Hace unos años comenzó a intentar capturar su propio cuerpo en la asignatura de fundición, en Bellas Artes, de la mano de su tutora Carmen Marcos. Ahí empieza el interés de la artista por las formas, la estética y los códigos resultantes. De esta misma manera el relato sirve para capturarla artista en un momento de crecimiento en el que el cuerpo y el gesto cambia y se descubre: “Enseño gestos y formas, como por ejemplo ir a hacerme las uñas. También la alfarería y perfeccionar lo que se muestra a través de cómo somos”. De esa manera lo que se expone ahora podría ser totalmente diferente en unos años, y ahí también está la magia.
En el proceso captura un cuerpo que de alguna manera vive al intemperie y si tuviera una herida quería también inmortalizado en todo esto: “Soy una chica que vive en su universo estético, que conlleva una expresión corporal y una forma concreta de manifestarlo. Aunque por supuesto hay mil maneras de experimentar la feminidad y de mostrar al mundo en ese aspecto”. Todo esto ve la luz gracias a un curso de joyería que tuvo en la Fábrica 12 junto a Laura Villot, sin la que no existirían las piezas y gracias al proceso de fundición de FundiArt, quitando algunas pequeñas piezas que sí que fueron realizadas en la facultad de Bellas Artes.
El reto viene también marcado por el espacio, en una sala con un acabado abierto y limpio logra que su propuesta concuerde perfectamente con lo que le ofrece Guillermo Ros, quien cede el espacio y forma parte activa de un montaje en el que calor y frío se debaten: “Era un reto adaptarlo para que quedase limpio. El espacio en cierta manera es frío, pero los procesos que se llevan a cabo para crear la obra tienen que ver con el calor y con el contraste. Al final llevo a cabo un contraste metafórico, de procesos de calentar el metal y la cera hasta dejar un cuerpo rígido y frío”.
En la idea final de tener el cuerpo al descubierto en la exposición habla de poder disociar de sí misma a través de la obra, en un momento en el que lo que se queda expuesto es más bien un personaje que la persona:”Al final no lo siento como si me expusiese a sí misma. Al quitarme los moldes pienso que las piezas ya no me pertenecen. A la vez pienso que si esto lo viera la Aina adolescente fliparía sobre lo que estoy haciendo”. Finalmente Aina se sorprende a si misma en una muestra en la que -como buena artista- aprende a dejarse la piel y a perder el miedo a ser vista.