin pagar las cuotas de participación, se sume activamente en su realidad económica. También se han vinculado al festival urbano Distrito 008, con quien han trabajado unos días de fiesta y música totalmente alternativos a la oferta del resto de la ciudad: soul, swing, jazz y flamenco… en directo, claro. Han dado un salto en las redes sociales, han acaparado la atención de medios de comunicación y, por si fuera poco, con tanta atención la comisión –que ha optado por integrar food trucks con gastronomía creativa y elaborada, frente a churrerías y bocadillos de embutidos- ha pasado las noches de buena música en vivo “rodeados de políticos locales de PP, Compromís, Izquierda Unida, PSOE… ¡creo que han estado todos!”. Pocos ejemplos más claros de interés e integración.

Borull-Socors, 'plantando' falla

La valentía de estas falleras y falleros por inocular este espíritu creativo, consciente, responsable en los materiales y en su quema y abierto a disciplinas artísticas es esencial para dar cabida a creadores externos. Ramón y Arráiz, no obstante, coinciden en la conexión con el Gremio: “los artistas de fuera, creativos de otras disciplinas, podemos aportar mucho, pero lo interesante es que finalmente el monumento lo ejecute siempre un profesional. Lo deseable o lo deseado es poder participar de la ideación, el diseño y la intención de la obra, del proceso, y explorar tendencias e inquietudes de todo tipo”. Es “el arte total” del que hablaba Morales, al pie de la calle, con la potencia que su realidad efímera debería acabar por convertir a las Fallas en punto de referencia para estudiantes de disciplinas creativas de todo el mundo, sin la necesidad de perder su identidad como fiesta popular, decida o no la Unesco el próximo mes de noviembre si merece la vitola de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. 

Este año han sido memorables las fallas de la comisión Ripalda-Beneficència-Sant Ramón, ganadora en su monumento principal y en el infantil. También las que el estudio Nituniyo ha realizado por Castielfabi-Marqués de Sant Joan, la primera falla mental (de influencia arquitectónica, también sostenible y participativa) de los mismos creadores capaces de ganar el año pasado uno de lospremios nacionales de arquitectura efímera con su elefanta multicolor.

Falla Politècnica-Tarongers-Cami de Vera (Foto:MAO)

Otra de las más impresionantes de la última cosecha ha sido la Falla Politècnica-Tarongers-Cami de Vera, o sea, la propia de la Universitat Politècnica de València y que ha supuesto un trabajo por parte de los alumnos de escultura de la Facultat de Belles Arts. Coordinados por Manuel Cabezos Bernal, Jaume Chornet Roig y Leo Gómez Haro, la falla no sólo exploraba una gran estructura arquitectónica, cúpula que albergaba un gran órgano de percusión precedido de un santuario de figuras poliédricas de Star Wars talladas en madera, sino que servía de lienzo para un ejercicio de video mapping.


Muchos de los participantes en estas comisiones, especialmente los creativos, han tenido grandes distancias con la fiesta hasta que se han topado con ellas. Ramón, el primero. Ahora, donde muchos artistas veían una barrera para con la ciudad, cívica y colectiva, ahora ven una “oportunidad de ocupar la calle con un contenido único. Es una gran oportunidad para la ciudad y para todos”, apunta el propio Ramón. Ese es el lado ciudadano también de la fiesta y en una sola de sus disciplinas, el monumento. El llibret (desde hace tiempo y en gran medida), la música y la pirotecnia se van dejando influir por estas –digámoslo así- ansias de vanguardia.

¿Pero qué hay de su impacto artístico? ¿Qué sucedería si personalidades como el coleccionista Eugenio López Alonso, la artista Sophie Calle o el pensador Boris Groys tuvieran conocimiento de este fenómeno único? Para una parte activa de Valencia es estimulante fantasear con este tipo de posibilidades, aunque sin renunciar a la idea más importante: las Fallas de 2017 ya han empezado y, tal y como todas las voces consultadas por Valencia Plaza para este artículo han confirmado, los proyectos –que ya están en marcha para acabar siendo pasto de las llamas- tratarán de superar a todos su precedentes.

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