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alternativas al envejecimiento hospitalario 

La tecnología se alía a la insurrección de los abuelos

17/10/2016 - 

VALENCIA. A 1 de enero de 2015, el censo de personas mayores (65 y más años) en España era de 8.573.985, el 18,4% del total de la población. Con una esperanza de vida de 85,6 años para las mujeres y 80,1 para los hombres, la tendencia al envejecimiento de la población es creciente. Pero, a la vez que aumenta la longevidad, cambian los modelos de vida, cada vez más subversivos al asilo y a la renuncia de su autonomía. Tampoco piden tanto, a veces, como al protagonista de El abuelo que saltó por la ventana y se largó, les basta con una cama, comida suficiente, algo que hacer y, de vez en cuando, una copita de aguardiente. Pero que sean ellos quienes lo pauten.

Atentos al mercado, los emprendedores empieza a aportar soluciones innovadoras que mejoren la calidad de vida de los ancianos, no sólo desde el punto de vista médico sino también propicias a alargar su independencia y respetar su voluntad mientras el cuerpo aguante. 

“Los gobiernos deberían arbitrar medidas de apoyo a los ancianos que quieren alternativas al envejecimiento hospitalario”. Este es uno de los grandes retos del sector, en opinión Jorge Cantero, el director ejecutivo de Cuidum. Esta startup de origen valenciano ha creado un marketplace donde se conectan cuidadores profesionales con familias de personas dependientes. Tan sólo un 23% de las solicitudes de trabajo que reciben, supera el filtro que establece el algoritmo de automatización del proceso de selección. “Hasta ahora, la manera más habitual de encontrar un cuidador era el boca a oreja, a través de recomendaciones de amigos u otros familiares. Sin embargo, los cuidados que requiere una persona con cáncer son muy diferentes a los de un paciente de Alzhéimer”, argumenta Cantero. 

Pero, además de la profesionalización del sector, Cuidum desea acabar con la precariedad laboral de los cuidadores. “En España hay un total de 463.000 personas con cuidadores, un segmento que, según las estimaciones, seguirá creciendo a un ritmo interanual del 3%. El problema es que 9 de cada 10 cuidadores que vemos acompañando a un anciano o empujando un carrito trabajan fuera de la ley, es decir, sin contrato y con sueldos que no llegan al Salario Mínimo Interprofesional, una responsabilidad legal que recae sobre los familiares. Algunas familias pueden pagarlo, pero, para otras supone, un importante esfuerzo económico y es aquí donde se echa de menos el respaldo público”.

Teleasistencia avanzada

Por otro lado, una encuesta del Imserso (Instituto de Mayores y Servicios Sociales) ponía de relieve que, en el mejor de los casos, más de un 87% de los abuelos querían envejecer en su propia casa, aunque fuese solos. Sin embargo, no todos ven cumplido este sueño dado que son trasladados a residencias o a la casa de sus hijos antes de desearlo o de que sea realmente preciso. Para salvar este desequilibrio acaba de surgir en Zaragoza Sensovida , un sistema de teleasistencia avanzada que permite a las personas mayores disfrutar de independencia en su domicilio mientras procura a sus familiares la tranquilidad de saber qué hace y cómo se halla el anciano a tiempo real. 

Es una innovación aplicada a la vida en el hogar (IoT) consistente en la monitorización de la persona mayor a través de la instalación de sensores en todas las habitaciones del domicilio. Estos dispositivos (pequeños receptores capaces de medir el movimiento) van emitiendo métricas e información respecto a la actividad del usuario: si está dentro o fuera del hogar, el tiempo de actividad y reposo, el número de visitas al baño…cuando el sistema detecta alguna anomalía lanza señales de alerta que reciben tanto los familiares como el centro de control, cuyo servidor analiza las señales con un algoritmo inteligente. 

El desarrollo tecnológico es en forma de aplicación móvil que el usuario debe descargarse en su teléfono, aunque no requiere conexión a internet ni línea telefónica fija. Tampoco importa si el anciano no sabe manejar el móvil, con tenerlo siempre a mano es suficiente, para que envíe la posición GPS al centro de control. El servicio, que cuesta 29,90 euros al mes más otros 50 euros por darse de alta, permite la detección de situaciones de riesgo de forma autónoma y, si es preciso, movilizan los servicios de emergencia avisando previamente a la familia.

Acabar con el aislamiento

Pero las soluciones de vigilancia no sirven para combatir la soledad, otro de los principales problemas que tienen estas personas que renuncian, o no pueden, envejecer de manera residencial. La mayoría (83,6%) viven con sus parejas o solas en su propia casa. Pensando en ellos surge la iniciativa de Vincles BCN, un proyecto social que persigue generar una red de confianza alrededor de personas de edad avanzada “para que así se sientan menos solas”. El proyecto consta de un sistema informático, adaptable a móviles y tablets, que permite al usuario hacer llamadas, enviar mensajes de voz o hacer un seguimiento de la medicación que toma. El proyecto, nacido en el centro creativo Imagine, ganó el premio Mayor’s Challenge 2014 de la fundación Bloomberg Philantropies y su puesta en marcha fue asumida, en 2015, por el área de Calidad de Vida del Ayuntamiento de Barcelona. La intención era incorporar 20.000 personas a la red, entre particulares y organismos públicos, en dos años. 

El 'cohousing'

Y mientras las startups buscan soluciones, algunos interesados se adelantan a la tecnología y asientan sus propias fórmulas para vivir la nueva etapa, como es el cohousing (covivienda), un tipo de comunidad para compartir gastos, cuidados y servicios. Aunque hay varias iniciativas, la pionera en España fue Trabensol. Se trata de una cooperativa integrada por 54 socios cooperativistas -en la casa residen 85 personas-, muchos de ellos amigos de la juventud, que se decidieron a vender sus casas e invertir ese dinero en la adquisición de un terreno donde construir un edificio donde convivir todos, bien con sus parejas, bien en solitario. 

Después de numerosas vicisitudes, adquirieron un terreno en Torremocha de Jarama (provincia de Madrid) de 22.000 m2 que luego, tras la cesión al Ayuntamiento, se quedó en 16.000 m2. De ellos, una hectárea la reservaron a zona ajardinada y huerto y edificaron un edificio sostenible de 6.000 m2 que se distribuye en apartamentos, todos de 50m2, como residencia de los socios.

“Muchos de nosotros trabajábamos todavía cuando enfermaron nuestros padres y recordamos que, a veces, por falta de tiempo, no podías atenderlos como querías. No deseábamos esto ni para nosotros ni para nuestros hijos, por eso nos decidimos a montar la cooperativa”, cuanta Jaime Moreno Monjas, antiguo trabajador de TVE y ahora  coordinador de la Comisión de Comunicación, una más de las muchas comisiones que armonizan la convivencia. La mayoría de los inquilinos de Trabensol son de Madrid, pero los hay también de Valencia, Asturias, Cataluña…y, aunque quien consigue entrar no es expulsado del centro por enfermar, en la lista de espera, que es larga, sólo se admiten personas con edades comprendidas entre los 50 y 70 años. “Las instalaciones son buenísimas, las actividades también, pero lo mejor de todo es la convivencia y la relación”, zanja Moreno Monjas.

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