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Michael K. Williams (Omar, 'The Wire') busca las causas del crimen y la delincuencia en una docu-serie

Black Market with Michael K. Williams es una serie documental protagonizada por el actor que daba vida al mítico Omar de The Wire. Tras hundirse en el infierno de la adicción a la cocaína y perder su apartamento en Brooklyn, el actor tuvo que ocultarse y buscar apoyo para salir adelante. Lo logró gracias a personajes que aparecen en el primer capítulo de su serie, que comenzó en 2016 y tiene dos temporadas, en los que analiza las causas de la delincuencia en pequeños documentales. Como Salvados, pero con Omar

21/04/2018 - 

VALÈNCIA. The Wire tuvo una repercusión fuera de órbita. Para ser una serie que no recurría a un modelo narrativo convencional y que trataba tema sociales relativamente complejos, la pasión por ella ha sido espectacular. Está considerada el paradigma. La máxima calidad posible dentro de la calidad. El propio Obama la calificó no de serie buena, sino de obra de arte de las últimas décadas. 

En una entrevista en la Casa Blanca, David Simon fue quien e explicó al presidente, fan acérrimo de Omar, en quién estaba inspirado el personaje. Era en un tal Donny Anders, un delincuente que robaba a los camellos y que acabó en la cárcel porque se entregó él mismo. Estaba arrepentido de lo que había hecho. Cumplió 17 años y, de vuelta a la calle, participó en actividades sociales con la intención de devolver a la ciudad lo que le había quitado, de resolver el lío en el que él había colaborado. A Simon este hombre le pareció una de las personas más extraordinarias que jamás había conocido.

Obama había dicho en ocasiones anteriores que era su personaje favorito de la serie, lo cual dio un gran empujón a The Wire, que empezó a ser "respetable", para lo bueno y para lo malo, pues no hay producto que el "buen gusto" no logre pudrir. Simon, al tratar el tema de Omar con el presidente, estuvo audaz sin imponerle el despacho oval al responderle en la cara: "Me inquieté cuando afirmó usted eso por primera vez…" 

Pero la sombra de Omar es más alargada para otras personas. El actor Michael K. Williams, que lo interpretó, fue devorado por el personaje. No fue por advenedizo, tenía tablas. Antes había trabajado como bailarín para George Michael o Madonna. Animado por el rapero Tupac Shakur cambió de profesión e intentó ser actor. Consiguió colarse en un episodio de Los Soprano, interpretó a Ray Ray, un delincuente güeno que departía con Jackie Jr. cuando empezaba a enfangarse. Era 2001. Una vez dentro de HBO, no salió. Consiguió uno de los papeles más importantes en The Wire

Devorado por el personaje

Y fue demasiado para él. Se enganchó a la cocaína, perdió su apartamento en Brooklyn. Una crisis que es sobre lo que comienza hablando en su serie Black Market with Michael K. Williams, de Viceland, que comenzó a emitirse en 2016 y ya tiene dos temporadas. 

En su primer capítulo, el actor admitía que se le había ido el pinzón con su papel en The Wire. Es curioso que en una serie de documentales que consiste en adentrarse en ambientes criminales el hombre sea pudoroso. Dice que ganó mucho dinero y se lo gastó en tonterías. Después de llegar a la fama con una serie sobre drogas, tampoco pasa nada por nombrarlas. Así dicho, se le imagina uno hipotecándose coleccionando figuritas de Lladró.

Desintoxicación

El primer capítulo de la primera temporada transcurría en Newark. Era bastante interesante, iba sobre el robo de coches de lujo. El actor se movía en los ambientes de pandilleros que los roban como pez en el agua y, en un momento dado, se metía en un tugurio con billares donde dijo que logró recuperarse de los suyo. 

Ahí encontró una verdadera "hermandad" que le ayudó a salir adelante y recomponerse. Por lo demás, entrevistó a delincuentes de carrera que explicaban lo que pasaba. Primero, con postdata a Reagan, que en los ochenta se eliminó cualquier tipo de servicio que pudiese disfrutar la comunidad, incluido el ocio elemental para los menores. No tenían nada que hacer ni con lo que entretenerse y empezaron a robar. 

El entrevistado no conocía a nadie de esa generación que hubiese logrado ganarse la vida honradamente después de eso. Uno, quizá, dice. Todos volvían de la cárcel reforzados y mejor instruidos en el mundo de la delincuencia y daban el salto al crimen, lo que no tardaba en devolverles a prisión. 

Salvados, pero con Omar

Lo interesante es que estos documentales de no más de media hora sí que consiguen exponer fenómenos y explicarlos. En la localidad de marras, se había incrementado el número de asaltos con violencia para robar coches. Los críos se hacían con ellos a mano armada, desalojaban a los conductores y se los llevaban en marcha. Algo que es más normal escuchar que suceda en las ciudades más violentas de Centroamérica o Sudamérica. 

Lo que hace bien K. Williams es señalar dónde está la demanda de coches robados. En este caso es en Nigeria y Ghana, donde hay nuevas clases pudientes que pueden adquirirlos. Algunos de los que se ven circular por África llevan la pegatina de la candidatura Obama/Biden. En los famosos barcos mercantes de The Wire se hacen los traslados masivos. La mafia solo tiene que indicarle a los críos pasados de vueltas de la ciudad qué modelo de coche necesitan, porque se roban por encargo. El motivo de que haya que robarlos a mano armada es porque la seguridad que tienen es tan buena que no puede hacerse por el método tradicional. La perfección tecnológica pone en riesgo sus vidas, explican. 

La alternativa de estos chicos es el colegio, pero muchos con 15 años ya son adictos y pueden pasarse días sin comer. No hay mucha motivación que ofrecerles en los libros porque esto no es como en las películas. Con este modelo de documental y con cierta humildad, la serie va explicando diversos mercados negros que le pueden llevar, por ejemplo, a las aguas de Sudáfrica, a la pesca furtiva de especies protegidas que se cotizan muy alto en el absorbente mercado interno chino. También analiza los nuevos opiáceos que entran en el mercado estadounidense, o el juego ilegal. Fenómenos a los que trata de dar una explicación que vaya más allá de la concepción binaria de lo que es el crimen.


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