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Los planetas enanos también pueden tener un anillo a su alrededor

17/10/2017 - 

VALÈNCIA (EFE). Haumea es un planeta enano situado más allá de Neptuno, que tiene forma de balón de rugby, gira muy rápido -su día dura cuatro horas- y está compuesto en gran parte por agua helada, pero además, según una nueva investigación, cuenta con un anillo propio formado probablemente por fragmentos de roca y hielo.

Es la primera vez que se descubre un anillo en un planeta enano, hallazgo que se describe en la revista Nature y en el que ha participado el Observatorio Astronómico de la Universitat de València.

La investigación está liderada por científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y profundiza en el conocimiento del que hasta ahora era el menos conocido de los planetas enanos de nuestro sistema: Plutón es el más célebre de estos cuerpos celestes, seguido de Eris, Ceres y Makemake.

Hasta ahora solo se conocía la existencia de anillos alrededor de los planetas gigantes, como Saturno y Júpiter, y alrededor de algún cuerpo menor, como Cariclo, el primero en el que se halló uno (la Unión Astronómica Internacional clasificó en 2006 los objetos celestes en planetas, planetas enanos y cuerpos menores).

Con este estudio, "hemos descubierto que los planetas enanos también pueden tener anillo", señala en una nota José Luis Ortiz, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía, que encabeza el trabajo.

El anillo se encuentra a una distancia de 2.287 kilómetros respecto al centro de Haumea y es más oscuro que la propia superficie del planeta enano.

La explicación para la formación del anillo en Haumea son varias; pudo surgir tras una colisión con otro objeto o por la liberación de parte del material superficial -hielos, materiales orgánicos y rocas- debido a la rápida rotación de Haumea.

"El mecanismo de expulsión podría ser mixto, colisional y rotacional, ya que una colisión no muy enérgica puede ser suficiente para arrancar gran cantidad de materia cuando el cuerpo rota muy rápido", detalla a Efe Ortiz.

En cuanto a cuándo se formó, la impresión de Ortiz es que puede ser muy antiguo, formado en las primeras fases de desarrollo del sistema solar, quizá en la época de inestabilidad dinámica que pudo dar lugar al proceso conocido con las siglas LHB (late heavy bombardment) -bombardeo intenso de cuerpos contra la Tierra y Luna algunos cientos de millones de años después de la formación del sistema solar-.

"En esa etapa de inestabilidad hubo una gran cantidad de colisiones violentas, pero la formación quizá pudo ser anterior o posterior, aún no tenemos maneras de poder datar la edad de los anillos en el sistema solar".

Este primer hallazgo de un anillo alrededor de un objeto transneptuniano muestra que la presencia de anillos podría ser mucho más común de lo que se creía en los sistemas planetarios, resume.

Observar estos planetas enanos del cinturón de hielo y roca que orbitan más allá de Neptuno conlleva una gran dificultad: son muy pequeños, brillan poco y están a una enorme distancia de la Tierra.

Para captarlos, existe un método llamado de ocultación estelar, que consiste en observar al objeto cuando pasa por delante de estrellas de fondo, de manera que produce un pequeño eclipse.

Esta fórmula permite determinar sus características físicas principales -tamaño, forma, densidad-.

Los investigadores predijeron que Haumea pasaría delante de una estrella el 21 de enero de 2017 y doce telescopios de diez observatorios europeos observaron el fenómeno, lo que posibilitó que se pudiera reconstruir con mucha precisión la forma y tamaño de Haumea, con la sorpresa de que el planeta es bastante más grande -entre un 20 y 30 %- y menos reflectante y denso de lo pensado.

Si bien no se usaron telescopios españoles para detectar la ocultación, sí se utilizaron para las fases previas, lo que permitió predecir la ocultación con "una precisión extraordinaria, que nos condujo al éxito", explica Ortiz, quien relata que los telescopios principales que trabajaron en esta fase están en Sierra Nevada (Granada), Calar Alto (Almería) y Observatorio de la Hita (Toledo).

Para Agustín Sánchez, del Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco y otro de los firmantes, esta investigación muestra que se puede hacer ciencia de vanguardia e importantes descubrimientos mediante la técnica de ocultación estelar usando telescopios pequeños cuando se coordinan a la perfección.

Además, el trabajo impulsa la búsqueda de anillos en otros cuerpos de esta familia de objetos para intentar entender sus mecanismos de formación.

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