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grand place / OPINIÓN

“Querido amigo tunecino, en Valencia la playa pertenece a sus habitantes”

13/06/2017 - 

He viajado muchas veces a Túnez, con la compañía aérea y con el corazón. Antes, durante y después de la Revolución. Que yo sigo llamando Involución, para desconcierto de los tunecinos que salieron a la Avenida Bourguiba den la Primavera Árabe de 2011. Entre ellos, y aún con la ilusión en la mirada de un niño de dos años, el profesor Amin Mahfoudh, visitó la Universitat de València de la mano de la profesora Julia Sevilla.

Junto a unos cuantos alumnos extranjeros, tuve la grata sorpresa de asistir a una master class en la que el profesor de la Universidad de Sousse profundizó sobre el proceso constitucional tunecino. Amin Mahfoudh nos presentó también un libro en el que expone las dudas y las esperanzas de lo que podría haber sido la Constitución tunecina y sus posibles interpretaciones por parte del Tribunal Constitucional, en proceso de creación. Contribution à l’étude de la transición démocratique en Tunisie es el libro que se estudiará en las Universidades y en los foros públicos. Porque la Revolución sigue viva y porque se juegan su éxito o su fracaso.  

He viajado a Túnez antes, durante y después de la Revolución…, en avión y con el corazón. He visto a los jóvenes sentados en las cafeterías de la Avenida Bourguiba tomando thé aux pignons y a las chicas paseando de vuelta de la Medina… antes de la Revolución. He visto los tanques y los soldados, las alambradas y la policía en la Avenida Bourguiba, con menos jóvenes sentados tomando té y pocas chicas paseando, acompañadas y con velo… durante la Revolución. He visto las medidas de seguridad junto a las embajadas de la Avenida Bourguiba, a los jóvenes tomando té y a muy pocas chicas paseando, casi todas cubiertas con velo y vistiendo a la manera musulmana… después de la Revolución.

Recuerdo antes de la Revolución a un joven vendedor de plata en La Medina que hablaba siete idiomas a la perfección y que lloraba por no haber podido entrar en la Universidad. Se había encadenado a la puerta durante días, semanas, pero de nada le sirvió, más que una detención y un tiempo en el calabozo. Recuerdo, durante la Revolución, a un grupo de trabajadores encerrados en la sede de la UGT, en huelga de hambre reivindicando no sé cuántos derechos del pueblo. Escribí en su libro de visitas un recordatorio a mi abuelo, compañero de la UGT.

Pasó la Revolución y tengo en el recuerdo a cinco jovencitas en la trastienda de una tienda de regalos de boda, haciendo manojitos de tul rosa con pesadillas. Todas habían salido a la Avenida Bourguiba a luchar por la Revolución, pero seguían haciendo manojitos de tul, que guardo como presente. No olvido la decepción en sus rostros cuando lo recodaban y su ruego sin esperanza: “Llévame a Valencia…”. Casi todas ellas cubrían su cabeza y su cuerpo.

Y hete aquí que éste es el debate que en estos momentos enciende el Proceso Constituyente de la única posible democracia árabe del mundo. Si Túnez es un país islámico o sigue siendo la República laica que soñó Habib Bourguiba, el padre de la independencia. Hace año y medio que Túnez aprobó su Constitución y éste es el momento en que aún no existe un Tribunal Constitucional que la defienda, la aplique y la interprete. Tanto es así que cualquier vecino puede interpretarla y denunciarte si no cumples con los preceptos del Corán o con el ayuno del Ramadán.

“¡Es mi decisión individual!”, defiende el profesor Amin Mahfoudh. Y lo defiende con la Constitución de Túnez en la mano. Porque el problema está en la interpretación que se haga del artículo primero y del artículo segundo. De si se interpreta que Túnez es un país musulmán o si es un Estado islámico. De ello dependerá que se vayan reformando las leyes aún basadas en la sharia, pese al intento de modernización y occidentalización del presidente Bourguiba.

Es por eso que hace unos días un juez condenó a dos meses de prisión a un joven, denunciado por un vecino, porque estaba fumando de día y en plena calle durante el Ramadán. Y es este poder local, el de los ciudadanos y el de los jueces de distrito, el que puede dar la vuelta a la Revolución, teniendo como tienen de vecinos a Libia, en plena guerra, y a Egipto, con un gobierno islamista. Y de aquí que yo le llame Involución.

A este poder local se refería el profesor Mahfoudh cuando debatía en su página de Facebook sobre un problema de fondo y explicaba a su interlocutor que un ayuntamiento se había apropiado de la playa de una región, privando a sus habitantes de “esta perla”. Y apelaba a la facilidad con que se puede atacar a los rebeldes o a los que están fuera del sistema para seguir aprovechándose del contribuyente sin cambiar la esencia del poder. Pero, “cher ami, à Valencia, la plage appartient aux habitants”. Gracias profesor.

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