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LOS RECUERDOS NO PUEDEN ESPERAR 

Cómo escribir sobre Madonna en Valencia sin Madonna 

10/07/2016 - 

VALENCIA. Inmersa en la gira Hard Candy, Madonna actuó por primera vez en Valencia en septiembre de 2008, en el circuito de Cheste. Como de esta mujer se ha escrito siempre hasta la saciedad  pero a la vez parece imposible ignorarla, recibí el encargo de de hacer algo sobre ella dándole un enfoque diferente. “Vete al concierto un rato antes de que empiece y habla con los fans más llamativos de Madonna”. Acepté el encargo que me hicieron desde el suplemento del ya difunto EP3 de El País  y, en compañía de la fotógrafa Laura Encursiva, me fui a Cheste a chupar explanada como si de repente hubiese vuelto al CIR 13 de Pontevedra.

Ocho años después todavía no sé muy bien cómo tomarme aquel encargo, no sé si es una de las cosas más originales que me han encargado nunca (es posible) o un ejemplo más de ese periodismo cultural efímero que existe solo para saciar el interés por el ahora mismo (también es posible). Es igual, porque al volver a él ahora, compruebo una vez más que cuanto más cerca me sitúo de la realidad más extraño me resulta todo.


Madonna does Cheste

El Circuito Ricardo Tormo de Cheste había debutado como espacio para conciertos acogiendo a Héroes del Silencio un año antes. El día de la actuación de Madonna miles de personas acudieron al Ricardo Tormo en otro inagotable peregrinaje. Llegamos cinco horas antes de que Madonna saliera al escenario. Había gente acampada desde el día anterior. Bolsas, comida, mantas, cojines, botellas… el suelo convertido en el irregular vertedero que suelen ser los suelos cuando se juntan más personas de la cuenta. Había gente por todas partes, personas sentadas, tiradas, bailando, haciendo cola, entrando. De repente vimos llegar a cuatro ambiciones rubias. Las cuatro de negro y con peluca rubia. Venían desde Cuenca y una de ellas tenía fiebre. “Soy fan a muerte y aquí estoy aunque me encuentre mal”, dijo. Cinco minutos después, las cuatro eran foco de atención de un montón de objetivos fotográficos.

Convención de empresa on the dancefloor

Una empresa de publicidad madrileña había decidido organizar su convención anual en Valencia: un fin de semana con el concierto como premio. “Fernando Alonso está bien, pero es mejor ver a  Madonna”, comentó una de las componentes del grupo, compuesto por 119 personas. No muy lejos una figura destacaba en medio de otro grupo más reducido, con una imagen que lo convertía en un clon del caballero que anunciaba cierta marca de espárragos, con su peto y su sombrero de paja. Nos contó que se llamaba Toni, que era informático y que venía desde Murcia. “¡De Torrepacheco!”, especificó una compañera de expedición, que se declaraba seguidora de Madonna, aunque dijo no tener ningún disco suyo.


La Lola de Manhattan

“No sabe cantar. No sabe bailar. ¡No se la pierdan!”, rezaba una pancarta que acaba de hacerse visible en la explanada. Su portador se hacía llamar Reuma Thurman e iba acompañado por cinco amigas. Todas ellas llevaban  el motivo de la pancarta estampado en la ropa, en abanicos, en bolsas. “Es lo que le dijeron a Lola Flores cuando actuó en Nueva York –explicó Reuma- y como aquí a Madonna todo el mundo la está criticando porque no sabe cantar... Ella nos da igual, hemos venido porque nos vamos a poner un poco ciegos. Fíjate si me da igual que hasta hace un rato pensaba que tocaba Amaral”. 

“Si bailó flamenco hace dos días en el concierto de Sevilla, igual hoy nos sorprende vistiéndose de fallera”, comentó un chico valenciano –también los había- llamado Fran, todo optimista él. “O igual Wally López, su dj telonero, pincha un remix de Paquito El Chocolatero”, añadió su amigo Manu. No seguimos hablando con ellos porque de repente avistamos a un clon de Madonna que cruzaba la explanada cogida de la mano de su novio y empezamos a perseguirlos. Él tenía pinta de rockero, ella podría haberse ganado la vida mareando a los paparazis haciéndose pasar por la autora de Hard Candy. Habían salido de su Kent natal para seguir la gira. Antes habían estado en Cardiff, Niza y Londres.

Sopa de letras

Cuando la telonera, la sueca Robyn ya estaba en el escenario, seguía llegando público a la explanada. Cinco enfermeras alicantinas lucían sombreros vaqueros de la época de Music. “Hemos venido porque a lo mejor no vuelve a España. Ya tiene 50 tacos”, comentó una de ellas. “Pues igual que tú”, le recordó una amiga y las cinco se encaminaron riéndose hacia la entrada. “Hay que verla aunque se una vez en la vida”, razonaba Clara, que venía desde Madrid con Gonzalo, Rafa y Marta. Era su cuarto bolo madonnero. “Nos da igual si canta mal, venimos a ver el espectáculo”. Aquella tarde en Cheste, de espectáculos íbamos servidos. Como el que ofrecía una pandilla procedente de Barcelona, con todos sus miembros ataviados con camisetas negras. Cada uno de ellos llevaba impresa en el pecho una de las letras que forman la palabra Madonna. Cuando intentaron forman en orden para posar ante la fotógrafa, se desató el caos.

--“Falta un “A” –exclamó la “D”

--¡Y tampoco está la “M”! –anunció  la “O”.

Al final apareció la “M”, que se había despistado no se sabe muy bien dónde ni con quién. “Eres la M de mema”, le recriminó uno de sus compañeros. En cuanto a la otra “A”, mejor nos olvidamos. “Seguro que ya está en la primera fila”, sentenció una de las N, antes de que todos se perdieran entre la muchedumbre. 

Menos mal que estaban Los Padres de Lola DJ’s…

Pasaban de las nueve. En la cabina donde se recogían las acreditaciones y las entradas adquiridas online, cinco azafatas contaban los minutos para que se cerrara el chiringuito y poder disfrutar del concierto. Llevaban doce horas atendiendo al respetable. “¿Lo más raro que nos ha pasado? Un señor nos ha enseñado una placa de policía y nos ha pedido que le enseñáramos una entrada para poder distinguirla de las falsificadas”, contó Andrea. 

Apenas quedaba media hora para que Madonna saliera al escenario y de repente en la entrada me encontré con unos buenos amigos. Arturo y Vicente, alias Los Padres de Lola Dj’s, acompañados por Carlos, marido del primero. se lamentaban del calvario que habían pasado para llegar. Coche, autobús, a pie... Son de Valencia y dos días atrás ya la vieron en Sevilla. “Madonna tiene todo lo que siempre he querido tener yo: Dinero. Así que le persigo allá adonde va a ver si descubro cómo lo consigue”, nos explicó Arturo.  Y dicho esto, se tomaron un trago de tequila, posaron junto a la basura y ante los puestos de bocadillos con ristras de longanizas colgando, y luego entraron al concierto. Quince minutos después, se apagaban las luces y se oía el clamor del público; comenzaba a sonar la música y Madonna dijo aquello de “Hola Valencia”. Por supuesto, no hubo ni vestido fallero ni pasodoble; salvo el saludo inicial, todo lo demás es calcado a otros shows. 

Laura y yo llevábamos más de cinco horas pateando la explanada, hablando con todo tipo de seres humanos, convenciéndolos para que se dejaran fotografiar. Mientras sonaba la primera canción, contemplamos nuestras entradas, nos miramos, y sin necesidad de decir nada, emprendimos lentamente el camino que nos llevaba hasta mi coche, aparcado a un par de kilómetros de allí.

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