entrevista al expresidente de la generalitat y nuevo embajador de españa ante la ocde

Puig: "Mazón sólo se dedica a criticar al Gobierno de España, ¿tiene alguna política propia?"

Foto: EDUARDO MAZÓN
11/03/2024 - 

VALÈNCIA. El pasado mes de febrero, el Consejo de Ministros hizo público el nombramiento del expresidente de la Generalitat Ximo Puig (Morella, 1959) como embajador ante la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), con sede en París. Un secreto a voces desde hacía semanas, especialmente desde que el propio líder del PSPV-PSOE anunciara la convocatoria de un congreso extraordinario para acometer su sustitución como secretario general. Unos hechos que evidencian un cambio de ciclo en el socialismo valenciano cuyo origen se encuentra en las elecciones autonómicas del año pasado, donde el PSPV perdió la Generalitat pese a la mejora de sus resultados en las urnas. 

Puig recibe a Valencia Plaza en el despacho que tiene asignado como expresidente para una entrevista dividida en dos partes. En esta primera parte, analiza la actualidad política, hace balance de su etapa al frente de la Generalitat y reflexiona sobre el futuro del PSPV. En la segunda parte de la entrevista, Puig se refiere al caso Koldo y a otros asuntos de la actualidad política.

-Ya ha viajado a París para comenzar en su nuevo puesto de embajador, ¿cómo ha sido la primera toma de contacto?
-Es algo totalmente nuevo para mí y una experiencia muy interesante. Es la primera vez que hay un embajador de extracción territorial, autonómica, que es donde se gestionan gran parte de las políticas públicas que evalúa la OCDE. Es emocionante porque es el gran think tank mundial y espero poder aportar una visión propia y diferente.

-La Asociación de Diplomáticos Españoles criticó recientemente los nombramientos de políticos como embajadores al no tener experiencia en ese campo ni trayectoria internacional. ¿Qué dice a eso?
-En la OCDE, en los últimos años, casi siempre se ha nombrado a personas vinculadas a la política creo que a excepción del extraordinario diplomático Ricardo Díez-Hochleitner, embajador en Marruecos y, antes, de la OCDE. Es evidente que estamos hablando de un espacio multilateral muy diferente a una embajada bilateral. Es importante la función conjunta que podamos hacer los que venimos de la política y los propios diplomáticos. Por ejemplo, en nuestro caso esa combinación se produce porque el embajador adjunto es una persona de corte diplomático con gran experiencia y podemos tener visiones complementarias. Hay un equipo extraordinario, muy potente, donde espero poder aportar una mirada sobre la experiencia política en la acción y aplicación de las políticas públicas, que es el espacio de análisis de la OCDE.

Foto: EDUARDO MANZANA 

-¿Cómo se fraguó su designación como embajador? ¿Sabía que la posibilidad estaba ahí antes de convocar el congreso extraordinario del PSPV?
-Es una propuesta que me hace el presidente del Gobierno dentro de un marco de nuevas estrategias a futuro de la OCDE y donde el pensó que yo podía aportar. Es una iniciativa de Pedro Sánchez. Cuando me lo transmite se lo agradezco, lo pienso y finalmente decido que, con toda la humildad, puede ser positiva mi aportación aunque no sea el espacio natural donde yo he vivido.

-La gente dirá que es un buen puesto, en París, bien pagado pero... después de haber vivido tantos años por y para la política valenciana, ¿cómo es ese proceso de reflexión personal para lanzarse a este cambio?
-Aquí debo hacer un análisis de lo que ha pasado. Llegamos a las elecciones de mayo con vocación de continuar al frente de la Generalitat y seguir desarrollando y consolidando nuestras políticas, que en las encuestas habían sido bien valoradas por la mayoría de la población. En las elecciones sacamos un buen resultado, aumentamos cinco puntos, pero no fue suficiente para seguir gobernando. A partir de ese momento tuvimos que dar el apoyo máximo para que el Gobierno de España pudiera continuar, por lo que no se podía tomar ninguna decisión hasta que pasaran las elecciones generales. Después tampoco se podía tomar una decisión hasta que hubiera una conformación de gobierno. Así que, mientras todo esto ocurría, yo iba navegando también en mi periodo de reflexión. Lo que yo no quería era huir o dar una imagen de fracaso colectivo, porque no lo ha sido: es cierto que tampoco un éxito porque no hemos podido continuar, pero en los doce años que he sido secretario general del PSPV hemos tenido una proyección positiva. De estar cerca del sorpaso hemos pasado a tener el 30% de los votos, lo que da garantías de que tenemos un suelo con el que optar a superar al PP en la Comunitat, que es el gran objetivo que debemos tener. Y en ese periodo de reflexión llegué a la conclusión de que al PSPV le convenía abrir un espacio nuevo. Tomada esa decisión, aceptar la propuesta del presidente me pareció interesante y positivo, aunque supusiera salir de mi zona de confort.

-Hay mucha gente en el PSPV que todavía se pregunta por qué Pedro Sánchez no le nombró ministro. ¿Por qué cree que no lo hizo?
-Yo he sido presidente de la Generalitat y me ha tocado tomar decisiones. Hay siempre muchos factores a la hora de conformar un gobierno. Él pensó en el equipo que quería y ya está. Sinceramente, me sentía bien y reconocido estando en el Senado y en el ámbito que se me había propuesto. No tenía ninguna necesidad de irme a la OCDE o ser ministro. Para mí lo más importante en términos políticos es ser presidente de la Generalitat, lo he dicho siempre, así que cualquier aspiración ya estaba colmada. Pedro Sánchez ha considerado que puedo aportar en la OCDE y yo intentaré hacerlo lo mejor posible.

-¿Seguirá con el espacio y recursos que ostenta como expresidente de la Generalitat?
-Siempre he querido implementar este espacio. Me parece importante desde el punto de vista institucional. El autogobierno tiene 40 años pero necesita impregnarse más, residenciar la institucionalidad y quiero seguir haciendo cosas desde este ámbito. Creo que es un papel que puede ayudar a reflexionar y debatir sobre la relación de la Comunitat Valenciana con España y Europa y fortalecer la autonomía como espacio cívico. 

-Ábalos, del que hablaremos luego, se ha ido al Grupo Mixto, usted de embajador a París… ¿este congreso es un cambio de ciclo en el PSPV?
-Creo que es una actualización, una renovación, hecha desde la serenidad y en una buena posición. No hemos asistido a una debacle del Partido Socialista en la Comunitat Valenciana. No ha ocurrido aquí lo que ha pasado en Galicia, en Madrid o en otras autonomías. En mayo sacamos el mejor resultado desde hace 16 años; fuimos los únicos que subimos cinco puntos y en las generales pasamos del 30%. Estamos bien situados para ser la alternativa de gobierno en la Comunitat Valenciana. A mí me obsesionaba mucho que la salida no fuera la de 1995 y así ha sido: sabemos que aquello no funcionó y vamos a ver si esto sí lo hace. Espero que sea un congreso de cohesión y de relanzamiento, donde podamos aprovechar lo que ha sido positivo y analizando lo que no ha sido tan positivo.

-Es cierto que en esta ocasión la sensación de que se iba a producir un cambio no parecía generalizada en la Comunitat Valenciana. ¿Cómo explica que no siguiera gobernando?
-No quiero eludir la responsabilidad propia. Si lo hubiéramos hecho todo mejor habríamos frenado los vientos que venían de otras latitudes. Lo cierto es que estas elecciones se vieron afectadas con condicionantes de carácter nacional que desvirtuaron en gran medida la pregunta a los ciudadanos sobre cómo querían que se gobernara la Comunitat Valenciana y los ayuntamientos. La primera autocrítica que hay que hacer es que en estos ocho años de gobierno no hemos sido capaces de valencianizar suficientemente nuestro espacio político. Porque si hubiera existido más conciencia autonómica...

-Sí, pero eso sería cambiar cómo piensa la sociedad valenciana... no es reto pequeño.
-Exacto. Es así. Pero si hubiera un mayor espacio social, cívico y comunicativo valenciano pues probablemente se podría determinar que hubiera una conformación diferente de la opinión. Pero bueno, evidentemente estas cosas no se hacen por decreto ley, aunque creo que se debería ir trabajando en esta dimensión sobre todo por calidad democrática. Nosotros teníamos encuestas de gestión y apreciación del gobierno positivas durante todo el mandato porque además había hechos objetivos para ello. Todos los indicadores económicos y sociales eran mejores en 2023 que en 2015. Evidentemente había flancos por cubrir e insuficiencias en muchos ámbitos. Pero lo que está claro es que el gobierno fue útil para la Comunitat Valenciana en muchos aspectos, aunque los ciudadanos priorizaron otras cuestiones.

Foto: EDUARDO MANZANA 

-Usted hizo movimientos en los meses previos a las elecciones buscando la centralidad política. No obstante, ¿cree que le hubiera beneficiado ser más contundente en la última etapa a la hora de reivindicar más firmemente al Gobierno de España cosas como una financiación justa o el trasvase? Quizá ser un poco más como su compañero Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha...
-Bueno, si hacemos un análisis de los ocho años y teniendo en cuenta que siempre se puede hacer más y mejor, hemos tenido momentos gloriosos (sonríe) en ese apartado. Aquí hicimos la única reforma fiscal aprobada por unanimidad en el arco parlamentario que recordará que provocó una cierta discusión con el Gobierno de España. También en la pandemia o en la financiación hemos tenido espacios de discrepancia. Ahora bien, es posible que en la tonalidad o en la llamada cultura política pop, yo no me siento reflejado. Y probablemente esto sea un demérito o una falta de competitividad electoral. Porque es verdad que en la Comunitat Valenciana, por ejemplo, se salvaron en la pandemia casi 3.000 vidas por unas políticas corresponsables de toda la sociedad, y esto ha pesado menos que otros hayan adoptado medidas, desde la irresponsabilidad, que costaron muertes. Bueno, hay banderas que en un momento determinado generan mayor adhesión. Yo desde luego continuaré haciendo lo que hicimos aquí. Aquí suspendimos las Fallas y la Magdalena y no todo el mundo estuvo de acuerdo, pero finalmente la sociedad valenciana actuó de una manera corresponsable con las medidas que adoptamos desde la Generalitat. Hubo un momento en que todas las autonomías sabíamos que el contacto provocaba contagios, eso significaba más hospitalizaciones y muertes. Cuando ya se sabía nosotros dijimos: "Hay que cerrar" o "hay que continuar cerrando". Otros dijeron "no, la libertad...".  Y eso tuvo consecuencias.

-Mencionaba el ejemplo de su compañero García-Page, precisamente por el tono. Aunque también se refería usted ahora a Isabel Díaz Ayuso, que también es propensa a declaración coloridas o exabruptos. Ambos se mantienen al frente de sus respectivos gobiernos. ¿Son esas formas contundentes las que hay que emplear para sintonizar con el electorado o tener mayor impacto?
-Coincido en el análisis. Esta 'futbolización' de la política hace que el exabrupto pese más que la razón.

-Cambiando de tema, a Morant le ha tocado un aterrizaje difícil. La marca PSOE un poco tocada tras las gallegas, el caso Ábalos… ¿Cómo ve los primeros pasos de su sucesora?
-El PSPV es un partido que tiene la gran obligación y responsabilidad de plantear una alternativa frente al gobierno más reaccionario de la historia del autogobierno. Me alegro de que haya habido el mayor consenso posible y que tengamos un liderazgo sólido, de una mujer joven, con experiencia y con capacidad de relanzar el partido y abrirlo para superar sus propias fronteras. Todos debemos apoyarla.

-En los mentideros socialistas se dice que su apuesta como líder era el exconseller y ahora secretario de Estado Arcadi España.
-No. Lo importante es que Diana ha sido la apuesta del conjunto de la organización y debe convertirse, ojalá sea así, en la primera presidenta de la Generalitat. Arcadi es una persona muy valiosa, siempre lo ha sido, y tiene un peso en el presente y lo tendrá también en el futuro.

Foto: EDUARDO MANZANA
 -¿Qué consejo le daría o les ha dado a su sucesora?
-Consejos hay que darlos si te los piden y hay que tener mucho cuidado cuando los das. Lo que le he dicho es que puede contar conmigo siempre para lo que necesite.

-¿Cómo está viendo estos primeros meses del Gobierno valenciano liderado por Mazón junto a sus socios de Vox?
-Lo que escucho permanentemente del Consell de Mazón a diario son sus reclamaciones al Gobierno de España y esto indica la inacción e incapacidad de la Generalitat. Nosotros esta situación también la vivimos al principio, cuando en La Moncloa estaba Mariano Rajoy, y acabamos con los copagos farmacéuticos, universalizamos la sanidad, iniciamos políticas de atracción en el ámbito económico... se hacía una política propia. Ahora, la única política de la Generalitat es criticar y exigir al Gobierno de España. Que es obvio que hay que hacerlo, pero también hay que hacer una política propia ¿no? Pueden criticar y desarrollar sus políticas, especialmente cuando ellos van a tener más recursos de los que nosotros teníamos con Rajoy. Pero, ¿dónde está la política del Gobierno valenciano?

-¿Cree que Morant va a tener difícil defender los intereses valencianos estando al mismo tiempo en el Gobierno de España? Lo digo porque, usted lo ha sufrido, a veces los tiempos del Ejecutivo central no son los mismos que los de los valencianos, y por eso la identificación estratégica que el PP está aplicando con Sánchez y Morant.
-Bueno, Diana es ministra en el gobierno que ha generado más empleo que nunca, más apoyo social que nunca... Siempre que gobiernas, por así decirlo, tienes activos y tienes deuda y en mi opinión el gobierno de Sánchez tiene más activos que pasivos. Lo que hay que superar en cualquier caso es el marco que quiere plantear el PP: su obligación es gobernar la Comunitat Valenciana y desarrollar sus políticas. Porque lo que estamos viendo es una dejación del autogobierno y una dimisión de su responsabilidad donde el único objetivo es enviar mensajes contra el Gobierno de España.

-Pero, por ejemplo, cuando sigan sin resolverse cuestiones como la financiación autonómica, Morant no va a tener fácil defender la línea de su compañera, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Ahí habrá contradicciones.
-Mayores contradicciones que hay en el PP sobre la financiación es imposible. No quieren abordar la cuestión porque tienen varios modelos según las autonomías y ahí confrontan. ¿Cuál es el modelo de financiación del PP? ¿El de Andalucía? ¿El de Galicia? Porque yo he discutido con Núñez Feijóo sobre esto y su modelo está en las antípodas del nuestro.

Foto: EDUARDO MANZANA 
-Siguiendo con el PSPV, ¿le sorprendió que Alejandro Soler y Carlos Fernández Bielsa se presentaran al proceso de primarias?
-Cada uno puede hablar de lo que sabe y yo de esto no sé, así que no entro en esas decisiones. Tenían toda la legitimidad para hacerlo y considero que son activos de este proyecto político. Espero que entre todos conformen un buen equipo y trabajen conjuntamente para el objetivo de alcanzar la Generalitat.

-¿Cómo se sintió cuando apenas unos días después de la derrota en las urnas Bielsa y Soler no aceptaron sus cambios en las listas al Congreso y al Senado?
-Estos posicionamientos también acabaron ayudando para tomar mis propias decisiones. Creo que también lo hicimos mal desde la Ejecutiva Nacional y no estuvimos acertados, porque tampoco había tantas diferencias. Luego cerré esa crisis rápidamente en el Comité Federal. Pero esos movimientos ayudan a pensar sobre si uno es más o menos útil y todo eso ha contribuido a que haya tomado las decisiones que he tomado.

 -¿Cuándo se dio cuenta de que no iba a repetir como presidente? ¿Fue la misma noche electoral o tuvo esa sensación días antes, cuando en Ferraz, según cuentan algunos dirigentes, les advirtieron que la cosa pintaba mal?
-En los últimos días sí veíamos que aquello que no habíamos considerado que era tan importante, el 'antisanchismo', había calado. Pero debo decir que lo viví con la máxima serenidad y la conciencia tranquila de haberlo hecho lo mejor que supe y pude, con equipos de gente magnífica que tuvieron una gran dedicación.

-¿Siente que se ha quedado a mitad de algo?
-No. Desde esa noche tuve claro que acababa una etapa y se abría otra. Es verdad que a veces sí sientes: "Ahora que sabes tocar el piano, te quitan el teclado". Porque hay cosas que, con lo que sé ahora, podría hacerlas mucho mejor. Pero así es la vida. Miro atrás con alegría, sin rencor, y con la satisfacción de que hemos avanzado, aunque haya sido menos de lo que me habría gustado.

Foto: EDUARDO MANZANA 

-Es difícil recopilar ocho años de gestión, pero dígame tres cosas de las que se siente orgulloso de haber impulsado o logrado desde el gobierno con usted como presidente.
-Como ya he dicho, lo primero para mí es la gestión de la pandemia y la corresponsabilidad de la sociedad valenciana en esto, porque tuvo un comportamiento extraordinario y nos permitió salvar muchas vidas juntos. En segundo lugar, poder recuperar la reputación de la Comunitat Valenciana, que era uno de los problemas que teníamos al llegar en 2015. Desde cuestiones de reparación moral, como con las víctimas del metro, hasta poner un punto y aparte respecto a la imagen de corrupción generalizada. Creo que conseguimos un gran aumento de la calidad democrática. Y por último, la política social y económica; desde la universalización de la sanidad, la disminución del fracaso escolar... hasta la llegada de la gigafactoría de Volkswagen.

-¿Es cierto ese mito sobre el poder de que cuando uno lo pierde se da cuenta de quiénes son sus verdaderos amigos y quiénes sólo estaban por el interés?
-(ríe) Pasar, pasa. Pero para eso estaba preparado porque ya atravesé, aunque de más lejos, ese momento en el 95 y sé que las cosas son así. Hay gente que no me ha decepcionado, porque sabía que lo haría. Hay otras personas, sin embargo, que he visto su calidad humana porque te quieren, se preocupan, ayudan y no tendrían ninguna obligación. Así que diría que he tenido más sorpresas positivas que negativas.

-Usted hizo muchos esfuerzos por sintonizar con los empresarios. Recientemente vimos a Carlos Mazón presentando a Salvador Navarro, presidente de CEV, en el Fórum Europa en Madrid. También vimos un acto de AVE en el que su presidente, Vicente Boluda, fue duro con el Gobierno de Pedro Sánchez. ¿Le ha sorprendido la alineación con el nuevo presidente o cree que es algo natural?
-Tengo un enorme respeto a todos los empresarios, especialmente a los que hacen las cosas bien que son la mayoría, porque son piezas fundamentales en el progreso de la Comunitat Valenciana. De hecho, entre ellos hay algunas de las sorpresas positivas de las que hablaba. Otra cosa es que haya gente en ese ámbito que tiene más implicaciones partidistas, pero eso hay que respetarlo.

-Esta semana, el socio del PP en Generalitat y Ayuntamiento de València, Vox, ha propuesto eliminar el nombre del paseo Guillem Agulló; ha suprimido las políticas específicas de empleo para la mujer; también ha habido un rifirrafe entre la presidenta de la AVL y Llanos Massó, la presidenta de Les Corts... ¿Cuál es su reflexión sobre esto?
-El PP está rompiendo los grandes consensos. Me preocupa que la hegemonía cultural la protagonice la extrema derecha, y hay demasiada gente de la derecha que siente cómoda con esa batalla cultural, o mejor dicho, la batalla acultural. Hay cuestiones que son simbólicas y tienen una gran trascendencia. La cuestión de Guillem Agulló es volver a visualizar el odio como una manera de entender la confrontación política. Es muy grave. Nosotros nunca dimos un paso atrás en cuestiones en las que estábamos alineados como sociedad democrática, por ejemplo en la lucha contra el terrorismo. Para un gobierno es innegociable defender la convivencia y asumir con normalidad que la extrema derecha esté en los gobiernos no me parece razonable.

-Usted, antes de progresar en su carrera política, ejerció como periodista y siempre ha reivindicado la importancia de la profesión. ¿Qué impresión le dejan los medios de comunicación en sus ocho años de mandato y tras la transición de poder después de las elecciones?
-La relación la he mantenido siempre desde el respeto. Sería absurdo negar que hay críticas que uno asume mejor y otras peor. Y también hay gente que no asume ninguna crítica. Pero nunca ha habido un espacio de confrontación con ningún medio y eso es muy positivo. Sí que me preocupa el estado de la comunicación en la Comunitat. Nosotros tratamos de apoyar en la medida de lo posible a los medios en la pandemia porque nos ayudaba muchísimo también para la corresponsabilidad de la ciudadanía de la que hablábamos antes. Lo cierto es que la depauperación de los medios, la falta de concreción en el negocio... ha empobrecido la calidad democrática. La desinformación es un gran problema político: que aparezcan altavoces de todo tipo que no tienen nada que ver con una comunicación honesta ni con los principios básicos del periodismo es muy grave. De hecho, la digitalización, que debía servir para la democratización y mejor acceso a la información acaba convirtiéndose a veces en un arma de destrucción masiva de conciencia política democrática.

-¿Cree que los periodistas hemos sido más críticos con usted de lo que somos con Mazón?
-Eso lo puede analizar cualquier observador, no yo. Mi deseo es que haya medios de comunicación libres con su carta de principios editoriales pero que no sean instrumentos de nadie y, sobre todo, que no sean instrumentos contra nadie.


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