GRUPO PLAZA

VALENCIA ES HISTORIA

Jerònima Galés, la tipógrafa humanista

Ésta es la historia de una mujer culta que quiso mantener su independencia en un entorno social que no reconocía el papel profesional e intelectual del sexo femenino. Una mujer que participó decididamente en la producción de libros y el contexto cultural de su época, el siglo XVI valenciano

| 12/12/2015 | 3 min, 0 seg

VALENCIA. «Valentia Expugnata à Iacobo primo Aragonum rege. M. cc. xxxciij.» («Valencia tomada por Jaime I, rey de Aragón, en 1238»), ésas serían las palabras que explicarían la principal imagen del libro, su momento culminante,la conquista cristiana de la ciudad que había dado lugar a todo un reino, la misma ciudad que pagabaaquella lujosísima edición para regalarla al príncipe de Asturias, el futuro heredero de la Corona. Así lo había decidido Jerònima Galés, la «impresora», que junto al oficial de su taller Pedro de Huete acababa de mostrar a los jurados de Valencia el bellísimo grabado que ilustraría la escena, con una aprobación unánime.

La portada se reservaba para el símbolo heráldico de la monarquía aragonesa, con el dragón alado sobre la cimera y el escudo del rey. Por debajo se leería la leyenda «En Valencia. En casa de la vivda de Ioan Mei Flandro. 1557». A pesar de llevar más de un año al frente del taller impresor y de haberse hecho cargo de él durante las ausencias de su marido, Jerònima demasiado sabía que su nombre no podía figurar de manera reconocida. Aparecía con orgullo, incluyendo el apellido familiar, en los documentos privados, pero una mujer no podía ser impresora a ojos de todo el mundo. A pesar de serlo. Ella lo era, pero su individualidad no se admitía públicamente más que con circunloquios a través de su difunto esposo, como «viuda de».

De hecho, la marca tipográfica preparada para aquella edición, la que diferenciaba su imprenta del resto, había incorporado la figura de un hombre. Un hombre instruido y sabio, con un libro debajo del brazo, vestido a la manera clásica y manejando un compás, instrumento de precisión bajo el cual se hallaba un cetro que atravesaba una corona real, el símbolo del poder y la autoridad —y también de Valencia—.

Sabía igualmente que no podía mostrar a una mujer controlando los conocimientos humanistas que debían regir sobre el poder. A pesar de que ella estaba instruida en dichos conocimientos y de que el humanismo proclamaba, en teoría, la igualdad de los sexos. La trascendencia de las mujeres debería esperar, por el simple hecho de ser mujeres... En un artículo clásico de los estudios de género, Did Women Have a Renaissance? (1977), la historiadora neoyorquina Joan Kelly planteaba una verdad incómoda: la periodización de la Historia está realizada con un sesgo masculino. Si bien es cierto que entre los siglos XV y XVI se desarrolló un movimiento cultural que, retomando elementos de la cultura clásica, produjo una renovación y un renacimiento de las ciencias naturales y humanas que están en la base de la modernidad y el progreso tal como los entendemos hoy en día, también lo es que durante aquel período se produjo igualmente la consolidación de una serie de cambios que redujeron las libertades y la individualidad femeninas.

(Lea el artículo completo en el número de diciembre de la revista Plaza)

next