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Animación

La magia en el laberinto

La película ‘Animal Crackers’ ha supuesto una inversión de casi 10 millones de dólares y la contratación de más de 150 profesionales; es la punta de lanza de la animación valenciana, la rama más vigorosa de la industria audiovisual

| 06/11/2016 | 11 min, 54 seg

VALENCIA. A la manera del chiste, va un español y triunfa en Inglaterra, en Francia, en Estados Unidos y en España no saben quién es. Ése podría ser el sucinto resumen de la trayectoria de decenas de profesionales valencianos de la animación que se han labrado un nombre en el extranjero, en Hollywood, y que para la industria local son desconocidos. Uno de estos triunfadores anónimos, Rafael Zabala, vive ahora en Serra, tras haber participado como modelador en películas como El Hobbit: Un viaje inesperado.

Zabala visitó hace unas semanas las instalaciones de Blue Dream España en el parque tecnológico de Paterna. Se encontró con el equipo que lideran Jaime Maestro y Nathalie Martínez, un tándem que ha puesto en marcha una de las iniciativas de animación más importantes de la historia del cine español, Animal Crackers. La película, dirigida por Scott Christian Sava y Tony Bancroft , es una producción estadounidense financiada con capital chino y realizada por españoles, un auténtico ejemplo de la nueva economía globalizada. Viene a ser algo así como la factoría de Almussafes de Ford en animación, y cada fotograma vendría a ser un coche.

El coste total de la película es un secreto. Las estimaciones de cuánto ha supuesto de inversión en la Comunitat Valenciana hablan de 10 millones de dólares. Blue Dream España ha dado trabajo a más de 150 profesionales durante todo este tiempo. La película, que se estrenará en enero del año que viene en China y después en todo el mundo, ha sido objeto de noticias publicadas en los principales medios estadounidenses dedicados a informar del mundo del espectáculo. Tanto Variety como Hollywood Reporter han dado cuenta, pues, de un largometraje que contará con unas voces en su versión original dignas de una superproducción: Sylvester Stallone, Danny De Vito, Ian McKellen o Emily Blunt forman parte del reparto. Con ser una película de tamaño medio, Animal Crackers ha despertado interés porque se trata de una de las primeras aventuras.

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El marcado acento español de Animal Crackers es incuestionable. De las nueve etapas que componen una producción de este tipo (guión, story-board, animática, previs, lay-out, animación, lighting, render y post-producción) la mayoría se han realizado en Valencia. El lighting, por ejemplo, que consiste en comprobar la iluminación de cada plano, adecuarla y fijarla, ha conllevado la contratación de una treintena larga de lighters. Éstos se encuentran en un bajo próximo a la oficina central de Blue Dream Studios, en el mismo edificio del parque tecnológico. La sala donde los animadores comprueban fotograma a fotograma está en penumbra,pese a que fuera luce intenso el sol de mediodía. Los ordenadores, cada uno,vistos desde lejos, son pequeñas hogueras que brillan con diversos colores, que tililan. Ahí está la película. Se crea segundo a segundo, entre bromas y chistes, en ordenadores rodeados de gadgets cinéfilos y vigilados por pósteres de películas clásicas fantásticas o de animación

El principal reto para poder dar satisfacción a las necesidades de Animal Crackers ha sido encontrar profesionales cualificados para el trabajo. Si bien en los últimos años la aparición de estudios reglados se ha sumado a la oferta existente de másteres y escuelas privadas, no ha sido bastante para dar abasto, y desde Blue Dream Studios han tenido que importar talento. En el equipo se han dado cita además de españoles de todas las comunidades, colombianos, japoneses, italianos, franceses... «Es el proyecto más grande que se ha hecho nunca en Valencia», constata Martínez sin atisbo de presunción. En España sólo le superan grandes producciones como Tadeo JonesPlanet 51 o Atrapa la bandera.

El crecimiento de la plantilla de Blue Dream Studios ha sido progresivo pero continuo, sin pausa pero sin prisa. «Ha sido difícil reclutar a la gente, pero tenemos un equipo muy bueno», insiste Martínez. Desde que en agosto de 2014 fueron contratadas las primeras cinco personas hasta la actualidad, han pasado de 5 a 116 personas y lo han hecho siguiendo estándares profesionales, sin regatear en salarios y apostando por el talento. Todo en un buen ambiente derivado de las afinidades electivas. «Lo bonito de trabajar en animación esque estás con gente que es muy parecida a ti en cuanto a valores», explica Maestro.«La animación es muy diferente a la ficción con personas reales», agrega.

Animal Crackers parte con una ventaja con respecto a otros productos que se realizan en la Comunitat Valenciana o en España, y es que contará con una amplia ventana de difusión. Como quiera que es una producción estadounidense, el estreno comercial está asegurado y la actitud receptiva de las cadenas locales también. Porque, paradójicamente, muchas producciones de animación españolas han tenido que travestirse de estadounidenses para poder gozar del refrendo de los programadores.

Yes que ni siquiera el éxito basta para convencer a unos ejecutivos que actúan con displicencia hacia el producto nacional, indiferentes a los reconocimientos internacionales. Un ejemplo: la serie Clay Kids,que ha creado el valenciano Javier Tostado, actualmente está en emisión en 60países, fue durante dos meses la serie más vista de la cadena británica Kix yel mes de mayo de este año volvía al número 1 tras las más de 40 reposiciones.TVE sólo hizo dos pases el año pasado a pesar de ser coproductor y haber invertido en ella medio millón de euros. TVE sí está emitiendo de forma ininterrumpida y con varios pases diarios desde hace más de un lustro Bob Esponja de Nickelodeon. 

Una actitud que contrasta con la de las televisiones italianas, francesas o británicas. En el país transalpino yen Francia un 50% de la animación que se emite es producción local; en el ReinoUnido, un 85%. Por el contrario, un estudio realizado por el ObservatorioAudiovisual Europeo señala que el porcentaje del tiempo de emisión que se dedica a la animación española en la cadena pública Clan es muy bajo. En 2013se aproximó al 1%. Sin embargo el destinado a series de la major Viacom, a la que pertenecen Nickelodeon y Dreamworks, rondó el30%, según una estimación de la nueva asociación Animat, que agrupa a nueve delas productoras de animación de la Comunitat Valenciana. Por si fuera poco, las series estadounidenses copan los mejores puestos de la parrilla año tras año, coincidiendo con la hora del desayuno, comida, salida del colegio y cena. Es más, la hora de la cena, la franja comprendida entre las 20:30 y 21:30 y que goza de las mayores audiencias, suele contener únicamente series de Nickelodeon.

Pero si en España, salvo casos puntuales como el de Tele 5, se tiene por costumbre dar de lado y menospreciar a la animación nacional, en la Comunitat Valenciana la situación llega al absurdo. «Es muy complicado trabajar en Valencia», constata Javier Tostado. «Canal 9 no nos hizo caso nunca. Nos ignoró. Y la normativa de las subvenciones valencianas nos obliga a asumir riesgos que no serían tales en otras comunidades autónomas», comenta. Algunos animadores incluso bromean con el hecho de que gracias a que Canal 9 siempre les obvió, han podido sobrevivir a la crisis que produjo el cierre de la cadena. De hecho, en los últimos cinco años se ha destruido la mayoría del empleo del sector audiovisual local y, sin embargo, la animación valenciana ha creado más de 800 puestos de trabajo. «Facturamos más en el extranjero que en España», sintetiza Tostado.

La apertura de la nueva RTVV parece haber despertado la ilusión entre algunos animadores, aunque sea mínimamente, y hay quien cree que no es una entelequia poder ser profetas en su tierra. Pero no todos comparten ese optimismo. Pablo Llorens, alcoyano, ganador de dos Goyas al mejor cortometraje, observa con cierto escepticismo el devenir de los acontecimientos. Según le consta, de los más de 500 proyectos que se han presentado para la nueva televisión, una décima parte son de animación. Ninguno es suyo. Tras trabajar con empresarios canadienses, en la actualidad lo hace con estadounidenses. Valencia no entra en su agenda. Y nadie parece darse por enterado.

Otros como Tostado prefieren seguir manteniendo la fe. «El futuro de la animación valenciana pasa por contar con buenas ventanas en nuestro país. Nos parece que es un tema muy importante en el que desgraciadamente nos encontramos a la cola de Europa. Estamos ilusionados con el proyecto de la nueva cadena autonómica valenciana y esperamos que no siga el ejemplo de TVE», comenta.

Mientras el futuro llega, en el parque tecnológico, Martínez y Maestro coordinan sus agendas. Las instalaciones de Blue Dream están ahora a pleno rendimiento y ellos ya piensan en lo que harán después, cuando vuelvan a vaciarse y buena parte de esos jóvenes se hayan ido. Tras más de dos años y medio con Animal Crackers les quedan por delante «cuatro meses intensos», en la descripción de Maestro. «Entre la emoción y los escalofríos», ante la incertidumbre del futuro, siguen ultimando los detalles del largometraje, una película que se construye imagen a imagen, segundo a segundo. En la actualidad tienen una ratio de producción elevada, explica Maestro: cuatro segundos a la semana por animador. Y todo ello, sin que merme la calidad de lo que se ve en pantalla.

Una calidad que no es sino producto de la labor continuada de todos los miembros del equipo. Encerrados en sus cubículos, en el laberinto de un edificio moderno, el centenar de animadores sigue trabajando. Se encierran en despachos, se graban sus gestos, y después los trasladan a los dibujos dándoles vida, forma y color. Pulsan una y otra vez en las pantallas, buscando hasta la última imperfección, el último detalle. Lo suyo es arte. Es artesanía. Tiene magia. La que surge cuando se unen talento y esfuerzo.

El gen valenciano

VALENCIA.- «Debe haber algo genético», bromea Javier Tostado. El director y presidente de la nueva asociación de empresas de animación valencianas Animat destaca cómo, estadísticamente, la Comunitat Valenciana tiene un peso y una importancia profesional muy por encima de lo que la campana de Gauss vaticinaría. «Tenemos prestigio no sólo a nivel nacional, sino también europeo», comenta por su parte Maestro.

Atendiendo a los galardones, durante las dos últimas décadas la animación ha sido, más que la punta de lanza de la industria audiovisual valenciana, la punta, la lanza y el mango. Desde que en 1995 Pablo Llorens ganase su primer Goya con Caracol col col, se han logrado otros cuatro más: Señor Trapo (2002, Raúl Díez); Regaré con lágrimas tus pétalos (2003, Juan Carlos Marí); El enigma del chico croqueta (2004, Llorens) y El vendedor de humo (2012, Jaime Maestro). A ello hay que unir el éxito de Paco Roca con su adaptación de Arrugas, si bien fue realizada por unas productoras gallegas y catalana, nominaciones como las de Sam o Álex Cervantes

El año 2017 se prevé importante para la animación valenciana. Además del estreno de Animal Crackers, se espera el de Tikato, que impulsan los hermanos Díez desde Pasozebra. Igualmente, para entonces debe estar concluida la incursión del veterano productor Ximo Pérez en la animación con el film Bikes, una película que, al igual que Animal Crackers, ha contado con financiación china. A esto hay que añadir la nueva peli de Paco Roca Memorias de un hombre en pijama, que coproduce el estudio valenciano Hampa y que ha sido seleccionada por el Festival de Annecy.

Nueve empresas valencianas (Keytoon, Hampa Studio, 3DE3, Conflictivos, Pasozebra, Potens Plastianimation, Blue Dream Studios, Clay Animation, y Somnis Animació) se han agrupado en Animat y esperan sumar a más los próximos meses, hasta que al final aglutinen a todos. Son conscientes de que los próximos años son claves para que se consolide un modelo de producción que ha crecido al margen de la Administración y de unas televisiones, especialmente las públicas, que sistemáticamente desprecian a la animación nacional y priorizan cualquier producto extranjero.

Sus reclamaciones hacia la Administración quieren sobre todo que sirvan para que exista una optimización de las subvenciones, que en la actualidad penalizan a los proyectos valencianos en comparación a los de otras comunidades, así como del uso que se hace del dinero público. «No puede ser que los ciudadanos no tengan acceso a producciones españolas de calidad en las que se ha invertido mucho dinero público. Es un derecho de los espectadores que una cadena pública no debería vulnerar», explica Tostado. La paradoja es que si un valenciano quiere disfrutar, por ejemplo, de su serie, lo tiene más fácil si vive en Liverpool que si está domiciliado en Godella. Como el chiste, ya se sabe: Va un español y triunfa; no estaba en España.

(Este artículo se publicó originalmente en el número de junio de la revista Plaza)

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