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crónicas por los otros / OPINIÓN

Gracias a la vida

Hoy cumplo 41 años. Si todo va bien y la vida no me juega una mala pasada, se supone que estoy en la mitad. A mitad camino de mi vida. 40 años por atrás y otros 40 por delante que espero seguir viviendo intensamente. Solo puedo que dar gracias a la vida y pedir un deseo: cumplir muchos más.

11/08/2018 - 

Quizá pueda parecer algo narcisista compartir con todos ustedes mis cumpleaños, pero no lo es. Esta efeméride tan personal y tan importante para mí y los míos simplemente me sirve para invitarles a todos ustedes a reflexionar. Es la excusa que me ha venido de cara para compartir con todos ustedes reflexiones varias que nos llegan cuando paramos, cuando nos detenemos.

Y ahora en plena época estival y de vacaciones puede ser un momento ideal para los balances. Si se juntan las vacaciones con un cumpleaños, la reflexión y los balances están asegurados aunque sea sin querer. Y es que para algunos y algunas fechas señaladas como los aniversarios pueden servir también para parar, detenernos y meditar además de celebrar la vida.

Los aniversarios además de invitarnos a celebrar la vida, nos puede servir para valorar y hacer balance de dónde estamos, de dónde venimos y dónde queremos ir.

Me gusta seguir disfrutando de los cumpleaños con esta ilusión, alegría y entusiasmo que arrastro desde que tengo uso de razón. El día de mi cumpleaños siempre ha sido motivo de alegría y por eso me gusta celebrarlo con toda mi gente y en varias ocasiones.

Pero es un sentimiento no compartido siempre. Mucha gente prefiere dejar pasar el cumpleaños sin pena ni gloria y huyen de las felicitaciones y reconocimiento público. “Qué pase rápido” es lo que esperan de un día que a mí me gustaría que nunca acabara. Para gustos, colores. Influye mucho el momento vital que estemos viviendo y las circunstancias que nos rodean, pero la actitud y la voluntad hace mucho.

El balance

Tengo muchos motivos para celebrar y sonreírle a la vida a pesar que este año ha sido uno de los más complicados que he vivido en mucho tiempo aunque soy consciente que todavía me queda mucho malo por vivir.

En estos 40 años vividos mi balance es totalmente positivo si sigo las premisas generales de salud, dinero y amor. He tenido buena salud, satisfacciones personales y profesionales y mucha gente que me quiere.

Soy consciente que he nacido y crecido en un mundo de rosas, rodeada de cariño y atención. Soy una autentica afortunada y una niña mimada. Y eso me ha dado la fuerza y seguridad necesaria para tener el deseo de comerme el mundo y que no me haya conformado con la vida entre algodones que mi entorno y los míos me ofrecían. Yo he decidido “complicarme la vida” y hacerla más difícil, menos cómoda pero más intensa. Una vida elegida.

Ante momentos difíciles, lo que hace que considere que no tenga derecho a la queja, a la autocomplacencia o al hundimiento es que la dureza de las realidades que me rodean las he elegido yo directa o indirectamente.

Aquí radica la diferencia entre sentirse víctima o responsable de una situación. Y por ello invito a quienes se sientan pequeños y miserables en algún momento de sus vidas que analicen si son víctimas o responsables, a mí personalmente me alivia y mucho.

Vaso lleno, vaso vacío

Y el balance del que hablo, el balance vital, el balance de éxitos y de fracasos por simplificar mucho el asunto, viene marcado por las realidades duras de verdad que nos rodean. Compararme con mi entorno cercano o lejano hace que vea en el punto que me encuentro. Realidades duras que no hace falta que estén muy lejos porque en mi entorno cercano me rodean personas con vidas realmente difíciles.

Las realidades en países en desarrollo son dolorosísimas sólo de pensarlas porque los contextos también son tremendamente duros, pero las realidades más cercanas en entornos desarrollados no dejan de tener una crudeza tremenda a veces.

Al final de camino todo está en el prisma con el que se viva la dureza y crudeza de algunas realidades. Existen auténticos dramas que los principales afectados los llevan con una dignidad y un sosiego que es digno de admirar, y otros dramas que no son gestionados de la manera menos dolorosa y que nos hunden en una auténtica miseria. Y eso es algo digno de admirar. Esas personas fuertes, que siguen sonriendo a la vida y que le ven el lado más positivo a todo tipo de sufrimiento. La gestión de las emociones y de los sentimientos es vital para vivir una vida digna y feliz.

Hace años me dijo una terapeuta a la que acudí en busca de consuelo que los sentimientos vienen marcados por los pensamientos y que según pensemos y miremos la vida, sentiremos de una manera u otra.

Y desde entonces ese es mi empeño. Mirar la vida con ese prisma de optimismo y de positividad. Controlar mis pensamientos y prepararme cada día para gestionar los inconvenientes y las durezas que antes o después nos llegarán. A veces lo consigo, a veces, no.

A pesar de los pesares, siento que estoy en el mejor momento de mi vida porque además de gozar de buena salud, y de no tener ausencias importantes entre mi gente más querida, llevo dos años siendo mamá. La maternidad me ha llevado a otra dimensión tanto en fuerza como en miedos. Y me ha llevado a situaciones que nunca pensé vivirlas ni de cerca, todas inmensamente positivas. Puedo seguir disfrutando de mis padres y compartirlos con mi hija. Y esto no ha hecho más que empezar.

Una maternidad que sólo me ha dado alegrías aunque esté aún en el proceso de adaptar mi vida personal y profesional a ella.

Invito a que todos ustedes encuentren la efeméride que quieran, el momento que deseen o el motivo que les toque para hacer balance de nuestras vidas. Hoy solo quiero quedarme con lo bueno que tengo, que no es poco, porque… Hoy estoy contenta. Hoy cumplo años. Hoy me como el mundo.

Como dice la canción… ¡gracias a la vida que me ha dado tanto!

La semana que viene… ¡más!

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