Un conductor maneja su 'smartphone' mientras circula por carretera.Aún no hemos llegado a final de año con los días que nos esperan y ya hemos rebasado la cifra de muertos en carretera de todo el 2016. La tendencia del descenso de mortalidad de la última década se ha hecho añicos. Ya llevamos la friolera de 1.165 fallecidos en las carreteras de nuestro país con otras tantas familias destrozadas de dolor. El modelo que funcionara entre el 2004 y el 2013 donde se recortaron más de dos tercios de muertes, pasando de 5.500 a 1.700, está obsoleto a todas luces ya que la velocidad se ha reducido de forma drástica (ya no vemos a nadie por encima de los 130/140 km hora en autopistas o carreteras) y los adelantamientos, que era otra de las causas, prácticamente no se producen por la cantidad de vías de doble ancho en un sentido.
¿Qué está pasando para que vuelvan a batirse récords nefastos de muertes, precisamente cuando mayor seguridad activa y pasiva ofrecen los vehículos?
Hay dos culpables totalmente definidos: el Gobierno y sus distintas administraciones que deben velar por la seguridad de las carreteras, y los conductores
Tenemos un serio problema de infraestructuras; vamos que las tenemos hechas una mierda hablando claro. El último informe de RACE ( Real Automóvil Club de España) ya alertó sobre los 3.264 kilómetros de Alto Nivel de Peligrosidad, lo que supone un 13,2% del total de las carreteras que se encuentran en estado lamentable. Y nunca mejor dicho lamentable, ya que no hacemos mas que lamentar muerto tras muerto. Es inconcebible que con los impuesto directos e indirectos que pagan los propietarios de vehículos no se destine lo necesario a estos menesteres. Estamos hartos de que se pasen la pelota por aquello de que las carreteras dependen del Gobierno, de las diputaciones o de los ayuntamientos; unos por otros la casa por barrer.
¡Ya está bien!
Una conductora mantiene una conversación en tránsito.Los despistes son ya la tercera causa de mortalidad en accidentes de tráfico, de los cuales un 50% se hubieran podido evitar si el conductor hubiera estado atento. ¿Quién no ha ido alguna vez distraído con algo o alguien y de repente se percata que han pasado unos segundo sin la consciencia de conducir? En ese minúsculo espacio de tiempo podía haber ocurrido lo peor sin ninguna reacción por nuestra parte.
Los fabricantes han avanzado mucho para que podamos manejar todo lo relativo al sistema audio-visual desde el volante o con la voz, pero el móvil, del que muchos no se separan ni para dormir, es uno de los mayores enemigos de los conductores. Les diría más: incluso aunque llevemos la versión manos libres, la distracción ante una llamada es evidente y en muchas ocasiones absorbente. Nos hace pensar en otros asuntos que no son única y exclusivamente la conducción del vehículo o la posible complicación repentina del trafico en general, y en consecuencia la mermada o nula reacción por nuestra parte.
Es necesario que comiencen a tomarse en serio los gobernantes este asunto del móvil si no quiere ver la distracción como la primera causa de muerte al volante o, lo que es peor, que la dichosa moda telefónica les lleve a tasas de mortalidad de otras décadas.
Persuadido de que el uso de dispositivos móviles por los menores de 16 años terminará prohibido en los centros educativos por su impacto en la adolescencia, el psicólogo clínico catalán, autor de 'Cómo las pantallas devoran a nuestros hijos' y experto en conducta suicida del menor, alerta sobre la agudización de este último problema, especialmente entre las chicas.
