Render del proyecto de Sineasen.VALÈNCIA. "Si no hay cambios, condenan el edificio al abandono en el medio plazo y privan a la ciudad de unos ingresos de arrendamiento superiores al millón de euros anuales". Así lo cree Francisco Barberà Balaguer, dueño de Sineasen, compañía mejor puntuada en el concurso para instalar un data center en el edificio de los Docks. Una licitación de la que desistió el Ayuntamiento de València el pasado mes de julio, tras la entrada de Maria José Catalá en la alcaldía.
La empresa solicitaba la utilización del edificio durante 25 años -frente a los 50 que planteaba el pliego del concurso-, ofrecía un canon de 1,05 millones de euros anuales (IVA no incluido) y se comprometía a realizar una inversión de 43 millones en obras de rehabilitación del edificio. Sin embargo, las reticencias de la Abogacía del Estado y de la Autoridad Portuaria de València por el uso terminaron por dar carpetazo a la licitación, que había llegado a la fase final y a la que solo le faltaba la adjudicación.
El Grupo Popular en la oposición ya se había mostrado en contra de ese destino para el edificio en un proceso iniciado bajo el mandato de Joan Ribó, y que fue impulsado cuando la empresa Nethis presentó un plan para el espacio. Sin embargo, se impuso la oferta de Barberà, que presentó un proyecto bautizado como "Los nuevos Docks", una propuesta que, según señala "plantea un edificio abierto abierto a la ciudadanía y a la innovación".
Sineasen, también conocida por su marca comercial Datium, es una operadora de telecomunicaciones que trabaja en el sector mayorista dando servicios de fibra, movil, fijo o numeraciones a pequeños operadores, ya que posee acuerdos con los grandes del sector. Usuario de centros de procesamiento de datos, vio en el concurso de los Docks una oportunidad de negocio.
"La propuesta cumple con todos los requisitos del pliego de condiciones del concurso público y garantiza la utilidad pública e interés social de los nuevos Docks", insiste Barberà. El antiguo almacén portuario, construido en 1917, es hoy un edificio emblemático del puerto valenciano. Después de dedicarse a diversas funciones a lo largo de los últimos años -como el de discoteca-, el edificio, de alto valor arquitectónico, está actualmente sin uso.
"La propuesta de Sinsesaen, respetuosa con los pliegos publicados por el consistorio, es la de integrar el centro de datos en una propuesta conceptual amplia y coherente para incluir usos compatibles de carácter público, de innovación y culturales", explica. "El objetivo es que Docks contribuya a la activación productiva del frente marítimo y la estrategia de desarrollo sostenible de la ciudad, promoviendo la mejora de la integración urbana del puerto con la ciudad y garantizando la utilidad pública y el interés social del nuevo edificio".
El proyecto se anclaba en cuatro ideas marco: transparencia, usos públicos, innovación y ocio cultural, "con el objetivo de que Docks se convierta en el paradigma de edificio de usos mixtos del siglo XXI". Para la traducción de estas ideas en una estrategia constructiva, la empresa que fuera adjudicataria -según señala Barberà- planteó un proceso de investigación especializada, estudiando casos de referencia de centros de datos y espacios para la innovación y la cultura de todo el mundo.
Otro elemento clave del proyecto, según señala, es la relación con el barrio y los espacios que le rodean. Para facilitar que el nuevo edificio esté lleno de vida los siete días de la semana y durante toda la jornada, Sinesaen proponía una combinación entre usos públicos, privados y compartidos, que permita la coexistencia de las diversas funciones y que éstas respondan, a su vez, a lo que necesita el ecosistema de emprendimiento e innovación de la Marina de València; y la ciudadanía de los barrios marítimos.
