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Open Government: la necesidad de nuestra democracia

JOSÉ L. SAHUQUILLO OROZCO. 20/11/2013 "Las decisiones fundamentales están tomadas por terceros: no es el pueblo, ni siquiera son sus representantes, los ahora maltratados políticos"

VALENCIA. Nuestra democracia, aun siendo muy joven e inexperta, ha ido avanzando, poco a poco, en la consolidación de la esfera y la vida pública. Frente al poder de un Estado sin límites, nacieron hace ya muchos años los derechos individuales; frente a la concentración y confusión de todos los poderes en muy pocas manos, se concibió la división de poderes -horizontal y vertical-; frente a la voluntad de posibles mayorías facciosas en un gobierno de origen popular, se reivindicó el pluralismo político y social.

A estas garantías de singular relieve -y todavía necesarias- se añadieron otras muchas que, aun de tono menor, han venido a configurar nuestros actuales regímenes democráticos. Pero, como cuestiones de rabiosa actualidad nos confirman -el desvelamiento de un mundo opaco en las instituciones y en los partidos políticos al servicio de fines particulares-, los riesgos para la libertad siguen vigentes y tienen el mismo origen: la prevalencia de intereses facciosos en la conformación de la voluntad de nuestros dirigentes. Por esta razón, hoy día, como lo fue en el pasado, es imprescindible que nos dotemos de nuevas garantías para asegurar la libertad de todos. Y ese propósito en la actualidad se llama gobierno abierto y transparente.

Las actuales democracias se enfrentan a una situación paradójica. Tenemos las generaciones más preparadas que ha habido en nuestro país, todos con la suficiente formación y conocimiento para realizar una ejercicio crítico sobre el gobierno de nuestra sociedad, y tenemos en nuestras manos una herramienta formidable para poder intervenir directa y automáticamente en tiempo real expresando nuestras opiniones, nuestros argumentos y nuestra voluntad sobre las decisiones que debemos tomar como sociedad.

Tenemos en nuestras manos hacer realidad ese sueño que nos acompaña desde que nuestros antepasados los revolucionarios del siglo XVIII proclamaron la soberanía del pueblo como principio articulador de los nuevos regímenes representativos en los que desembocó la modernidad. Es el sueño que empuja a movimientos ciudadanos como Democracia Real Ya, como el 15 de mayo, como Change.org, y tantos otros. Y paradojas de la vida, ese sueño parece que se nos escape entre los dedos.

Si uno reflexiona sobre la realidad, si se fija un poco -para el caso no resulta ni siquiera necesario hacer prolijas investigaciones empíricas-, cuando más cerca parece estar el gobierno del pueblo por el pueblo resulta que más lejos de alcanzar está. El ejemplo de España es paradigmático. Ya no es que sean conspicuos políticos, sustentadores de oscuros intereses, que se aferran al sillón defendiendo sus intereses particulares sin atender a las necesidades del pueblo. No, no es eso, aunque eso también forme parte de la realidad. Es que determinadas decisiones fundamentales, decisiones que tienen una especial incidencia en nuestras vidas, se están tomando más allá de nuestras fronteras.

Quizá no sabemos muy bien dónde, quizá en Alemania con la canciller Merkel a la cabeza; quizá en las salas de reuniones de los poderes financieros, que dan y quitan según soplan los vientos de sus intereses a lo largo y ancho de este mundo globalizado; no sabemos bien dónde pero lo que es seguro es que las decisiones fundamentales están tomadas por terceros: no es el pueblo, ni siquiera son sus representantes, los ahora maltratados políticos.

¡Paradójico! Nos produce perplejidad, pero no necesariamente asombro. Es la política en estado puro, la de siempre, la que nunca ha cambiado ni cambiará. Es la política de Aristóteles, la que se sustenta sobre la lucha de intereses de individuos y grupos diferentes, de personas que están dispuestas a pensar en el bien común sólo y en la medida que les interese. La que se corrompe. La que sólo con dificultad se doma.

La que sólo a duras penas, durante los dos últimos siglos, ha conseguido ciertos equilibrios que han posibilitado cierto grado de libertad e igualdad al menos en los países desarrollados del mundo occidental. Equilibrios que se han roto y que exigen de nuevo, desde planteamientos democráticos, volver a reforzar a la parte más débil que no es otra que ese indeterminado al que nos referimos como pueblo

Esa es la tesis que mantiene el politólogo Robert Dahl para quien en nuestras democracias representativas el carácter intelectual de las élites no garantiza por sí solo el buen gobierno y siendo que tampoco tenemos garantía de su virtud -de la virtud de las élites- resulta necesario reforzar el eslabón más débil de la cadena democrática que no es otro que el propio demos. A su juicio, las telecomunicaciones permiten asegurar que los programas de acción política sean accesibles con facilidad a todos los ciudadanos que de esta forma podrán participar de forma significativa en los debates políticos.

Pero, si una de las salidas legítimas a la actual desafección política es Buen Gobierno ¿En qué lugar podemos situar a España en materia de Gobierno Abierto?. Hace tan solo unos meses el ONTSI, organismo público dependiente del Gobierno de España, publicó el "Estudio de demanda y uso de gobierno abierto en España". Según los datos de este informe, más de la mitad de la población (58,6%) considera que los canales que existen para participar en los asuntos públicos son insuficientes y demandan nuevos canales de participación más adecuados (81,4%).

El 77,7% considera que mejoraría la eficiencia de nuestras instituciones y el 70,7% considera que mejoraría la confianza en el gobierno. Alrededor del 80% de los encuestados tiene interés en el diseño e implantación de políticas públicas participando antes de iniciarse un proyecto, durante la realización del mismo, revisando la información o enviando preguntas sobre su avance, por ejemplo.

Más crítico con la situación actual del desarrollo de la sociedad de la información en España es el Informe eEspaña 2013 de la Fundación Orange, publicado también recientemente. Si bien, en él se reconoce que el uso de la e-Administracion ha crecido sensiblemente entre los ciudadanos hasta llegar al 43% de la población de entre 16 y 74 años; por el contrario, el uso de la e-Administración entre las empresas se ha estancado e incluso ha decaído.Además, el informe destaca la drástica reducción presupuestaria: en 2012 el presupuesto TIC de la AGE se ha reducido en 240 millones de euros, quedando en un 4,6% del presupuesto total del Estado.

A día de hoy la respuesta para la regeneración democrática la tenemos cada vez más clara: necesitamos un gobierno abierto, más transparente, algo directo y muy participativo. Desde la Asociación Valenciana de Politólogos (Avapol) siempre lo hemos tenido claro. Es por ello que a principios de año junto al catedrático Lorenzo Cotino (el que es para muchos de nosotros el mejor especialista en materia de participación ciudadana de nuestro país) y la Universitat de València diseñamos el I Congreso Internacional sobre Open Government (Gobierno Abierto, en inglés). El encuentro, que tendrá lugar los próximos 21 y 22 de noviembre en el CAPITOL EMPRESA será, sin lugar a dudas, el certamen más importante que se ha organizado nunca en todo nuestro país en materia de transparencia y Gobierno Abierto.

A día de hoy, el programa contiene ya más de 100 ponentes de todo el mundo entre los que se encuentran expertos, académicos, políticos o investigadores. El objetivo que pretendemos con todo ello es animar a diseñar e implementar políticas de Gobierno Abierto y dar a conocer los múltiples beneficios, tanto para la Administración Pública como para el ciudadano, que conlleva aplicar este tipo de políticas públicas. Un congreso que pretende ser un antes y un después en la labor socio-política que desarrollamos desde Avapol para regeneración democrática.
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(*) Jose L. Sahuquillo Orozco,
presidente Asociación Valenciana
de Politólogos Avapol

 www.congresointernacionalogov.com

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