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Carnicería The Knick. El drama médico para estómagos curtidos

Sangre, pus, tripas abiertas, chutes en el pie. El ambientazo en The Knick no es apto para todos los públicos. Si está interesado en verla es obligatorio pasar el MIR seriéfilo: debe mantener la mirada en la pantalla sin marearse, salga lo que salga. Una vez superado este sencillo examen puede seguir leyendo

15/11/2015 - 

VALENCIA. Imagine un médico que es un figura en su especialidad, le puede la arrogancia y utiliza métodos poco ortodoxos. Y no se trata del Doctor House. Tendríamos que hacerle viajar en el tiempo, concretamente a 1900. Debería mancharse las manos de sangre y vísceras. Olvidarse de diagnosticar enfermedades raras como el lupus solo con su inteligencia y su bastón. Debería coger un rudimentario bisturí, dejar los guantes de látex y la asepsia, y empezar a masacrar cuerpos humanos sin tanta palabrería. Los carniceros están infravalorados en este nuevo siglo.

Es el perfil del Doctor John Thackery (Clive Owen), cirujano en el Hospital Knickerbocker y protagonista en The Knick. Llegó a ser el cirujano jefe del hospital hasta que su afición a la cocaína se le fue de las manos y tuvo que ser apartado durante un tiempo para tratar su adicción: con heroína. Los médicos de 1900 eran unos cracks. El primero de todos Owen, que no se pierde una y de remate tuvo un affaire en la ficción con la bellísima hija de Bono el de U2, Eve Hewson. En la serie, Hewson interpreta a la enfermera Lucy Elkin.

Médicos adictos a su propia medicina. Lo era House. Lo es John Thackery. También la enfermera Jackie Peyton en Nurse Jackie sufría el mismo síndrome. De tanta obsesión por sanar a la humanidad, se pasan de rosca y subestiman su propia salud. Porque para curar una adicción se necesita algo más que una pastilla. Thackery, en esta segunda temporada, actualmente en emisión en Canal Plus, vive obsesionado con encontrar el remedio. Sin embargo hoy en día sabemos que la adicción no se cura del todo, solo se controla. Y que la mente, con sus obsesiones y sus miedos, es un aliado.

En aquella época los avances en la medicina se conseguían a través de prueba y error, como en cualquier experimento científico. Primero con animales. Después con seres humanos. El problema era que los errores eran muy habituales y sus consecuencias terribles. En cualquier momento podía llegar la muerte violenta. Los chorros de sangre. Los bigotes chamuscados por el fuego. Morían pacientes, morían enfermeras y morían médicos en accidente laboral como consecuencia de sus teorías científicas. No obstante se acababa consiguiendo algún descubrimiento en pro de la humanidad. Técnicas determinantes para entender la cirugía de hoy en día.



Después están los temas secundarios que pululan por la serie. Los conflictos de género, de clase social, de raza. Estamos a principios del XX. La ciencia avanza rápidamente, la sociedad no. La mujer es un florero, los inmigrantes mano de obra barata. Unos piojosos que llenan la ciudad de enfermedades. Mientras los ricos están en su salsa.

También asistimos a la historia de Nueva York, por entonces una ciudad por hacer. Con un metro que construir, hospitales, viviendas, el sistema de electricidad. El sueño de cualquier constructor español. Su lugar de vacaciones. Además el caos gobierna la ciudad y las comisiones están a la orden del día. Como las que se lleva Herman Barrow (Jeremy Bobb), Gerente del Hospital Knickerbocker, un hombre con tendencia al 'Calatravismo': cuanto más cara la construcción del nuevo hospital, mejor. Así se elevan las comisiones a porcentaje. Un tanto para él, otro tanto para asegurar la protección de la mafia. Es el comienzo del mundo civilizado y se nota.

Soderbergh

Cuenta con la Producción Ejecutiva de Steven Soderbergh. También dirige, hace de operador de cámara, y monta sus episodios. Rodó diez capítulos de la primera temporada en 73 días. Una bestia. Los profesionales del audiovisual del futuro tenderán a ser como él, a hacerlo todo. O casi todo. Las nuevas generaciones, los Youtubers, ya lo hacen. Aunque a los talluditos nos cueste entender su narrativa, hay que admirar su capacidad para dominar, o al menos experimentar, todas las facetas de la producción audiovisual. Precisamente como lleva haciendo Soderbergh desde Sexo, mentiras y cintas de vídeo. Por otro lado, es un artista multifacético pero no infalible, ojo. En su primera incursión en la tele patinó, aunque por fortuna nadie se acuerda. De esos resbalones se suele extraer una gran lección: con los errores es cuando más se crece.

El error se llamaba K Street. Era 2003 y la casa HBO. Soderbergh y George Clooney fueron sus impulsores. Era una serie política, concretamente sobre los lobbies de Washington. Demasiado compleja incluso para los espectadores de HBO. Personajes ficticios interactuaban con políticos reales a base de improvisación. El resultado tenía aspecto de docurreality. Por el contrario no terminaba de ser creíble. El fracaso alejó a Soderbergh de la pantalla chica durante diez años.

En 2013 estrenó Behind the Candelabra, un biopic también de HBO sobre el pianista Liberace. La tvmovie ganó el Emmy a mejor película para televisión y Soderbergh y la televisión se reconciliaron. Recuperaba el privilegio de tener libertad absoluta, condiciones habituales para los creativos en HBO. Sin embargo esta vez Time Warner diseñó otra estrategia, y The Knick se emitió en su canal Cinemax, el hermano pequeño de HBO que se dedicaba a emitir segundos pases de las películas de HBO y porno blando. Cinemax estaba ampliando sus contenidos para tratar de competir en el mercado contra canales como Showtime o plataformas con Netflix.Las series Hunted y Banshee fueron sus primeras incursiones. Con The Knick llegó el reconocimiento de crítica y público.

Los exquisitos detalles en la ambientación y el trabajo de documentación en The Knick refuerzan la calidad de la serie. Una ficción tremendamente didáctica, aunque oscura y en ocasiones cómica. También la exquisitez en la banda sonora y la fotografía. La música electrónica de Cliff Martínez y una imagen repleta de claroscuros, que jamás se permitiría en un canal mainstream, rematan la obra. Una ficción original, diferente, dura pero intensa. La primera temporada está en Yomvi para los que quieran subirse al carro. Todavía están a tiempo. Si tienen fobia a la sangre hagan como yo. Pongan la mano delante de los ojos en las escenas de operaciones. Haciendo trampas es como he conseguido aprobar el examen de espectadora y fan de la imprescindible serie The Knick.

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