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AMORES DE VERANO

Heide Braun y Juan Pedro Font de Mora: cuando ser librero es mucho más que vender libros

Dos de los libreros más emblemáticos de la ciudad mantienen una intensa charla sobre libros, robos y motos en la que se define la visión sobre el futuro de librero

13/08/2017 - 

VALÈNCIA. Heide Braun pudo haber llegado de Alemania con su moto y con ella recorre Valencia desde hace años dejando el rastro de los libros que prescribe. El nombre su librería líquida, Sidecar. 

Juan Pedro Font de Mora, peso pluma, flota por la ciudad con su ciclomotor extendiendo la visión de Railowsky, la legendaria librería especializada en fotografía. 

Es la mañana en otra librería, la Dadá de MuVIM, y los dos protagonistas hablan y hablan mientras fuera se amontonan las nubes a punto de descargar. 

-Cómo nació vuestra vocación librera.

-Heide Braun: A los seis años. No soy precoz en otros temas pero en este sí. Cuando yo descubro la librería de mi pueblo, soy alemana, me parece un lugar fascinante. Me gastaba todas las asignaciones en libros. Pensaba que ese podía ser mi sueño. Más definitivamente me ocurrió cuando dejé los estudios y recorría las librerías de Friburgo ofreciéndome… Mi vida se había torcido y los libreros preferían personas más jóvenes a las que enseñar el oficio. Vine a España, aquí no había formación pero lo aprendí todo en la librería Dona.

-Juan Pedro Font de Mora: ¡Donde hoy está Railowsky!

-Heide Braun: Allí aprendí a fichar libros, a colocarlos por temas, contabilidad...

-Juan Pedro Font de Mora: ¿No te enseñaban a hacer devoluciones?

-Heide Braun: ¡Por favor! ¡Cómo se me puede olvidar, las devoluciones! Los albaranes, duplicar, marcar… 

-Juan Pedro Font de Mora: Yo nunca tuve vocación de librero.

-¿Entonces cómo has acabado así?

-Juan Pedro Font de Mora: Pensaba que lo de ser librero sería un proyecto bonito de tres o cuatro años y luego haría otra cosa… Ahora ya empiezo a pensar que igual sí me jubilo de librero. 

-Ahora ya sí…

-Juan Pedro Font de Mora: Si por las circunstancias que fueran tuviera que cerrar la librería tampoco sería para mí un drama, lo que sí lo sería es que acabara el proyecto Railowsky. Siempre que me tengo que presentar digo que soy fundamentalmente librero, porque nosotros hacemos exposiciones, soy medio galerista, presentaciones… Con un amigo de la facultad de Geografía intenté quedarme una librería en traspaso, la Época. No pudo ser y hablando con mi hermano Pepe, al que no le apasionaba el trabajo que tenía entonces, muy aficionado a la fotografía, se le ocurrió que podía ser buena idea montar una librería y con sala de exposiciones. Tenía 21 años. Habíamos heredado un campo de naranjos, que le da un toque un muy valenciano; la naranja entonces se pagaba bien. De repente me encontré con cuatro millones de pesetas. Lo normal hubiera sido comprarse un coche, pero no tenía ni tengo carnet de conducir. Así que abrí una librería. 

-Sois unos libreros atípicos...

-Heide Braun: Qué librero no lo es…

-¿Vuestros objetivos como libreros van más allá de vender libros? En el caso de Heide difundir el feminismo, en el de Juan Pedro difundir la fotografía...

-Heide Braun: No, lo es con mi consentimiento. Pero el objetivo principal es vender libros, aunque suena muy mal.  

-Juan Pedro Font de Mora: Porque nuestros clientes más que gente que viene a comprar libros son railowskyanos o sidecarianas… En el caso de Heide es ella la que va a las casas a llevar los libros. 

-Heide Braun: Tiene un punto romántico, ¿pero de qué vivo? Sobre todo de los libros que vendo en ciclos, presentaciones y en la feria del libro, ahí hago realmente la pasta. En la feria siempre tengo la sensación que las que no me han hecho caso en todo el año ahí vienen a redimirse. 

-Para eso están las ferias del libro, para la redención.

-Heide Braun: Me ocurre también que cada mes y medio hago un boletín de novedades -quiero recalcar que es muy bueno y muy famoso- y muchas de quienes lo reciben no son de València, entonces se compran el libro en otros lugares. A Juan Pedro también le pasará… 

-Juan Pedro Font de Mora: Aunque no soy consciente. 

-Heide Braun: Pues yo sí soy consciente. Muchas librerías de este país me echarán de menos. 

-Juan Pedro Font de Mora: Paco Camarasa, que tenía una librería referente de la novela negra, decía que muchos de sus clientes le pedían recomendación y luego se compraban los libros en grandes superficies.

-Heide Braun: Menos mal que nuestras recomendaciones son más difíciles de conseguir. 

-Juan Pedro Font de Mora: Paco, a la hora adecuada, cuando llegaba un cliente le invitaba a un vino y unos mejillones. Por eso a mí me gusta con algunos sacarles unas papas y unas cervezas. 

-Y has hecho la cerveza Railowsky…

-Juan Pedro Font de Mora: Pero ésa no la bebo que es muy cara. 

-¿Para ser librero ya no basta con estar detrás de un mostrador vendiendo libros?

-Heide Braun: Es una actitud. Las librerías que funcionan o tienen posibilidades están abiertas por gente peculiar que ha logrado crear redes, círculos… Ésta (Dadá) podría ser un ejemplo, Bartleby también… Más allá de la venta crean una familia. 

-Juan Pedro Font de Mora: Es un punto de agitación dentro del barrio, de la ciudad. Tenemos que saber de todo, de contabilidad, finanzas, logística, psicología… 

¿Entonces ante la era Amazon sois los últimos mohicanos o unos pioneros?

-Heide Braun: Los últimos mohicanos en absoluto. El paradigma está cambiando. El concepto de lo que es una librería está cambiando. Ya no es importante tener muchos libros, o muchos bestsellers, que esa venta ya se nos va; si competimos contra eso no tenemos nada que hacer. Jugamos a la historia de las relaciones humanas. 

-Juan Pedro Font de Mora: El concepto de librería tradicional cambia y las que vienen serán un conglomerado de historias que van más allá de la propia venta del libro. Aunque son peligrosos, cuidado, las librerías bar que acaban siendo simplemente bares. 

-Heide Braun: Cavallers de Neu fue de los primeros en València que comenzaron siendo librería y bar… 

-Juan Pedro Font de Mora: Primero empezaron como librería, luego como librería bar y acabaron siendo un bar que tiene algunos libros. Hay que mantener la estructura de la librería fuerte y luego dinamizar para que la gente tenga argumentos para acudir. Sumando de aquí, de allá, al final puedes pagar las facturas. El concepto clásico de las librerías se está acabando. 

Al respecto de los márgenes de beneficio de un librero Juan Pedro Font de Mora hace un recordatorio a pie de página: “como me sobran tantos libros compartí algunos con un amigo fotógrafo, con un sistema de depósito. Y entonces un día viene y me dice: Juan Pedro, esto es un desastre, un desastre: he vendido un libro de veinte euros, he tardado veinte minutos en convencer al cliente de que lo comprara y me he dado cuenta después de hacer cálculos que sólo he ganado tres euros.

-¿Desde que comenzasteis a vender libros, qué ha cambiado en la relación con los lectores?

-Heide Braun: Básicamente el lector, la lectora. Beatriz de Moura dijo que se dejó la editorial Tusquets el día que se dio cuenta que para ser más felices, más cultos, el libro había dejado de ser un impulso, que el lector que necesitaba leer para vivir ya no existía. Estoy muy de acuerdo. Compras un libro para regalar, para las vacaciones… pero el impulso vital de leer ha bajado, y es en gran parte por este tren de vida tan enloquecido. ¡La inmediatez es terrible! No poder esperar ni 48 horas, tiene que ser mañana… 

-Juan Pedro Font de Mora: Tenía una sección que me funcionaba muy bien que era el libro de pornografía. Los cuatro o cinco clientes que tenía desaparecieron de repente, claro. Ya lo tenían todo en la red. 

-Heide Braun: No se puede competir ante eso. 

-Juan Pedro Font de Mora: Es cierto que está habiendo un efecto rebote. Mucha gente empieza a buscar lo presencial, el contacto con un prescriptor...

-Heide Braun: Mucho, mucho. Me doy cuenta en las presentaciones de libros. Algunas no funcionan pero otras funcionan una barbaridad. Es una experiencia humana, ante al autor, poniéndote la firma, y allí de repente comprar un libro se vuelve necesidad. 

-Juan Pedro Font de Mora: Reflexiono sobre lo rápido que vivimos. Habrá que hacer un estudio en veinte años, es muy posible que el tiempo que vive la gente baje en los países avanzados por estos niveles de estrés. Querer ir rápido nos quita vida. Para qué has querido ir tan rápido... Es un suponer, claro. 

-¿Qué es lo mejor de ser librero?

-Heide Braun: Lo que más me priva es la prescripción, que alguien vuelva y diga “el libro que me recomendaste el año pasado me maravilló…”. Eso, que a la persona se le abra una ventana nueva gracias a ti. 

-Juan Pedro Font de Mora: Estoy esperando el próximo mejor momento, que será la creación de la Fundación Railowsky. Mi vida profesional va a durar lo que dura un maratón, 42 kilómetros y 195 metros. Estoy el kilómetro 32 hacia el 33. Cuando cruce la meta, si sigo vivo, traspasaré la librería. Tener la fundación garantizará que la experiencia acumulada de Railowsky sirva para seguir dinamizando la ciudad. Es un momento apasionante de mi vida. La fundación va a ser una silla de tres patas: la primera la promoción de la fotografía valenciana, que hace falta, tenemos una gran capacidad para exportar historias pero nunca para promocionar las propias; la segunda la concienciación para que se aprenda a leer la imagen, porque vivimos en un bombardeo constante de imágenes pero somos bastante analfabetos con lo que vemos…

-¡Ay, cuidado que te caes!, se escucha al unísono cuando Juan Pedro Font de Mora está a punto de caer del sofá.

-Juan Pedro Font de Mora: ¡La pata, la pata! Y la tercera pata de la fundación es utilizar la fotografía como proyecto de inclusión para gente pobre… o en riesgo de exclusión social, que es lo que se dice por miedo a decir pobre. Utilizar la fotografía como terapia. El libro ayuda muchísimo a superar la soledad. 

-Heide Braun: Hace unos años un grupo de mujeres de la Vall d’Albaida me llamó para que fuera a hablarles de mí. Con toda la vergüenza que tengo acudí. Conté quién era yo, qué era Sidecar. Y como un tupper iba sacando de la chistera libros e iba contando sus historias. Empezó a crearse el deseo: jo vull eixe! Jo l’altre! Jo també! Un día por las malditas redes sociales lo conté y me llovieron ofertas para ir a hacer lo mismo a muchos otros grupos. Allí me voy con mis cajitas.

¿Qué es lo más rocambolesco que os ha ocurrido en vuestro oficio?

-Heide Braun: Me lo temía…

-Juan Pedro Font de Mora: A mí me pasa cada ‘juanpedrada’... Hace quince días hicimos un acto en Railowsky con una película, una picaeta… tipo La clave. Acabamos tarde por la noche. Tengo una doble persiana y al cerrar el candado de la primera me di cuenta que me había dejado las llaves dentro… La copia la tiene una sobrina mía que se ha ido a vivir en Barcelona. Tenía la idea de que podría entrar sin llamar a un cerrajero. Me llevé de casa una escalera, caminé veinte minutos hasta Railowsky con la idea de meterme por la parte de arriba de la persiana porque como sois tan delgado… Conseguí meter la cabeza y una de las piernas, pero me quedé a metro y medio con el culo haciendo pinza. No podía ir para un lado ni para otro. Implicamos a todo el barrio. Los de la tienda de al lado fueron a buscar una radial. Lo volví a intentar, me empujaron y entonces lo conseguí.

-Todo esto también es ser librero. 

-Juan Pedro Font de Mora: O recuerdo las veces que han intentado robarnos libros. Como el hombre que iba con la barriga llena de libros y que tuvo la deferencia de ir a pagar un libro. ¡Pero oiga! Puedo perdonar si se roba un libro porque quieres leer y no puedes comprarlo…

-Heide Braun: ¡Pero no 25 si son para la reventa! Siempre hemos hablado de la necesidad de intercambiar información entre librerías… Nos llegó una vez que había una pareja que iba con un carrito de niños y te robaban la colección completa de los Astérix. Yo en la tienda que trabajaba entonces tenía toda esa colección. Los estaba esperando, a ver cuándo vienen los hijos de puta estos… Y maldita la gracia que libraba una tarde y justo al volver al día siguiente miro hacia los Astérix y no estaban. ¡Los limpiaron todos! 

-Juan Pedro Font de Mora: En el Slaughter de Ruzafa, una noche, se me acerca un chaval, bastante borracho él, y me suelta: tengo que confesarte una cosa, hace tiempo te robé un libro, un libro de postales de Taschen. ¿Pero le sacaste partido? Entonces estás perdonado. Me regaló una revista que él edita. Nos hemos hecho muy amigos. 

-¿Cómo son las sidecarianas y los railowskyanos?

-Heide Braun: Es gente que de alguna manera se ha quedado prendado de mi criterio. 

-Juan Pedro Font de Mora: Al final una librería acaba pareciéndose a quien la regenta. 

-Heide Braun: Tú eres tu selección. 

-¿La moto es el mejor medio de transporte para un librero?

-Juan Pedro Font de Mora: Las motos nos unen a Heide y a mí. Las de Railowsky son muy cutres, la primera, la Derbi, era muy práctica porque podías llevar toneladas de libros entre las piernas. Me duró 21 años. Al final me costaba mucho arrancarla. Una vez vino un cliente entusiasmado porque había visto una fotografía de Chema Madoz y quería comprar una. Yo le advertí que costaban a partir de 2.000 euros. Él se quedó desolado, pensaba que por 50 euros podía comprar una. Se estaba yendo triste y le dije: oye, pero yo te puedo dar esta foto porque tenía un almanaque dedicado a reproducir fotos de fotógrafos famosos y justo en el mes que vino él estaba la foto que él quería. Cuando acabe el mes de marzo yo te la doy y como tú no la quieres para coleccionar, la enmarcas y la vas a disfrutar igual que si fuera un Madoz de verdad, le comenté. Estaba tan agradecido que me dijo: ¿tú quieres una moto? Y me dio un ciclomotor. Le llamo la moto de Chema Madoz. 

Definitivamente eso también es ser librero…

Para culminar, y mientras llueve, recomiendan sus libros para el verano.

-Juan Pedro Font de Mora: Está mal que lo diga pero acabo de descubrir a García Márquez. He leído La mala hora, me ha encantado. Lo he leído porque vino un abuelo a Railowsky y me dijo, sin más: léete este libro. Este agosto voy a leer Cien años de soledad

-Heide Braun: Manual para mujeres de la limpieza de Lucía Berlín. Una mujer con una vida absolutamente brutal que logra contar lo que le ocurre con levedad y casi divertimento. Sus historias son desgarradoras, pero su mirada no lo es. 

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