Habla echanove

Consejos para navegantes

Don Juan Echanove se estrena en Guía Hedonista y lo hace una declaración de intenciones tan sincera como necesaria

| 06/05/2016 | 5 min, 13 seg
Consejos para navegantes


La apertura de las puertas, el derribo de fronteras, el tender puentes, la abolición de las lineas rojas, el respeto a la pareja, la capacidad de olvidar, la correcta utilización de la memoria, la necesaria autocrítica, la injustificación del fin como hábitat del medio, la solidaridad activa, la renovación de las bases, el reciclado en general... tanto si es verde como si es morado, la prohibición de defecar en la vía publica... ya provenga tanto de animales como de animales de dos patas, la penalización del que agrede al ciclista... tanto como la penalización del ciclista que haga de la vía publica su territorio comanche particular, la destrucción total de la mentira, la volatilización absoluta de la impostura, el compromiso eterno con la madre tierra, la conversión del grito en silencio y meditación, la lectura como grado cultural, la cultura como el pan, integrar el derecho a soñar en la declaración universal de los derechos humanos, entender el amor como un sueno posible, elevar el precio de la fama como paso previo al destierro del “famoseo”, aborrecer el cotilleo para dejar paso a la curiosidad, el derecho a comer, el derecho al techo, el piropo como arte, darle a la sonrisa un espacio en el DNI tan importante como la foto, la obligatoriedad de ponerse, al menos una vez al día, en la piel del otro, no dejar que las palabras se gasten de tanto usarlas en vano, traficar continuamente con besos a cambio de caricias... y viceversa.

El darse cuenta del daño provocado, el fin de la pantalla táctil y la recuperación del roce de la piel, la rebelión contra el sobeteo en los controles aeroportuarios, el reconocimiento del mañana por aburrimiento del presente, el darle a la familia de cada uno el espacio que se merezca... sin cortapisas, no pagar con los clientes el encono con los jefes, descubrir que nunca es tarde para el comienzo de la primavera, afiliarse al más allá y romper el carnet del mas acá, el renunciar a la inmortalidad por mero sentido común, dejar los “servicios” al salir como los encontraste al entrar... e incluso mejorarlos, pregonar a los cuatro vientos el comienzo de la fiesta, la obligatoriedad de llevar en la cartera al menos una foto carnet de Juan Manuel Serrrat, albergar la posibilidad de que algún día alguien llegará a querernos mas de lo que nos merezcamos, recuperar de una vez el bocadillo de calamares y sacarlo de la lista de especies en vía de extinción, la despenalización de perder el tiempo miserablemente, el derecho a no entender de futbol, el entender que el hecho de cantar nunca puede llegar a ser competitivo, el desear a la mujer de tu prójimo sin que este se entere, terminar la jornada laboral cinco minutos antes de los veinte que te endilgan, la necesidad de incluir la bandera de Eurovisión entre las banderas de las organizaciones terroristas mas letales del planeta.

El derecho a comer dos platos y postre en los restaurantes de postín y a negarse a comer cuarenta mil platos imposibles, el exigir que alguien nos diga de una vez por que los catalanes llaman al emparedado de jamón y queso a la plancha... bikini, el enterrar el flaco favor para que rebrote el favor gordo, apostatar de la hombrera como elemento de la moda, el no descargar sino el cargar, la imposición del silencio en el tren de tu vida, lamer el borde de la copa y el borde de una boca, el no protestar cuando alguien te invita, dejar hacer pero no dejar pasar, perdonar pero no olvidar, beber vino como si se fuera a acabar, reconocer que la moderación es el refugio del cobarde, el exceso frente al deceso, destruir los ciento cuarenta caracteres con versos infinitos, maridar el honor con la palabra, ser del creer y reírse del no saber, el derecho a que se nos extirpe de una vez el chip de la propiedad privada.

Mo comportarse como una esfinge ante un buen chiste, olvidar la movida para volver a mover, retornar las tertulias a las mesas de los cafés, reconocer el derecho a no opinar incluso cuando te pidan opinión, invertir recursos económicos en adelgazar sin régimen, cocinar de todo menos encuestas, mandar cartas por correo ordinario aunque el remite y el destinatario coincidan, no comprar billete de ida y vuelta, llorar de alegría, dar rienda suelta a la pasión, hacer de la duda tu compañera de litera en el vagón nocturno de las certezas, dejar que la gente crea en la navidad aunque uno la celebre en bañador, escuchar al menos una vez en la vida la oferta telefónica de vodafone y mostrarse interesado hasta el final, entender sin disculpar la corrupción después de la devolución total de los jurdores, cambiar la letra del corrido “rodar y rodar” por “votar y votar”aunque a estas alturas sea un acto temerario, comerte un pollo asado enterito y del tirón al menos una vez en la vida, reconocer que escribir con el pulgar es vulgar, pasar de todo menos de largo, no premiar para no ser premiado, aterrizar por decoro con la altura, reflexionar antes que contemplarse en los espejos, no guardar para mañana lo que no sepas disfrutar hoy, tirar a la basura al menos el treinta por ciento de los objetos en las mudanzas, decirle a Ikea que lo de la república independiente de mi casa y sobre todo lo de que no es mas rico el que mas tiene es una suprema gilipollez, santificar las siestas, poder hablar íntimamente con Siri, y dejar de creernos de una maldita vez que todos llevamos dentro un entrenador de futbol, un presidente del gobierno y un chef de cinco estrellas son cosas que hacen el devenir cotidiano un poco mas manejable.


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