¿qué vinos eligió pitu roca en su cena dedicada a valència?

De València al mundo

Hoy vamos a meternos en un buen lío. O en un lío de los buenos, todo depende de cómo se mire. De la mano de uno de los más grandes, eso sí. Del maestro Pitu Roca. Porque la selección de vinos la ha hecho él. 

| 01/12/2017 | 3 min, 13 seg

Concretamente fueron los elegidos para una cena muy especial con València como protagonista. Platos de raíces levantinas con vinos de la tierra. Esa fue la propuesta. Pero como no somos de plagiar, vamos a darle la vuelta a la tortilla, que mira que nos gustan unos huevos bien hechos. Nos quedamos con lo bebido y nos lo llevamos a otros mundos. Porque estos valencianos viajan requetebién y nos encantarán con platillos de aquí y de allá. El hedonismo más viajero sin salir de casa.

Comenzamos con unos aperitivos. Pequeños saltos desde Perú a Japón. De Bélgica a Argentina. Porque somos así de auténticos. Y sin más nos servimos una copa de Orange wine 2016 (Mariano de la Cueva) que se hace un limpio hueco en nuestra memoria de frutillas del bosque. Uvas tardana y macabeo que se beben sin sentido y que acompañamos con un tiradito de salmón. Vamos allá, que llega un cava, el Tantum Ergo Pinot Noir rosé 2015 (Bodegas Hispano-Suizas). Seco, directo y vinoso lo tomamos junto a unos mejillones acompañados de patatas fritas. Las burbujas juguetean y volamos a Bruselas. Sin más dilación atacamos a un tinto, el Celler de la Muntanya Vi de Microvinya 2014 (Celler de la Muntanya) que devoramos con unas empanadillas de carne. Combinación llena de afecto y sabrosura. Tal para cual. El Cullerot 2016 Tinajas (Celler del Roure) es mezcolanza de variedades blancas chulitas y monas. Y moneamos con un donburi de erizo de mar. Anaranjamientos que nos pierden.

Damos paso a la parte más seria (que no aburrida) del menú, con El Carro 2016 (Rafa Bernabé Viñador). Sabroso e incisivo nos lo llevamos de chinorris y nos metemos entre pecho y espalda unas patas de pollo aliñadas. Chupito de lagarto, que seguimos. ¿Con qué? Con el fantástico Trepadell Curii Uvas y Vinos 2016 (El vino de Violeta Gutiérrez y Alberto Redrado) que recorre la boquita de matices para quedarse persistente mientras saboreamos unos tacos de cochinita pibil recién llegados de México. Y sin dejar de sentir Valencia, soñamos. Soñamos con la sedosa acidez de El Sueño de Bruno Murciano y David San Pedro 2013 (Compañía Vitivinícola del Mediterráneo) y a saltitos de canguro llegamos a Australia, donde nos espera una hamburguesa de emu. Nos va apeteciendo una paella, todo hay que decirlo, pero nonono, que no es hora de volver a casa. Así que le damos al arroz, pero en su versión italiana. Un risotto de setas junto a al equilibrio del Quincha Corral 2012 (Bodegas Mustiguillo). Elegante maravilla. 

Nos reflejamos ahora en la suave vainilla de Las Quebradas 2014 (Enrique Mendoza). Justa frescura para saborear con una barbacoa americana, costillas a tutiplén y mucha, mucha fiesta. Ya llega el dulce, cierre de un banquete en condiciones, con el meloso Casta Diva Cosecha Miel Moscatel (Gutiérrez de la Vega). Amielados duraderos con un clásico de los vecinos del norte, foie micuit con unas tostadas de brioche. Y el punto y final lo pone un grande enorme, el MGWines Fondillón 1996 (Salvador Poveda). Ardiente señorío. Sin más. Y con un trocito de stilton, por favor. 

Hasta aquí hemos llegado, mis tigres, que todo lo que empieza acaba, una retirada a tiempo es una victoria y tampoco es cuestión de molestar ni interrumpir. Pronto, muy pronto volveremos con las aventuras más hedonistas y buenos vinos para brindar. Y para beber, claro.

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