Top doce

El Poblet

Luis Valls Rozalén

El restorán de Quique Dacosta en València está de enhorabuena porque acaba de cumplir diez años; diez temporadas donde la alta cocina, la sensibilidad, el talento y el territorio han brillado en pleno centro de la ciudad. Y lo hacen gracias a Luis Valls, quien en 2018 llegó a los fogones y los revolucionó con su creatividad y una propuesta cercana y pegada al territorio.

No es fácil encontrar un restaurante creativo de este calibre en una capital de provincia más allá de Madrid, Barcelona y San Sebastián, y eso dice mucho y bueno del tremendo momento que está viviendo València, pese a todo lo que se nos viene encima. Fue en 2012 (parece que han pasado mil vidas) cuando Quique nos presentó la que sería la propuesta de su casa en la calle Correos: ser una embajada de alguno de los mejores platos de la historia de Dacosta en Dénia. Parecía un buen plan, pero no imaginábamos lo que pasaría con aquel chaval en cocina llamado Luis Valls. No imaginábamos que su talento brillaría como una supernova ni que Quique sería tan generoso en su forma de gestionar el proyecto: dejarle hacer, que tomase las riendas de la cocina, dejarle ser el cabeza de cartel. Bravo.

Poco a poco Luis fue virando el discurso gastronómico hacia una propuesta personalísima, pegada siempre al territorio. Una cocina intensa, rotunda y de cercanía, donde el sabor importa más que el envoltorio; platos donde la técnica es una herramienta para celebrar el placer, donde el producto no es actor secundario sino absoluto protagonista. El cocinero lo tiene claro: «Yo siempre intento elegir y focalizarme en un producto al cual creo que le puedo aportar cosas. Sabores, matices y técnica, pero siempre cuidando la materia prima original. Me gusta enseñar la esencia del producto y Quique me apoya en ese camino». Se nota y se agradece. Si tuviese que definir a día de hoy cuál es el mejor valor de la experiencia gastronómica en El Poblet sería, sin duda, el equilibrio, pues es, al fin y al cabo, lo que uno espera de una gran comida, ¿no? Que todo funcione como un reloj. Simpatiquísima y siempre atenta Ana Botella al mando de la sala, el sumiller Hernán Menno aportando conocimiento y sensibilidad en la parte líquida y un equipo que es mucho más que un equipo: es una tribu. Dos únicos menús cuyo ADN es el territorio, en concreto La Albufera: cangrejo, anguila, pato azulón, embutidos, huerta, ahumados, sepia i garrofó. Un hilo invisible que conecta el costumbrismo de Blasco Ibáñez con el genio de Quique Dacosta. Un restaurante excepcional.

En confianza: Las salas dedicadas a reservados son, sin duda alguna, unas de las más cotizadas de la ciudad de València. Trinchera perfecta para una celebración especial en familia o para una reunión de trabajo donde reine el placer, además de la discreción. 


¿Qué puedo encontrar?

  • Creativa

  • Vinos

  • Menú

¿Qué pido?

Los arroces son gloria bendita y el de esta temporada, sepia y bleda, es para recordar