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berto Jaramillo, el concejal 'ausente’ que pone patas arriba la plataforma

Todos contra todos en València en Comú

28/12/2016 - 

VALENCIA. Valencia no rima con confluencia. Sin un liderazgo claro como en el resto de España –Manuela Carmena en Madrid o Ada Colau en Barcelona–, València en Comú (VALC) se ha convertido en el juguete roto de la izquierda y ha protagonizado las peores escenas de las más indeseables batallas internas. Los ingredientes no pueden ser más clásicos: sospechas de enchufismo, guerras de poder y control férreo de los órganos internos.

Las sombras sobre los despidos y las consiguientes contrataciones en InnDEA, fundación dependiente del concejal Jordi Peris, la sintonía de este con el alcalde de Compromís Joan Ribó que tanto irrita su compañera de filas, la concejala María Oliver, o el intento de este verano del edil de València en Comú, Berto Jaramillo, de destituir a dos de sus asesoras de manera taxativa y sin pasar por el plenario, no sólo han derivado en que el feeling entre los tres concejales de VALC sea casi nulo y cada uno de ellos sea una isla independiente. Tan sólo año y medio después de haber nacido, estos y otros conflictos como el intento de pucherazo telemático en la renovación de la Coordinadora también tienen su traslado a la vida orgánica de la plataforma.

Unas heridas internas en la confluencia que agrupa sectores críticos de Izquierda Unida Valencia y miembros de Podemos, que han vuelto a supurar estos días. Berto Jaramillo abría la caja de Pandora la pasada semana: denunciaba que la confluencia está "secuestrada por un grupo pequeño y organizado" y señalaba como responsables del viraje y degradación de la vida interna de València en Comú a la presencia de la antigua corriente de EU en la formación, concretamente, al sector de Manolo Colomer, a quien acusa de "haberse levantado en un plenario y amenazado con mandarnos al grupo de no adscritos".

Crónica de una muerte anunciada

Las aguas de la formación morada nunca han estado completamente en calma. Ya en la primera asamblea en la que se constituyó Guanyem València –actualmente València en Comú–, surgieron voces críticas por el "excesivo peso" que tenía Esquerra Unida en la plataforma. Un partido que en pocos meses prepararía unas primarias con dos listas para llegar a la alcaldía de Valencia: la encabezada por el sector oficialista de Amadeu Sanchis –reticente a plantear candidatura de EU dentro de Guanyem si no se traducía en una mayor visibilidad de las siglas de su partido en la plataforma– y la alternativa de Manolo Colomer y Mireia Biosca –número dos–, partidarios de integrarse en VALC que finalmente vieron frustradas sus expectativas. A pesar de convertirse en número tres y cuatro en la lista a la alcaldía, tras la derrota en las primarias decidieron retirarse de la candidatura. "Lo hicimos por coherencia, ya que no creíamos en el proyecto político por el que se apostaba", señala Biosca. 

Paralelamente a este proceso, antes de los comicios autonómicos de 2015, Podemos vive su particular contienda electoral para elegir a los futuros líderes de los municipios. Un escenario que enfrenta por primera vez a las dos piezas de una partida de ajedrez que, a día de hoy, continúa jugándose: Berto Jaramillo y Jaime Paulino. El primero más próximo por aquel entonces a Pablo Echenique y, el segundo, el preferido por la dirección nacional y que termina imponiéndose como secretario general de Podemos Valencia.

Con Paulino en la dirección y, en línea con lo que marca Madrid, Podemos no presenta candidatura a las municipales de 2015, pero gente del partido se integra en València en Comú como sucedía en otras ciudades españolas. Finalmente, por no copar las listas del partido instrumental, el Consejo Ciudadano Municipal de los podemitas decide que María Oliver -única miembro de VALC reconocida por Podemos- vaya en las listas a las locales. No obstante, Jaramillo decide presentarse "sin el apoyo del CCM alegando que se lo piden los círculos", apunta Biosca, para ir en las listas de VALC.

La plataforma se alza con tres concejales en el ayuntamiento en mayo y, tan sólo cinco meses después, estalla la primera de una cadena de crisis que desde entonces no han cesado: Áurea Ortiz –actual secretaria del grupo en el consistorio- y Berto Jaramillo, dimiten de la Coordinadora –Ejecutiva en otros órganos– por la desmovilización de los círculos y escasa participación. Más tarde trasladan las discrepancias que tienen con la dirección por que el excedente de los salarios de los miembros del equipo municipal de VALC deba ir destinado a una formación política, ya sea Podemos o València en Comú, y no íntegro a fines sociales –cabe señalar que previamente se había pactado que el 15% del total de los excedentes pudieran destinarse a Podemos, 19% a VeC y 68% a fines sociales-. Así, mientras los ediles Jordi Peris y Berto Jaramillo junto a tres asesores –Ortiz, Ángela Pedraza y Eduardo Cots– se negaban a donarlo a Podemos, la concejal María Oliver y su asesor, Ximo Flores, lo creían legítimo ya que ningún cargo del partido puede cobrar más de tres veces el salario mínimo y "los partidos no viven del aire porque hay gente trabajando en ellos", subrayan desde este sector.

Apenas un mes después retumba otro escándalo y el partido instrumental se fractura aún más. Las contrataciones de la Fundación InnDEA, dependiente de Peris y dirigida por Rafa Monterde, caldearon los ánimos. "Se llegó a plantear un revocatorio de Peris aunque finalmente se paralizó", aseguran miembros de la anterior Coordinadora. Un ambiente hostil sobre el que Jaramillo pasó de perfil. Sin embargo, poco tiempo después fue a él a quien se le planteó un revocatorio por intentar destituir a de dos de sus asesoras –Neus Fábregas y Mariana Urueña– sin plantearlo en el plenario. "Desde entonces no ha vuelto a ninguno y València en Comú no tiene ni idea de lo que hace su concejal en el Ayuntamiento porque no acude a las reuniones del grupo municipal. Áurea Ortiz sólo tiene información puntual de él", expresan desde VALC. Unas afirmaciones que Jaramillo desmiente y cuyas ausencias atribuye al solapamiento de reuniones en la Diputación.

Cuatro bandos enfrentados

Con la celebración inminente de una asamblea reconstituyente que buscará "reforzar la organización", los seis puestos de su Coordinadora ya renovada y la Comisión de Garantías ya constituida, la confluencia se encuentra dividida en cuatro bandos: Los que apoyan a Jaime Paulino, los que se posicionan con su contrincante en las primarias de Podemos de 2015, Berto Jaramillo, el sector que respalda a Jordi Peris y el que secunda a Manolo Colomer.

No obstante, el pulso que ha iniciado Jaramillo ha provocado un efecto boomerang. Tanto el sector de Paulino como de Colomer –Ximo Flores, María Oliver, Mireia Biosca–, desconocen por qué el concejal "se negó a donar su excedente salarial a Podemos en 2015 y este verano planteara sí hacerlo para ser reconocido como concejal de Podemos" –para que esto pase es necesario que se rindan cuentas al partido, donar excedente salarial e inscribirse en la Comisión Coordinadora Institucional-. Un cambio de postura que provocó en junio malestar entre Paulino y Jaramillo, ya que en lugar de "plantearle esta petición a él, se dirigió directamente al secretario general autonómico, Antonio Montiel, saltándose el escalón intermedio", indican fuentes de VALC. Sin embargo, éste explica que simplemente "se curó en salud enviando un correo a la dirección local y regional". Cabe recordar que la sintonía entre el secretario general de Valencia –Paulino- y el autonómico –Montiel- no es la más deseable, pues el primero es más afín al sector de críticos con la dirección regional del partido.

En este ambiente, la relación de Montiel con Jaramillo se entiende en el sector crítico como de 'coalición de intereses'. "Mientras Montiel aprovecharía el contacto con las bases que tiene Berto y él no para su reelección como secretario general -ya que el segundo tiene presencia en cuatro de los 16 círculos municipales-, Jaramillo necesitaría de cara a unas próximas primarias un respaldo orgánico importante o bien pudiera mantenerse en las listas. De hecho no tiene pudor en manifestar su preocupación por su futura carrera política", avanzan desde el sector de Colomer. Quienes tampoco encajan que el miembro de VALC en la Diputación mantenga que la plataforma "está secuestrada por gente de EU, cuando ocho de los 10 miembros de la Coordinadora son de Podemos".

Los movimientos del concejal de Migración, además de generar cierto malestar, crean distintas interpretaciones e hipótesis dentro de la confluencia. "Jaramillo todavía arrastra el resultado de las primarias de 2015 en las que perdió frente a Paulino. Pero la realidad es que no podemos perdernos en luchas internas y ser inmaduros políticamente", advierte un diputado de Podemos en Les Corts. 

Mientras los más numerosos apuntan a que su acercamiento a la dirección regional responde a una posible pretensión de presentarse a futuras primarias o mantenerse en las listas de cara a las locales de 2019, tampoco faltan las voces que creen que el deseo de Jaramillo de disolver VALC para que se integre únicamente por gente de Podemos responde a que, si desapareciera la marca jurídica "también lo haría la comisión de garantías que debe juzgar si puede seguir desempeñando sus funciones como cargo público o no por intentar despedir a sus dos asesoras". Una opción -la de revocarlo- que, no obstante, descartan tajantemente desde la plataforma y Podemos Valencia.

Por otra parte, la sintonía entre los otros dos concejales, Peris y Oliver, sigue resintiéndose aunque públicamente se haya intentado visualizar una reconciliación bastante lejana. Y si con Peris la relación es complicada, con el que ha sido su mano derecha -Monterde- es aún peor. En primer lugar, porque en la campaña de 2015 –en la que él fue director de la misma-, "se silenciaba a María eludiendo darle máxima difusión los actos en los que participaba, algo que no hacía con Peris o Jaramillo" –observan desde el entorno de la concejala-, más tarde por que se "le negara la concejalía de urbanismo razonando que le correspondía al PSOE"–cabe recordar que Monterde fue parte negociadora en el Pacte de la Nau-  y finalmente "por su implicación en las contrataciones de Inndea".

Con este ambiente, no son pocas las voces que comienzan a cuestionar sino la supervivencia del partido instrumental, el rumbo que éste va a tener antes de llegar a las próximas locales. Las pugnas internas de València en Comú tambalean los débiles cimientos del proyecto político "del cambio".

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