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Spirit, las 'dailies': Will Eisner en pequeñas dosis

Desde luego, no es lo mejor de Will Eisner ni la etapa más interesante de The Spirit, pero las tiras diarias del detective enmascarado son una delicatessen nunca vistas íntegramente en España y que harán las delicias de los amantes del noveno arte

12/06/2017 - 

VALÈNCIA.- Decir que la obra del dibujante norteamericano Will Eisner (1917-2005) está hoy tan vigente como el día que salió de su lápiz es mucho más que un exabrupto de aficionado. No solo casi todo lo que hizo se sigue reeditando constantemente en medio mundo, sino que continúa ganando adeptos entre el público joven. Un dato: cada vez queda menos por rescatar, pero no se ha secado la tinta de Will Eisner: maestro de la novela gráfica (Paul Levitz), que salió a la venta en marzo, cuando llega a las librerías The Spirit: las tiras diarias completas (1941-1944). Del primero, solo apuntar que su autor es el expresidente de la editorial DC (que tiene ahora el catálogo casi íntegro del dibujante) y que en él participan nombres de la talla de Jules Feiffer, Neil Gaiman, Denis Kitchen, Scott McCloud, Jeff Smith y Art Spiegelman todos ellos amigos (y alumnos) del maestro.

De segundo, el que recopila las tiras diarias –o dailies-, solo se puede decir que es una pequeña joya, aunque destinada a un público muy concreto: el de los aficionados más irredentos al padre de The Spirit. Aunque ya habían visto la luz (en EEUU hay al menos dos ediciones) en España constituyen casi una novedad (Totem Calibre 38 publicó algo en su época). En total, 200 páginas editadas con todo el cariño del mundo, y que repasan las tiras que se publicaron entre el 13 de octubre de 1941 y el 11 de marzo de 1944. Algunos -con razón- lamentan que el formato no sea el adecuado, lo que se traduce en reproducciones demasiado pequeñas. Cierto, aunque la culpa es más de la edición original que de Norma.

No se trata de engañar a nadie: las tiras no son, ni de lejos, lo mejor que hizo Eisner. Para empezar, a las seis semanas de comenzar el maestro fue llamado a filas. Había guión para seguir tirando y, durante una época, continuó mandando texto a su estudio mientras su colaborador Jack  Cole (el padre de Plastic Man) se encargaba del dibujo. Al final, Cole asumió toda la responsabilidad y más tarde pasó el testigo a  Lou Fine. Sin que sea quitarles mérito, no estuvieron a la altura de Eisner. Al final, la tira cayó en manos de los hoy olvidados Alex Kotzky o Gill Fox hasta que finalmente se canceló.

El problema, además de la autoría, es el formato. Para alguien que acabaría revolucionando el mundo del cómic con sus montajes, sus splash pages y rompiendo el estricto marco de las viñetas para que no limitara su talento narrativo, condenarle al estricto marco de una daily strip fue como hacerle tocar flamenco con esposas.

De hecho, el propio Eisner siempre reconoció que las tiras no eran lo suyo. Así lo dijo en el libro-entrevista Conversations, de Thomas Inge, que ya ni me acuerdo si está editado o no por estos lares. “Nunca podría trabajar con éxito en una tira diaria. Es demasiado restrictiva para mí. Lo he dicho tanta veces que ya parece un cliché, pero es como intentar dirigir una orquesta desde una cabina telefónica. Tengo una necesidad casi neurótica de hacer algo diferente cada vez. Lo que me excita, lo que me divierte, es resolver problemas”. Y por si había dudas, una páginas más tarde añadía: “Lo que la gente no entiende es que es que los dibujantes crecen como ellos. Una de las razones por las que en realidad nunca quise hacer una tira es porque en las tiras tienes que ser el mismo todo el tiempo”.

Una orquesta en un cabina

La dailies son, además, un género complicado ya que apenas dan para cuatro viñetas o cinco que comienzan necesariamente por una que resuma lo anterior y una última con tintes de cliffhanger. De ahí que muchas de las grandes tiras diarias hayan sido autoconclusivas, lo que no quita que también hubiera otras obras con tramas largas firmadas por maestros como E.C. Segar (Popeye), Chester Gould (Dick Tracy), Milton Caniff (Terry y los piratas), Al Capp (Lil’l Abner), Alex Raymond (Rip Kirby)...

Otro dato a tener en cuenta es que The Spirit nació como suplemento dominical apenas un año antes de dar el salto a las tiras diarias. Así, de una historia autoconclusiva de ocho páginas (luego, siete) se pasa al relato río de duración indeterminada. Demasiado trabajo para un par de manos. Eisner es, por aquella época, un autor en pleno crecimiento, que va ganado prestigio día a día, pero lo mejor de su producción —por lo que respecta a The Spirit— no llegará hasta después de la guerra (y se prolonga hasta principios de los 50). Es decir, la época de las dailies ni siquiera coincide con su mejor etapa.

Aún así, hay mucho bueno, la mayor parte concentrada en los siete meses en los que Eisner se encargó de ella. En la primera de sus historias, por ejemplo, The Spirit está (una vez más) en busca y captura, todo por culpa de Squire Sampson, un político corrupto. Es decir, el intento de estar a la altura del público adulto es evidente desde el primer día. En la segunda, la pelea con un tiburón vuelve a dar fe de la maestría de Eisner para las escenas de acción.

Lo que queda por ver

Norma pone así fin así a uno de sus proyectos más ambiciosos: reeditar en España la magnifica recopilación de 27 volúmenes que hizo hace años DC y con la misma calidad. Un proyecto que comenzó hace 15 años y que llega (casi) a su fin.

 Para los fans más recalcitrantes, todavía quedan dos volúmenes. El número 26 es, sobre todo, de rarezas: historias sueltas o inacabadas que Eisner hizo a lo largo de los años y por distintos motivos y, sobre todo, las portadas de las distintas colecciones (la mayoría, la recopilación en blanco y negro de Kitchen Sink que, en España, publicó Norma) y algunas fricadas como la Spirit Jam. Inédita en España (creo), fue un homenaje que se le hizo al autor en 1998, a iniciativa del editor Denis Kitchen en la que tomaron parte medio centenar de autores como Brian Bolland, Milton Caniff, Chris Claremont, Richard Corben, Harvey Hurtzman o Frank Miller e incluía un minicrossover del enmascarado con Cerebus firmado por Dave Sim.

El otro, número 27, recopila el homenaje de 8 números de Dark Horse (1997) en el que varios autores (Moebius, Neil Gaiman, Daniel Torres, Mark Schultz, Paul Chadwick, Kurt Busiek…) se unieron para una colección titulada The new adventures. Quizás, en el futuro, habrá uno o dos más volúmenes, en el que se recuperen todos los homenajes posteriores que son tantos que ya es difícil seguirles la pista. Basta decir que, en estos momentos, Dynamite está publicando la miniserie The corpse-makers (Franciesco Francavilla) tras el éxito de Spirit Returns (Matt Wagner y Dan Schkade), que se suman a otros recientes como The Rocketeer & The Spirit: Pulp Friction (Mark Waid, Paul Smith y J. Bone), el crossover con Batman, de Darwyn Cooke y Jeph Loeb, o la serie que primero le dedicó en 2007 (y que es, probablemente, el mejor homenaje que se le ha hecho).

El puto amo

VALÈNCIA.- Las tiras diarias no fueron, ni mucho menos, un género menor. Simplemente, hubo autores que se manejaban mejor que otros en este formato. En el caso de Eisner, apenas tuvo tiempo de acostumbrarse a una forma de trabajar que nunca le gustó. Aún así, en las 186 tiras que dibujó a lo largo de seis meses tuvo ocasión de dejar claro por qué se le considera el dibujante de cómics más importante de todos los tiempos. Una tira solía tener entre tres y cuatro viñetas con una estructura muy rígida: la primera conecta con la tira del día anterior, la(s) siguiente(s) hacen avanzar la trama, y la última es un cliffhanger que prepara la del día después. Eisner logró hacerlo en más de una ocasión con una sola viñeta, algo al alcance de muy pocos.

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