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OPINIÓN

El divulgador, el investigador y la controversia sobre los transgénicos

RAÚL COMPÉS y JOSÉ MARÍA GARCÍA *. 17/12/2013

VALENCIA. El día 20 de noviembre se celebró en la Universitat Politècnica de València (UPV) una conferencia organizada por la Cátedra Bayern Cropscience e impartida por Eduard Punset con el título "El reto de la agricultura actual". La asistencia fue masiva, lo que demuestra el gran tirón del divulgador científico más conocido en España.

Sin embargo, y como no era difícil prever, la charla estuvo lejos de las expectativas, y el Punset que vimos estuvo más cerca del personaje curioso y entrañable del programa televisivo Redes que de un experto sobre el futuro de la agricultura. El turno de preguntas acabó girando sobre el asunto de las plantas transgénicas, por cuya regulación restrictiva en la UE el conferenciante fue interpelado por el catedrático del Departamento de Biotecnología de la UPV Ramón Serrano, a lo que Punset contestó con socarronería y cierta dosis de frescura. Como acto académico resultó intrascendente, aunque la decepción resultó atenuada por la satisfacción de disfrutar de Punset en vivo y en directo.

Pocos días después, como una continuación del debate, el investigador Serrano lanzaba desde las páginas de Valencia Plaza un durísimo ataque contra los enemigos de la transgenia vegetal. Tras señalar con acierto la levedad de los contenidos de la charla, dirigía fuertes críticas y gruesos epítetos contra los ecologistas radicales y Greenpeace por su analfabetismo en ciencia, por sus intereses espurios y por su supuesta dictadura mediática, entre otros aspectos.

Pues bien, aunque no nos sentimos obligados a defender a ninguna de las partes en este crispado enfrentamiento, la abundancia de exabruptos y descalificaciones que se suelen escuchar en muchos foros por cualquiera de los dos bandos en lid nos lleva a hacer una reflexión sobre la calidad del debate público en un tema tan trascendental como el modelo de agricultura y alimentación de la población.

Si bien el malestar de nuestro apreciado colega de la UPV puede resultar comprensible en un plano meramente científico, su planteamiento sitúa la polémica en unos términos que acaban volviéndose contra la causa que defiende, y no sólo por lo inapropiado de equiparar a los ecologistas radicales con el nazismo que orquestó la aniquilación de pueblos y razas.

Nuestra inquietud de fondo radica en que el profesor Serrano no sitúa los argumentos científicos en el medio social cuyos valores, cultura e intereses determinan la utilización que los ciudadanos y sus representantes públicos hacen en cada momento de las herramientas que el complejo científico-tecnológico pone a su alcance.

En el proceso de elección social -tanto pública como privada- cuentan tanto los argumentos científicos como los aspectos morales, éticos, económicos y políticos derivados de la incorporación de una determinada tecnología y, en particular, la ponderación de sus consecuencias en el tiempo y el espacio. Disponer de una nueva técnica no garantiza que su uso vaya a ser siempre aceptado por la sociedad, y esto vale tanto para las plantas transgénicas OGM como para la energía nuclear, las células madre o la fractura hidráulica (fracking), por citar tan sólo unos pocos casos actuales y controvertidos.

Lejos están los tiempos en los que la fe en el conocimiento y la razón constituían el eje de la modernidad, el progreso y la ilustración. El postmodernismo de la segunda mitad del siglo XX resquebrajó certezas y confianza en las grandes instituciones. El relativismo ha llegado hasta al núcleo duro de la filosofía de la ciencia -la epistemología-, y ha sembrado dudas sobre las motivaciones reales y las verdades oficiales que, en demasiadas ocasiones, el tiempo se encarga de desautorizar.

Los argumentos científicos han perdido parte de su credibilidad y aceptación social y el tiempo del despotismo científico ilustrado ha pasado. La opinión pública es consciente de que, al igual que pasa con jueces, periodistas, políticos o profesores, por citar sólo algunas profesiones, el trabajo de los científicos puede estar condicionado por estrategias empresariales y de que pueden sucumbir a conflictos de intereses que les pueden llevar, por ejemplo, a trabajar al mismo tiempo en la industria y en órganos reguladores y supervisores.

Adicionalmente, las tecnologías afectan además a los modelos empresariales y las reglas de juego del sistema económico; crean ganadores y perdedores y provocan cambios en las relaciones de poder en los mercados. En fin, que el debate va más allá de determinar si los OGM son perjudiciales o no para la salud o el medio ambiente, o de descalificar y convertir en enemigos a los que se oponen a una tecnología, y más cuando estamos hablando de la tierra, de semillas, agricultores y alimentos, en suma, de una actividad enraizada en el origen de nuestra civilización actual con un profundo componente cultural.

En la práctica, la evidencia sobre los efectos económicos y sociales sobre la agricultura de los transgénicos es aún escasa y, lo más preocupante, se relaciona con datos y publicaciones proporcionados en gran parte, bien por las grandes empresas productoras de semilla o, alternativamente, por los grupos ambientalistas más enfrentados a esas empresas. El debate sobre la reciente reforma de la PAC, con millones de ciudadanos participando, y la negociación a través de sus parlamentarios y gobiernos, ha demostrado una voluntad hacia la ecologización de la agricultura europea que habría que interpretar antes de combatir.

Estamos con el profesor Serrano en que la ignorancia se neutraliza con conocimiento, pero sin olvidar la prudencia de Karl Popper cuando advertía que la ciencia es provisional (podemos conocer lo falso, pero no lo verdadero). El uso de la tecnología se debe debatir en la plaza pública considerando todos los factores que determinan la elección social, tanto los científicos como los económicos, los filosóficos o las relaciones de poder, entre otros.

Creemos en el valor de la transparencia, el derecho a la información imparcial, los análisis de impacto independientes, la pluralidad de modelos y la libertad de elección de los ciudadanos, evitando la tiranía de la simplificación y la confrontación del maniqueísmo, venga de donde venga. Ojalá seamos capaces, tras la amena charla del divulgador y las preocupaciones comprensibles del profesor, de disminuir la tensión y recontextualizar el debate académico y social sobre los cultivos transgénicos. ¿Por qué no cultivar la pedagogía del debate tranquilo y respetar la madurez y el derecho de los ciudadanos para elegir el modelo de agricultura y alimentación?
______________________________________________
Raúl Compés López y
Jose María García
Álvarez-Coque son
profesores de la
Universidad Politécnica
de València (UPV)

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13 comentarios

Sergi Escribano escribió
07/01/2014 14:00

Son muchas las ciencias que confluyen en el estudio de la agricultura y la alimentación. En este sentido la biotecnología aporta un enfoque necesario pero no suficiente para explicar los desafíos y determinar las soluciones de los problemas alimentarios. Antropología, sociología, economía, edafología, derecho y un largo etcétera, unidos a otros factores de carácter político (regulación de mercados, acceso a los recursos productivos, etc) configuran un panorama complejo en el que son necesarios los enfoques transdisciplinares. El cambio de época que enfrentamos necesita de líderes generosos alejados de posturas arrogantes y capaces de comprender que las soluciones no son únicas sino múltiples y diversas, como así lo son los pueblos, las culturas y los territorios en los que se desarrollan los sistemas alimentarios.

Ramón Serrano escribió
06/01/2014 05:11

El confuso relativismo de Compés López y Garcían Alvarez-Coque puede llevar al absurdo de que las leyes del universo se decidan por consenso entre los entes sociales. Pero es obvio que no se puede decidir por consenso si la tierra es redonda o cuadrada. En este tema, y en otros muchos incluyendo los transgénicos, la ciencia no es provisional sino definitiva, solo faltaria. ¿Como se atreven estos dos profesores a decir que la ciencia es "provisional"?. Claramente no saben lo que es la ciencia y ello es terriblemente grave ya que transmitirán a sus alumnos esta animadversión por la ciencía así como su sometimiento al imperio del consenso social, por supuesto manipulado por grupúsculos iluminados que "saben" (por tener una ideología "sólida", por ejemplo marxista-leninista) por donde ha de ir la humanidad. Esto es lo que ocurrió con los partidos comunistas en el pasado, cuando manipularon la opinión pública para hacerse con el poder en muchos países, incluyendo Rusia y todos sabemos como acabó esta experiencia social de "consenso" ...

Valentín Díaz escribió
30/12/2013 19:06

En el importante debate que debe mantenerse sobre la producción y consumo de los alimentos modificados genéticamente, y sus implicaciones positivas y negativas en todos los ámbitos, desde el económico hasta la salud de los consumidores, evidentemente hay posiciones contrapuestas, porque como en cualquier otra situación bajo estudio, hay mucho por analizar, evaluar, descubrir y comunicar. El intento de llevar el debate por el camino de la cordura, planteado en el artículo de José María García Alvarez-Coque y Raúl Compés me pareció muy oportuno, porque como se evidencia en algunos de los comentarios posteriores aquí publicados, el debate planteado en términos de la agresión al contrario creo que antes que constructivo, quita fuerza a la posible razón de quién esgrime sus argumentos desde la descalificación y el insulto al que piensa diferente. He de reconocer que durante años he sido defensor del uso de los alimentos transgénicos como una herramienta para mitigar el hambre en según que zonas del planeta, y así lo he planteado en múltiples conferencias en distintos países, no obstante, algunas de las investigaciones recientes publicadas, aunque aún no aceptadas por la EFSA (La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria), me han puesto en alerta sobre algunas de las consecuencias para la salud de los consumidores en el futuro, y encuentro normal que productos con relativamente corta vida en el mercado, aún no puedan ser evaluados desde una perspectiva cierta, más allá de las prospecciones realizadas en los laboratorios. Creo que estas dudas alimentan el debate, y considero que al final, lo relevante es encontrar las respuestas científicas que validen los planteamientos teóricos, y en ese proceso no hace falta descalificar o insultar a nadie. Apuesto por el debate moderado pero profundo, que realmente sirva para encontrar respuestas y no para crispar el ambiente. Para terminar, solo comentar que en los últimos años he estado trabajando muy de cerca con los agricultores de Centroamérica, cuna del maíz, y me ha resultado muy lamentable comprobar cómo la presencia de semillas no autóctonas ha arrasado por completo el maíz tradicional, contribuyendo a la pobreza de los agricultores que en principio esperaban obtener mayores beneficios, pero al encontrarse con un producto no diferenciado, ahora compiten por precio con los enormes agricultores norteamericanos que producen exactamente su mismo producto, pero en condiciones mucho más competitivas, su ventaja comparativa de un producto autóctono, ya es casi irrecuperable, y desde luego cosa del pasado.

Jose Maria Garcia escribió
21/12/2013 10:12

Agradecemos los comentarios al artículo, incluidos los críticos (algún insulto se podría haber ahorrado). Si se vuelve a leer el artículo, se comprobará que no descalificamos tecnologías de forma general. En la adopción de nuevas tecnologías resulta útil considerar todos efectos sociales y económicos, incluida la participación de los implicados (ver la tesis de A. Fernandez-Baldor, defendida hace poco en la UPV). Hasta 2012 apenas 127 análisis de impacto socio-económico de los OGM se habían publicado en revistas peer-review (M. Smael, Challenges in measuring the economic impacts of biotech crops in developing agriculture, JRC-IPTS y FAO, EUR 25265 EN), muchos con los defectos apuntados en el artículo. La pedagogía exige el respeto a todas las opiniones, y resulta eficaz ponerse en la piel de los ciudadanos para explicar las ventajas de las nuevas tecnologías: se llega más lejos. Felices fiestas.

Irene escribió
20/12/2013 10:55

¿La evidencia sobre el efecto del arroz dorado es escasa? ¿Y el efecto de futuras variedades tolerantes a sequías? No se puede estar en contra de los transgénicos de forma genérica, porque cada uno es diferente y sus efectos también. Yo también defiendo un debate sosegado pero con más conocimiento de la materia y menos ideología y prejuicios. Por cierto, creo que las dos fotos utilizadas en este artículo no defienden esta postura, a pesar de lo que digan los autores.

javijevi escribió
20/12/2013 09:04

Resumen de la posición de los autores de este artículo en el debate sobre transgénicos: "Como no tenemos argumentos racionales, objetivos e inequívocos contra los transgénicos y contra los que los defienden, recurrimos a decir que todo es relativo, y que la decisión sobre los transgénicos se debe tomar en base a argumentos emocionales, ideológicos y subjetivos". Así nos va...

Ramón Serrano escribió
19/12/2013 06:32

Es descorazonador leer los comentarios de los ecologistas radicales a mi atículo y al confuso panfleto de Compés y García que pretende descalificarme a mí pero además a la ciencia en general. A esta gente :nada les hace cambiar de opinión porque su ideología es terriblemente sólida y siniestra. ¿Quieren que les proporciones evidencia científica de todas mis afirmaciones?. Sin problemas, digan donde y como quieren esta información. Y ustedes, los ecologistas radicales siervos de Greenpeace, del principe Carlos de Inglaterra y de los siniestros partidos verdes derivados de los fracasados comunistas, ¿me pueden dar evidencias convincentes de sus descalificaciones de la ciencia y de por qué rechazan los transgénicos aunque sean para salvar vidas pero aceptan otras tecnologías no "naturales" como los medicamentos, el automovil, el telefono movil, etc?. Creo sinceramente que como toda la izquiera radical siguen consignas que les han dado desde arriba sin reflexionar. Por favor, ¡despierten de una vez al mundo real!. Les recuerdo que Greenpeace está acusada en tribunales internaciones por crímenes contra la humanidad y esta acusación la ha formulado uno de sus fundadores, Patrick Moore, que se salió asqueado de esta organización al ver la deriva inhumana, pura propaganda para cobrar las cuotas, que iba tomando Greenpeace. Estos comentaristas radicales no me han proporcionado ni un solo argumento, solo descalificaciones, no saben lo que es razonar y se atreven a pedirme a mi pruebas de mis afirmaciones. De todas maneras estoy a su disposición para dárselas pero eso no servirá de nada porque son sordos y ciegos a todo lo que no sean las consignas ecologistas que les llegan de "arriba".Cuando se tiene una ideología sólida ...

Victor Martinez escribió
18/12/2013 16:46

Es descorazonador leer el comentario-respuesta de Ramón Serrano al artículo anterior. Ante una postura que pide abrir un debate amplio, que tenga en cuenta elementos que van más allá de lo puramente tecnológico, responde con un juicio sumarísimo a los autores. Este señor seguramente sabe mucho de biotecnología pero lamentablemente demuestra no saber ser ciudadano. Con posturas así es imposible mantener debates serenos y sensatos. Por el otro lado, sólo queda dar la enhorabuena por su propuesta de reflexión a los autores del artículo.

Jaime García escribió
18/12/2013 14:52

Estimado Sr. Serrano: no sé que pensarán los demás lectores de sus comentarios, pero lo único que llego a ver en ellos es casualmente lo que usted indica textualmente: “En fin, que sobra ideología y confusión y falta ciencia, datos, razonamientos, cifras.” ¿Sería tan gentil de proporcionarnos algunos de ellos? ¿O es que acaso porque algo se llame biotecnología o se le catalogue como “moderno”, tiene que ser “mágicamente” bueno para todos por igual?

Josep escribió
18/12/2013 08:36

Muy interesante este artículo, que deja abiertas las puertas para el diálogo y la discusión racional. Y también sirve para hacer todavía más evidente la ideología del autor del anterior artículo, el profesor Serrano, que ahora vuelve con nuevos ataques e insultos personales, utilizando un tono tan ajeno a la ciencia y a la razón que, más bien, se parece al las ideologías totalitarias que parece ver en la mente de todos, menos en la propia. Estaría bien que alguien le recordara la ambigüedad de la frase de Goya: quizá los monstruos proceden del letargo de la razón pero también es posible que sea la propia razón (o la ciencia) la que produzca pesadillas monstruosas, sobre todo cuando se utiliza como arma arrojadiza para apagar la voz de los disidentes. Si se sigue otra ruta menos trillada, la que plantean los autores de este artículo, las cuestiones se vuelven más inciertas y resulta necesario conocer muchos aspectos del debate. ¿Por qué no sabemos con detalle los intereses de las grandes corporaciones en la investigación de transgénicos? ¿Es posible saber cuántos investigadores en este terreno reciben ayudas y subvenciones de estas grandes industrias? ¿Podríamos conocer si las grandes industrias censurar investigaciones que van en contra de sus intereses, por ejemplo, las relacionadas con los riesgos de los transgénicos? ¿Qué nos impide saber cómo las grandes industrias pueden condicionar las investigaciones, crear dudas e incertidumbres, fomentar ciertas ignorancias e influir sobre los legisladores? Lo han hecho, ahí están los juicios, en el caso del tabaco y de las grandes farmacéuticas ¿Por qué no esperar que también ocurra en el mercado de alimentos? Las cuestiones económicas no se pueden dejar fuera del debate cuando se discute la "mejor" tecnología posible en materia de alimentos. ¿Mejor para quién? ¿Sabemos qué tipo de economía propician los transgénicos? ¿A quién benefician? ¿ A quién perjudican? ¿Aseguran la alimentación mundial? ¿No está el hambre en el tercer mundo propiciado por estas grandes compañías que especulan con los precios de los alimentos? Todas estas cuestiones se pueden estudiar con casi el mismo rigor que se estudia el genoma del arroz. Pero precisan para ser respondidas de personas de varias disciplinas, de foros híbridos con académicos e implicados, industriales, agricultores y activistas, en las que las voces no tengan un peso tan determinado por el poder del dinero, tanto en forma de moneda como de capital cultural o social. Y, sobre todo, exigen que haya personas, sobre todo las que cobran de fondos públicos, dispuestas a dialogar y que piensen en el interés de la mayoría. Creo que en esa dirección apuntan los autores de este artículo, por lo que creo que hay que darles la enhorabuena por reconducir el debate hacia aguas más tranquilas y navegables.

Teresa Fayos escribió
17/12/2013 21:20

Independientemente del tema concreto que se debate, considero que es un artículo sensato y pausado que propone un modelo de debate que, lamentablemente, cada vez es más escaso en el ámbito universitario. Agradezco a los autores el artículo y su valentía.

Ramón Serrano escribió
17/12/2013 14:01

El artículo de opinión contra los cultivos transgénicos de los profesores de Economía y Ciencias Sociales de la Universidad Politeénica de Valencia Raúl Compés López y José María García Álvarez-Coque publicado hoy (17 de diciembre) por Valenciaplaza intenta descalificar un artículo mío muy anterior (3 de diciembre) con retorcidas maneras que disimulan, pero no ocultan, un trasfondo ideológico próximo al ecologismo radical y que resulta alarmante por acabar descalificando la ciencia en general. ¿Qué queda después de este ejercicio gratuito de destrucción de la ciencia de Compés y Alvarez-Cque?: nada más que pura ideología, la del ecologismo radical como religión fanática de la Europa “progresista” de moda en nuestro tiempo. Es la Europa aristocrática (el príncipe Carlos de Inglaterra es parte de ella) que se opone a la biotecnología agraria porque “no es natural”, “no la ha hecho Dios” etc., pese a saber que ello va a causar hambre en el mundo a lo largo de este siglo, pese a saber que esta actitud ideológica está causando la muerte de centenares de miles de niños por deficiencia en vitamina A, fácilmente subsanable con el “arroz dorado”, pero ¡ah! ¡Es transgénico y hay que prohibirlo porque sí!. Y nuestros ilustrados europeos de salón, alimentados con productos exquisitos y carísimos de la agricultura ecológica con los que ellos trafican, dejan morir niños en África y Asia porque ellos tienen una ideología sólida, que está más allá de las vidas humanas. ¿Recuerda en algo a los nazis?. Pues sí, lo siento, lo recuerda mucho y si los nazis quemaban libros vosotros, despreciando la ciencia, acabareis quemando libros de ciencia dentro de poco. De momento solo quemáis campos legales de transgénicos en toda Europa. Creo que estamos en un periodo oscuro similar al que Goya describió en sus grabados: EL SUEÑO DE LA RAZÓN GENERA MONSTRUOS. Vuestra defensa del ecologismo radical que se ha adueñado de Europa con técnicas aprendidas de Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Hitler (una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, demostraciones teatrales contra el “enemigo”, boicots, etc.) no puede disimularse. Y no olvidéis que tras las fachadas ideológicas hay siempre motivos económicos: Greenpeace explota la buena voluntad de muchas personas para cobrarles las cuotas y financiar sus viajes en barco por todo el mundo. Y el príncipe Carlos de Inglaterra, dueño de gran parte de los terrenos agrícolas de Inglaterra, tiene la empresa más grande del mundo de agricultura ecológica. Sin entrar en comparaciones, me permito recordar que el odio de Hitler a los judíos no era solamente ideológico: les había quitado todas sus fortunas para crear el ejército más poderoso del mundo y deseaba que nadie lo recordase. En fin, que sobra ideología y confusión y falta ciencia, datos, razonamientos, cifras. Estos dos profesores son parte del grupo o célula que se ha adueñado de la antigua brillante escuela de ingenieros agrónomos y la han convertido en un reducto ecologista en donde solo se puede hablar de agricultura ecológica y donde la palabra biotecnología está prohibida. Por cierto, una escuela “del medio natural” que no resulta atractiva en absoluto para nuestros jóvenes estudiantes ya que su nota de corte es el cinco pelado. Cuando os vayáis del poder en esta maltratada escuela habrá que trabajar muy duro para que la ingeniería agronómica recupere su esencial función en la sociedad, que no es otra que producir alimentos con la máxima tecnología posible respetando así el medio ambiente. Porque os recuerdo que con vuestros alimentos ecológicos elitistas de bajo rendimiento (que se ha demostrado tener calidad equivalente a los alimentos normales, pero esto es ciencia y no lo admitís) habría que talar todos los bosques del planeta y aún así morirían de hambre antes de acabar nuestro siglo XXI muchos millones de personas. Pero cuando se tiene una ideología sólida ….

Vicent escribió
17/12/2013 10:03

Por fin una opinión razonable sobre este tema tan sensible! Debate hay y va a haber durante bastante tiempo. Por lo menos hagamos que se desarrolle en términos civilizados y sin descalificaciones absurdas. Hay muchos argumentos en favor de los transgénicos, pero personalmente pienso que los intereses industriales (y económicos) son los prioritarios. En su contra hay algo tan incontestable como la conservación de la biodiversidad y las variedades tradicionales. Lo siento por sus defensores, pero cuando se defiende algo como un "bien para la humanidad" pero detrás no hay más que intereses empresariales y afán de lucro me echo a temblar. Se presentan los transgénicos como la solución al hambre en el mundo... (En su momento se decía lo mismo de la Globalización)... Y sin embargo yo lo que veo -en prensa, no a través de asociaciones ecologistas- es que ha provocado problemas a muchas explotaciones tradicionales, ha uniformizado la producción de modo que acaba con otras variedades empobreciendo la biodiversidad y (sospechoso) lucha activamente contra la transparencia informativa evitando que se conozca la inclusión de transgénicos en el etiquetado de muchos productos. La mano de Monsanto (que ni es una empresita familiar ni una congrecgación de monjas de la caridad) es muuuy alargada. Gracias a los autores por poner el debate de nuevo en los límites de lo soportable.

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