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EL TINTERO / OPINIÓN

Preparados, listos…

Estamos en la recta final de la campaña electoral, la que empezó el pasado día 4 o quizá hace 4 años porque en política siempre tenemos la sensación de estar en época electoral. Pero también quedan pocos días para el ansiado sorteo de la Lotería y para que finalice este 2015, que Dios reparta suerte

13/12/2015 - 

VALENCIA. Se imaginan al clásico juez de carrera dando el pistoletazo de salida. Comienza la carrera, comienza el espectáculo, el público lleva unos minutos en la grada acomodándose, disfrutando de cualquier tipo de snack o bebida refrescante, cuando suena el disparo que indica el inicio de la carrera se suaviza el clásico murmullo para observar como se desenvuelven los participantes. Algo parecido sucedió el pasado lunes con el autodenominado ‘debate sucesivo’, más de 9 millones de espectadores que desde hogares, bares (¡qué lugares!) e incluso auditorios públicos, seguimos el debate. Sí, ya se que faltaba el candidato a revalidar su puesto como presidente del gobierno, pero su ausencia facilitó que hubiera una mujer entre quienes debatían sobre el futuro de España.

Los sondeos y encuestas no sé si reflejan la realidad social o la moldean, cuando no la condicionan. Los españoles tenemos cuatro apuestas en la mesa, aunque estamos cansados de vaguedades y generalidades, amén de promesas incumplidas. Entre los partidos que disputan la presidencia del gobierno, hay algunos que van "en serio", otros "en cambio" no acaban de encontrar su hueco y parece que hacen aguas; y aparecen con fuerza quienes apelan a la "ilusión" y la concordia y otros quieren hacer las cosas "contigo"

No les voy a decir el clásico “léanse todos los programas electorales y decidan su voto con criterio racional”, porque creo que la inmensa mayoría de españoles no lo hará y porque además no es efectivo, hay cientos de promesas de difícil cumplimiento y los partidos lo saben, pero juegan con la ilusión contigo y conmigo vendiéndonos un cambio que ni ellos mismos luego se toman en serio. ¿O los que hablan de nueva política no tienen ya las mismas estructuras, organizaciones y actitudes que los de la vieja? Fíjense que las fotos de los candidatos siempre miran al infinito, y más allá. 

La prueba de que no son ni los programas, ni las promesas, ni la racionalidad los criterios para decidir el voto la tenemos en como en cuestión de días y semanas, se modifica la intención de voto simplemente porque un candidato haga el baile de sambito en un debate o porque otro se ponga lacrimógeno hasta la náusea en el sobrevalorado minuto final. Esta semana tendremos otro debate al estilo clásico entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, el impacto del debate a cuatro a nivel mediático fue importante pero no supuso el varapalo para el PP que muchos esperaban, quizá porque aquello que alguna vez dijo Mariano Rajoy de que estarse quieto es otra forma de moverse sea cierto y a veces eficaz, de hecho se lo recordaba el otro día Pablo Motos al líder de los socialistas.

La realidad es que dentro de una semana habrá una alta participación, lo cual es muy bonito en términos democráticos pero una mayor participación no garantiza una mejor elección, y por lo tanto nos enfrentamos a un momento difícil. Casi con total seguridad no habrá mayorías claras para gobernar y por lo tanto tendremos un gobierno débil a nivel parlamentario para sacar proyectos adelante, ese es el sueño de quienes hablan de democracia asamblearia, que podría ser algo así como el clásico de ‘llegar a la parálisis por el análisis’. Quienes creemos en una democracia representativa, que se ha demostrado útil y eficaz, esperamos que el próximo domingo 20D impere la sensatez y el sentido común porque nos jugamos mucho como nación de manera colectiva y por lo tanto también a nivel individual.

Empieza la recta final de esta carrera electoral, cualquier suceso interno o externo inesperado puede cambiar el voto de un porcentaje del electorado. Si así es, que sea para bien y no para mal, porque construir una España democrática con derechos, libertades y seguridad jurídica al amparo de nuestra Constitución no ha sido una tarea sencilla, pero destruir todo eso es, por desgracia, no tan complejo y algunos querrían hacerlo. Ya lo he dicho alguna vez en este Tintero, reformar para mejorar, pero cambiar por cambiar, como el otro día escribía un importante periodista valenciano, no es la mejor idea. Así que afrontemos esta recta con ilusión, como todo en la vida, pero sobre todo con seriedad.

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