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Robert Pattinson, a la redención por el thriller y el peróxido

Netflix estrena el vibrante "noir" de los hermanos Safdie, 'Good Time', liderada por el protagonista de la saga 'Crepúsculo'

10/01/2018 - 

VALÈNCIA. Good Time es el turbio y vehemente relato de dos hermanos en estado de gracia sobre dos hermanos en caída libre. La cuarta película firmada por Joshua (33 años) y Ben Safdie (31 años) es un homenaje al cine de los setenta en EE.UU. protagonizado por un delincuente de poca monta que decide atracar un banco con su hermano menor. El thriller ha supuesto la consagración de la pareja de directores, que de sus orígenes en el subgénero indie mumblecore saltaron el año pasado a la sección oficial del Festival de Cannes. A pesar del vacío en el palmarés, la película fue aclamada ruidosamente por la crítica. Y aunque no llegará a las grandes pantallas de nuestro país, como tampoco ha sucedido con el resto de la filmografía de los Safdie, al menos, el 11 de enero, se estrena en Netflix

El tándem fraternal viene avalado por dos títulos previos con nervio y ecos de Martin Scorsese, Sidney Lumet y John Cassavetes: The Pleasure of Being Robbed, de 2009, sobre una ladronzuela en Manhattan, y Mad Love in New York, de 2016, sobre dos vagabundos toxicómanos. De hecho, los creadores reconocen a los directores adscritos al llamado nuevo cine estadounidense como sus “dioses griegos contemporáneos”. Como Joshua alababa en mayo en la muestra de la Costa Azul, “lo especial de estas películas es que hubo un tiempo en el que arte y entretenimiento coexistían. Y para Good Time nos planteamos el reto de hacer un producto para la audiencia, pero exponiendo un punto de vista”.

A los grandes títulos míticos que han moldeado su carrera, sumaron el documental One Year in a Life of Crime (Jon Alpert, 1989), crónica del día a día de tres chorizos de Nueva Jersey, y la serie televisiva documental COPS. Así como dos libros, La canción del verdugo, de Norman Mailer, y En el vientre de la bestia, de Jack H. Abbott.

Por suerte, lejos de brindar un batiburrillo de referentes vacío de personalidad, su cuarta película toma el espíritu de la época dorada del cine en su país para regurgitarlo como algo propio. Y gran parte del mérito del contundente resultado final reside en su inesperado actor protagonista, Robert Pattinson. Curiosamente, fue el actor británico el que se ofreció a los realizadores.

El vampiro herido

“Cuando nos conocimos me llamó la atención su energía frenética y vi en él a un soldado lastimado, a alguien profundamente traumatizado. Obviamente, Robert es una persona famosa, pero no lo veo como una celebrity, porque no disfruta del éxito, sino que se siente muy atrapado”, detalla Joshua.

Otro aspecto que les llamó la atención fue la entrega y la minuciosidad de su oficio. El guión, escrito al alimón por Joshua y Ronnie Bronstein se vio beneficiado por lo inquisitivo que era Pattinson al estudiar su papel. “Hacía tantas preguntas…, desde cómo era su personaje a los siete años hasta el tipo de relación que tenía con su abuela. Yo no tenía las respuestas, pero me hacía pensar en ellas, de modo que cuando llegó al rodaje, conocía a su personaje al detalle”.

El otrora vampiro adolescente es aquí un antihéroe entre chiflado y temerario, que va encadenando decisiones chapuceras y errores de juicio, estéticos incluidos. Su vida cotidiana alterna los esquinazos a la policía con el cuidado a su hermano menor, un joven con diversidad funcional, al que da vida el menor de los Safdie, Ben. En un principio, el rol iba a ser interpretado por una persona con discapacidad, pero rechazaron la idea. “En los ensayos nos dimos cuenta de que al tratarse de una trama con situaciones tan duras, deberíamos presionar o menospreciar al actor que lo interpretara y eso ni me apetecía ni iba a funcionar, así que busqué al personaje dentro de mí”, detalla Ben.

Parte del trabajo ya lo tenía hecho. En 2010 creó a este mismo personaje, pero en una versión más joven, para una película en la que iba a participar como intérprete. “Desarrollé su voz y buceé en mi interior en búsqueda de los momentos en que me había sentido aislado”, detalla el actor y realizador.

Un agujero en la pared

El Nueva York nocturno, grotesco y peligroso retratado en la película se lo deben a un director de casting de localizaciones. Y a su diseñador de producción de cabecera, Sam Lisenco. “Es un genio en crear universos vivos. Se aproxima a los espacios como si se tratara de personajes. Si, por ejemplo, hay un agujero en la pared, inventa la historia de cómo se hizo”, aplaude Ben.

La banda sonora se la confiaron al músico experimental Daniel Lopatin, también conocido como Oneohtrix Point Never. Sus composiciones arropan y subrayan con destreza la fatalidad de la historia. Y culminan con una canción final para los títulos de crédito interpretada por Iggy Pop. “Lo más complicado cuando suena el último tema en una película es que el público entiende que ya se ha acabado, pero nosotros todavía queríamos transmitir sensaciones a los espectadores. Con Iggy lo conseguimos, porque funciona como un narrador y música y imagen se vuelven inseparables”, se felicita Ben.

El fichaje de Pattinson les ha resultado rentable. De hecho, la película ha contado con un presupuesto 10 veces superior a su anterior título. Su próximo proyecto es un remake de la comedia de acción Límite 48 horas (Walter Hill, 1982), pero prometen no venderse a Hollywood. “Lo bonito sería tener más libertad. Y con un presupuesto más holgado podemos acceder a planes de trabajo menos estrictos de los que hemos vivido en Good Time –espera Joshua-. Queremos mantenernos independientes, pero con eso no me refiero al presupuesto”.


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