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Al otro lado de la colina / OPINIÓN

¡Que vienen los rusos!

Esto no es la película de hace 50 años con la que nos reíamos a costa de la Guerra Fría, sino la historia de cómo el Cuartel General de la OTAN en València vuelve a ser un elemento esencial de la defensa de Occidente

27/05/2017 - 

Pues sí, querido lector: ¡Que vienen los rusos! O por lo menos eso parece según los últimos despliegues de la Alianza Atlántica que más adelante comentaremos. Pero a qué se debe este posicionamiento frente al que hace poco tiempo se consideraba un partner (socio) y de hecho lo era en el NATO-Russia Council (NRC), Consejo de Rusia y la OTAN, creado en la cumbre de Roma en 2002 y que funcionó hasta que en abril del 2014 la Alianza suspendió casi toda la colaboración con nuestro vecino del este, aunque se acordase mantener abiertos los canales de comunicación al máximo nivel, para evitar escaladas, y redirigir las crisis, organizando las posibles desescaladas de las mismas.

Los motivos de fricción en las relaciones entre Rusia y Occidente han sido varios. En primer lugar está el conflicto de los Balcanes, con la desmembración de Yugoslavia (eslavos del sur) con el apoyo de occidente, y que suponía para Rusia (líder de los pueblos eslavos) la pérdida de un aliado en esa importante península y, finalmente, en ese área. Y, sobre todo, el conflicto de Kosovo y su proceso independentista de Serbia, no reconocido en su totalidad por la Comunidad Internacional (por supuesto que ni por Serbia ni por Rusia), gracias al apoyo de los bombardeos de la OTAN en 1999; por cierto que Javier Solana era su secretario general, llegándose a realizar en 2008 la declaración unilateral de su independencia.

Después, la ampliación hacia el Este de la OTAN, que ha sido vista con preocupación por la vieja nomenclatura que aún está instalada en el Kremlin; Vladimir Putin, antiguo oficial de inteligencia, es su mejor ejemplo. La inicial expansión Atlántica comenzó casi al final del siglo XX, cuando ingresaron Chequia, Hungría y Polonia en 1999. Posteriormente en 2004 se incorporaron los países Bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), con Bulgaria, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia; por lo que la citada nomenklatura veía que sus antaño enemigos se instalaban en lo que denominaban su Exterior Próximo, especie de colchón de seguridad alrededor de sus fronteras políticas.

Posteriormente existió otro desencuentro alrededor del Tratado de las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE), por el que se limitaba la cantidad de equipamiento militar (carros de combate, piezas de artillería, VCI-C, aviones de combate y helicópteros de ataque) que podían poseer los dos grupos de países que formaban las antagónicas alianzas militares: la OTAN y el Pacto de Varsovia. Es así como en julio de 2007 Vladimir Putin decretó la suspensión de las obligaciones para Rusia del tratado.

Otro desencuentro, muy relacionado con el anterior, fue el desarrollo por parte de USA y de sus aliados de un Escudo Antimisiles, para disuadir el uso y/o la proliferación internacional de países con misiles balísticos estratégicos, como Irán, Corea del Norte, etcétera, y que llevó a la inicial planificación e instalación de equipos terrestres de misiles interceptores y de radares en Rumanía, República Chequia y Polonia, que serían complementados con los cuatro destructores de la US Navy desplegados en Rota, por el acuerdo con el gobierno de José Luís Rodriguez Zapatero, que, dotados con el sistema de combate Aegis y los misiles SM-3, mejoraban la cobertura. De tal modo disgustó a Rusia esas medidas que en diciembre de 2013 desplegó misiles de corto alcance móviles Iskander (SS-26 Stone) con características supersónicas, en su enclave de Kaliningrado (el antiguo Königsberg de Alemania).

En el verano del 2008 se produjo una escalada bélica en Georgia, frontera del suroeste ruso, en la que se produjo un breve conflicto, con la excusa rusa de apoyar a dos regiones separatistas (Osetia del Sur y Abjasia) en las que el presidente de Georgia, Mijaíl Saakashvili, intentaba restablecer el poder central, advirtiéndose un claro error de cálculo por su parte. Estos hechos ocurren tras una aproximación de Georgia y Ucrania a la OTAN considerado por el Kremlin una provocación.

Finalmente el conflicto de Ucrania que estalló en febrero de 2014 con la destitución del presidente Viktor Yanukóvich, que supuso, para empezar la crisis de Crimea con lo que a su resultas es anexionada de facto esa península a Rusia, y que supone aún a día de hoy la existencia de una guerra civil en el Donbáss, con la declaración de independencia de Donetsk y Lugansk. Como consecuencia de este conflicto se produjeron sanciones de Europa a Rusia de diferente naturaleza, pues para la Alianza Atlántica supuso un ataque de Rusia a Ucrania, como manifestó Anders F. Rasmussenen (su Secretario General) en la cumbre de Gales (2014).

Así es como algún analista, muy acomodaticio con tiempos pasados, habla de una nueva guerra fría entre Occidente y Rusia, de hecho la OTAN tiene diferentes despliegues y misiones a lo largo de su frontera del Este, y en las que España participa activamente.

Nuestras Fuerzas Armadas, por cierto felicidades por su Día de las FAS 2017 con ese lema de Nuestra misión, tu libertad, son responsables con diferentes misiones de proteger el este europeo. Desde la primera misión internacional de training del Mando Conjunto de Ciberdefensa en Ucrania, según informó la ministra Maria Dolores de Cospedal en sede parlamentaria, para dar estabilidad al ciberespacio, quinto elemento-espacio (ya saben los otros cuatro: tierra, mar, aire y el espacial), a nuestro vecino del este.

Después está la misión de Policía Aérea en el Báltico de la OTAN donde se encuentra un destacamento aéreo conformado por cinco cazas de combate F-18 del Ala 15 desde abril de 2017, y que realizan misiones de vigilancia y control del espacio aéreo de Estonia, Letonia y Lituania, desde la base aérea de Ämari, situada a 40 kilómetros de Tallin, capital de Estonia. Y por cierto, nuestros F-18 tuvieron a mitad de este mayo su primer Scramble Alpha (alerta real) en el cielo báltico contra un caza Su-24 Fencer ruso, mejorando los tiempos de la Quick Reaction Alert (QRA) o alerta de reacción rápida (despegue en 15 minutos como máximo desde la alarma).

Además en la vecina Letonia (país que por cierto acaba de pedir a Rusia que retire a sus diplomáticos; ¿otro peldaño en la escalada?), en su ciudad de Adazi, y dentro de un batallón canadiense, se desplegará completamente a mitad de junio, un Grupo Táctico Mecanizado, con un Teniente Coronel a su frente, y en el que se integrarán dos secciones de vehículos de combate Pizarro, una sección de carros de combate Leopard, con otra sección de apoyo de fuegos con morteros de 120 mm sobre transporte oruga acorazados (TOAs), unidad contra carro con Vamtac y misiles contracarro Spike (del modo dispara y olvida), sección de zapadores, grupo logístico, y unidades de Policía Militar y Sanidad Militar; vamos todo un despliegue de más de 80 vehículos y unos 300 efectivos, dentro de la denominada por la OTAN, EFP, Enhanced Forward Presence o Presencia Avanzada Reforzada.

Y para rematar el nivel de compromiso español, y aquí entra en juego València y su Cuartel General OTAN de Bétera (HQ NRDC-ESP), al que se acaba de incorporar su nuevo General Jefe, el Teniente General Francisco José Gan; que si no tenía bastante con el esfuerzo de ser el mando en el segundo semestre de 2017 del Cuartel General Operacional de la Fuerza de Respuesta Rápida de la Unión Europea, ahora sabemos por la agencia Efe (desde este miércoles pasado) que este Cuartel General participará en unas maniobras en noviembre en Noruega “en un ejercicio militar de respuesta a una amenaza de alta intensidad, una agresión o una invasión de un país miembro de la Alianza Atlántica”, un clásico supuesto del artículo 5 del tratado de Washington, y recuerden que ese país escandinavo además de frontera con otro país nórdico (Suecia), la tiene con Rusia. Clara estrategia de la contención, liderada por esos hombres y mujeres de uniforme que desde estos cuarteles valentinos trabajan, como dice el lema ya citado, por nuestra Libertad.

Pero además de esa posible amenaza que viene de la helada Siberia, no nos podemos olvidar (dado el último atentado de Manchester) que los que están causando muerte y sufrimiento en Europa son los terroristas islámicos, y es contra esos yihadistas contra los que Donald Trump quiere enfocar y dirigir la Alianza Atlántica, en concreto contra el Estado Islámico, como ha manifestado en la cumbre de la OTAN en Bruselas estos días. Parece que sus aliados europeos lo van a respaldar, por lo que Delenda Est DAESH; más temprano que tarde.

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