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Piezas secretas contra el mundo, de Carlos Labbé
Así es la vanguardia literaria de Chile

JOSÉ MARTÍNEZ RUBIO. 17/02/2014

BOLONIA. Uno entra y sale de ella con estupor. No es fácil Piezas secretas contra el mundo (Periférica, 2014), pero nada lo es si uno pretende ir más allá de la realidad precodificada, consumible y, en definitiva, de cartón-piedra. No es fácil, decía, porque sí lo es la identificación con José Donoso, por hablar de chilenos (¿alguien lee aquí El lugar sin límites?), e incluso con Bolaño cuando (a veces) se pone referencial (no se puede nombrar 2666, Los detectives salvajes, Estrella distante, Amuleto o Nocturno de Chile, sin dar gracias a la vida), pero no tanto con Carlos Labbé. Otra cosa.

Labbé acaba de aterrizar de Chile con su tercera novela publicada en España. Tras Navidad y matanza (2007) y Locuela (2009), editados también por Periférica (mención especial para sus magníficos diseños), Labbé insiste en una línea de creación demasiado arriesgada para un lector convencional, pero absolutamente sugerente para aquel que esté dispuesto a demorarse en cada frase, cuestionar cada idea y desmentir cada página con la página siguiente.

Carlos Labbé

REALIDAD CONDICIONAL

Una voz trémula nos advierte al comienzo de que su relato será un intento de comentar el informe que tiene entre manos, un informe que acusa a esa estudiante en fuga de quemar una biblioteca universitaria en Noruega. Y ese relato, la lectura de un informe, lejos de ser una sentencia estricta y fría como la prosa notarial, se desborda en reflexiones y se multiplica en incógnitas; la voz se disipa entre las voces que pueblan la realidad y el relato nunca alcanza a encerrar los significados que pudieran contenerla. "La noche del incendio me quedé encerrada en mi pieza, con la esperanza de salir de nuevo por la ventana en silencio. Él fue el único que entró a mi pieza. Mi papá. Pero esa madrugada salió detrás de un árbol en pleno bosque, me sorprendió, me agarró del pelo y cerró la puerta de mi pieza con doble llave. Me dijo que todo empezó la noche en que lo despertó un ruido insólito, el canto ronco, largo y aflautado de un pájaro que él nunca pudo ver, aunque estuvo seguro que vino desde mi pieza con el crepitar"

Leer un informe, un relato o esta novela, es tratar de entender las razones de un incendio, el recuerdo del padre y la aparición de un pájaro blanco. Todo al mismo tiempo. Leer no es desentrañar ningún sentido, sino construirlo; convocar a la memoria, al deseo, al miedo, a lo que fue y a lo que no bajo un mismo discurso abrupto y aparentemente esquizofrénico. Y en ese discurso total, Carlos Labbé trabaja magistralmente con las ausencias: "Que te acordaras de ese poema tuyo donde las palabras no tenían que ver con el ser humano, sería esa mi primera frase, el verso inicial: que alguien pudiera llegar y sacarse de encima el lenguaje como un abrigo -decir la necesidad del calor y sin embargo seguir teniendo frío-, maldito, frente a la ventana de esta pieza, en medio del aguacero constante y helado de Albur, estos dedos decidirían probar si escribiendo, sacándome tu recuerdo de encima [...] sería capaz de sobrevivir".

ELIGE TU PROPIA AVENTURA

La huida del incendio de la biblioteca noruega hacia Chile se puntea con la explicación del diseño de un videojuego, y con cartas de despedida a un antiguo aCarlos Labbémante, cartas para no olvidar, o para olvidar escribiendo. El lector asiste, no solo a la reconstrucción activa de un acontecimiento, sino a la toma de decisión de lo que hacer con el personaje. Al final de ciertos capítulos, le lector debe escoger entre dos opciones para continuar con la historia del personaje. Para continuar, mejor, con su relato.

¿Narrador? ¿Personaje? ¿Lector? Es mejor saber desde el principio que solo uno es dueño de su propio relato: "Se me pide organizar los papeles que constituyen el proyecto del expulsado, y sólo puedo hacerlo en mis propias palabras, interrumpido por las provocaciones del entorno esta noche, y como Heródoto sugiere, buscando en mi propia escritura el sentido con que fueron dispuestas las flechas para desbaratar la invasión".

SOLO SOMOS PALABRAS

Cero. Uno. Uno. Cero. Y así un largo etcétera. El código binario se repite en varios fragmentos de la novela, insistiendo en la codificación del ser, de su identidad y de sus acciones, a través del lenguaje. La chica que huye es la chica que incendió la biblioteca, pero también son los miedos que la persiguen y las visiones que se le aparecen en sueños. La violencia de la infancia. El sexo sucio. La sangre.

El que narra abandona su voz entre los papeles descorazonados que ella le envía a aquel amor perdido. Y en medio de esa superpoblación de discursos y de registros, qué cosa queda de nosotros mismos, lectores, ejecutando el gesto fundacional de toda (in)acción: la lectura. Solo palabras, pues la palabra (mucho más que la realidad) es lo único cierto.

"Que los dedos míos no dejarían de escribir en este cuaderno tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre, tu nombre hasta que tu nombre fuera una sarta de rayas, una hilera de dibujos sin significado aparente".

Piezas secretas contra el mundo opera con la forma, como si una nueva vanguardia estuviera despuntando ahora en Chile y en narrativa. Ojalá en un país atestado de poetas. Aquí está un nuevo experimento para quien quiera desmontar la realidad y construirla de nuevo. Tejiendo con palabras que, eso sí, serán solo palabras. Lo único accesible. Lo único auténtico.

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