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grand place / OPINIÓN

Montoro, “el cabrero”

6/12/2016 - 

VALENCIA. En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre me quiero acordar porque es el pueblo de mi padre, vivía Montoro “el cabrero”. Todos los días sacaba el ganado a apacentar. Casa por casa, iba recogiendo las cabras para llevarlas a comer al monte y volvía a la noche con el menguado jornal que le pagaban sus vecinos. Sus chiquillos asomaban a la puerta de la menuda casa, una puerta cuyo dintel había que esquivar con la cabeza, con el fuego del hogar a la entrada, un banco donde dormir y un símil de cocina en el patio. Iban medio desnudos y, al atardecer, el pequeño de cinco años llamaba a las puertas de las casas más afortunadas pidiendo pan. Eran los años del hambre, los años de la postguerra.

Montoro “el cabrero” trabajaba de sol a sol dando de comer a las cabras y no tenía para dar de comer ni vestir a sus hijos. El ministro Montoro tampoco nos da de comer. Y, ahora, tampoco nos dará de beber, porque acaba de subir los impuestos a las bebidas alcohólicas y azucaradas, con lo que no vamos a poder ni aliviar las penas. Parece que ésta ha sido la medida estrella del Ministerio de Hacienda, si se aprueba el proyecto de ley. 

Esta noticia nos llega un día después de que el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, visite la Moncloa para pasar revista. El alto representante de la Unión Europea no ha esperado ni tres días para ejercer su control sobre el Gobierno español, después de que el presidente Mariano Rajoy jurara su cargo ante el Rey. Vamos a ser buenos chicos y portarnos bien, ha sido el mensaje trasladado desde el Ejecutivo español al Ejecutivo europeo.

Rajoy anunciaba las medidas aprobadas por el Consejo de Ministros al día siguiente para la contención del gasto con una bajada del techo presupuestario, con la promesa de limitar el gasto no financiero y de cumplir la senda marcada por las autoridades europeas para la corrección del déficit. Y…, hasta aquí, ¡el impuesto a la gaseosa!

Porque al mismo tiempo y en el mismo día, el Fondo Monetario Internacional (FMI para los amigos) finalizaba el examen anual a la economía española, el llamando “Artículo IV”, una vez concluido el proceso de diálogo con el nuevo gobierno. Esta nueva faceta del FMI resulta desconocida, por su diligencia: en pocos días han hablado con el nuevo gobierno… O bien por sus dotes de adivinación: cuando los hombres de negro llegaron en misión del 13 al 25 de octubre, para entrevistarse con el gobierno en funciones, ya sabían que no sólo estaba en funciones. 

Que Santa Lucia les conserve la vista, porque será el 13 de diciembre cuando hagan públicas sus conclusiones. Los altos niveles de desempleo, el déficit y la dualidad del mercado laboral son las principales preocupaciones para los técnicos del FMI. Mira…, ¡y para el resto de españoles!

Y hablando de preocupaciones, Matteo Renzi acaba de dimitir al verse dedlegitimado en un Referéndum para reformar la Constitución, por un pueblo italiano que nunca le votó como Primer Ministro. ¡Un dólar, un euro! Así es como han reaccionado los mercados mientras en el Reino Unido baten palmas diciendo que el no italiano es un no a Europa. Nada más lejos de la realidad. Los italianos llevan votando cada dos años a sus diferentes gobiernos, con el nadas loable paréntesis de Berlusconi…  

La gran sorpresa y la gran esperanza la encabeza Alexander Van der Bellen, un profesor de 72 años que lidera a los ecologistas austríacos y que ha vencido en las urnas al ultra nacionalista Norbert Hofer, cuyo Partido Liberal de Austria ha liderado una campaña populista y xenófoba durante varios meses. “Austria y los austríacos primero” es el lema que han rechazado sus ciudadanos, en un claro mensaje de apoyo a la Unión Europea y a lo que queda de sus políticas de solidaridad con los refugiados.

El mensaje también va dirigido al resto de partidos de la ultraderecha que se levantan como fantasmas del pasado y que aspiran a liderar países como Francia, de la mano de Marine Le Pen, e incluso Holanda. En este pequeño país, el líder xenófobo del Partido de la Libertad (PVV), Geert Wilders, parece tener un aliado en Jacques Monasch, hasta ahora dirigente socialdemócrata del Partido del Trabajo y que acaba de crear una nueva formación llamada Nuevas Maneras. La nuevas maneras son una política de restricción a la inmigración y la defensa de los “valores holandeses”, entre comillas porque no tenemos su definición.

Esperemos, con el color verde de la esperanza austríaca, que estas formaciones populistas se queden tan sólo en un amago de la indignación que en estos países ha tomado el camino contrario a lo que ocurrió en España hace cinco años. Al menos, para que no se nos olvide de que el cabrero Montoro podemos ser cualquiera de nosotros cualquier día. Tiempos de hambre, tiempos de preguerra.

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