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OPINIÓN

La semana fantástica de Peter Lim

Ahora solo falta que los altos directivos, como Suso, se sientan respaldados, puedan tomar decisiones sin temblarles el pulso y que se vuelva a tener esa sensación de club serio que, en los últimos años, ha brillado por su ausencia...

6/05/2016 - 

VALENCIA. Si esto fuese una temporada normal, lo de hoy versaría sobre el partidazo que nos espera en el fin de semana. Visitar Chamartín siempre está marcado en rojo en el calendario cuando salen los enfrentamientos allá por el principio del verano. Pero vista la deriva y el naufragio deportivo, el partido contra el Madrid no tiene más aliciente que ganar al flamante finalista de Champions por aquello de fastidiarle la liga y tener esa alegría tan ochentera, que es lo único que nos queda.

Y lo que nos queda es el carrusel de rumores. El zapear en el dial de la radio y en la tele, el leer las diferentes cabeceras deportivas donde hablan de tal o cual jugador o del casting para el banquillo. Y como siempre, filias y fobias. Trincheras. O sea, mal. Muerto al llegar. Los Jemecistas contras los Pellegrinistas, por ejemplo. O los haters de Albiol contra los Albiolovers, por poner dos.

Pero en esas que llegó ÉL. La propiedad transformada en persona. Ya ves. Todos rajando de su presencia en Getafe y no aparecer en Valencia. Porque seguro que le han aconsejado que no asome su morro sesentón por la terreta. Que las cañas se han tornado lanzas, le habrá chivado al oído algún versador d'albaes interesado. Y mira tú por donde, estuvo en su palco privado viendo el partido contra el Villarreal, viendo lo mismo que usted y yo, pero bebiendo algo sofisticado para el mal trago, que para algo es el jefe. Y se puso manos a la obra esta semana. Hablando con unos y otros. Poniéndose el mono de faena y palpar la situación del club. Escuchando a Suso, entiendo. A Alexanco. A toda la gente que tuviera algo que decirle. Y llamó a Laporta, un tipo listo, fuera de los juicios morales y personales, amigo de su amigo Mendes y que fue el presidente que despertó al Barça, por lo que de gestión de clubes, algo tendrá que decir. Y con esta coentor que nos caracteriza, todavía nos atrevemos a exigir con quien o con quien no puede reunirse el tipo que se ha sacado la cartera para salvar al club del barrizal en el que lo pusieron los burgueses autóctonos. Pues oigan, Laporta puede aportar la visión de como se ve el Valencia desde fuera. Con la distancia corta que proporciona Barcelona. Y sentido crítico sin caer en el sentimentalismo. Para que lo entiendan: nunca vemos a nuestro hijo como un pequeño cabrón en potencia, aunque haga cosas de cabrón, se comporte como un cabrón y todos digan que es un cabrón. Ahora bien, si las mismas cosas que hace nuestro hijo, las hace el del vecino, no dudamos un segundo en catalogarlo.

No soy quien para dar lecciones a nadie, pero según parece, las decisiones tomadas desde esos puntos de vista son más efectivas que aquellas realizadas en caliente. Y eso nos descoloca. Nosotros, falleros, miembros de juntas directivas realizadas los jueves por la noche, con carne en la panza, gintonic y puro en la mano, no entendemos otra manera de gestionar si no es con el corazón y el puñetazo en la mesa. Nosotros, tan capaces de quejarnos de la juventud de la actual plantilla, nos rasgamos las vestiduras porque en la ronda de futuribles aparecen jugadores de treinta años. Nosotros, tan nuestros, tan inconformistas sin aportar soluciones, solo que no falte ginebra.

Por eso, el castillo de naipes se está desmoronando con esa pequeña corriente de aire que entra por la ventana entreabierta. Ahora solo falta que los altos directivos, como Suso, se sientan respaldados, puedan tomar decisiones sin temblarles el pulso y que se vuelva a tener esa sensación de club serio que, en los últimos años, ha brillado por su ausencia. A poco que esto pase, la puerta se abrirá del todo, las conspiraciones saldrán volando por la ventana y nuestras alegrías solo dependerán del acierto en el campo de fútbol. Y estaremos más cerca de nuestros sueños. Y quien sabe si volveremos a viajar por noventa minutos de fútbol pronto.

Seria bonito ser como en el 2002 otra vez, ¿verdad?

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