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ALTOS PRECIOS PARA UN BAJO CONSUMO

La crisis vacía la Finca de Hierro de pompa y lujo

A. MOHORTE. 28/02/2014 El cierre de Las añadas de España y de la tienda de vestidos de ceremonia Moscú, además del traslado de Pronovias y la mínima actividad del pasaje, han liberado buena parte del edificio

VALENCIA. Pompa y circunstancia. El espíritu de esta obra de Edward Elgar podría haber servido de banda sonora a un recorrido por los bajos comerciales de la Finca de Hierro de Valencia. Trajes de boda y ceremonia, junto a la mayor superficie de gastronomía gourmet eran la marca de la casa desde hace décadas, pero la crisis también ha golpeado a este escenario hasta echarlo por tierra.

El pasado miércoles, la histórica tienda de delicatessen Las añadas de España cerraba sus puertas sin previo aviso para sus clientes y sólo un cartel en la puerta avisa desde entonces de la mudanza a Quart de Poblet, donde los propietario tienen otro establecimiento, Le blosen, para la venta al detall de sus productos.

Descubrir como grandes trozos el papel continuo marrón cubren los escaparates donde hasta hace unos días lucían botellas de Möet & Chandon, surtidos de ibéricos o selecciones de tintos sorprenden a muchos viandantes que pasan junto a esta particular fachada, decorada con dos columnas amarillas y ribetes dorados.

El coste del alquiler y las expectativas de ingresos de los propietarios han sido claves en esta situación. Fuentes conocedoras de las peculiaridades inmobiliarias del edificio señalan que el arrendamiento va desde los 12.000 euros mensuales que se pagan por los locales más grandes hasta los 4.000 euros de los pequeños, aunque ha habido negociaciones a la baja en alguno casos y con éxito dispar. 

EL LUJO SE RECONFIGUAR

Hace meses que corrían diversas especulaciones sobre el futuro de esta empresa familiar que ha sufrido, como tantas otras de las especializadas en la alta gastronomía, una contundente pérdida de clientes en los últimos cinco años. Ya antes que la familia Bacete, propietaria del establecimiento, tuvieron que desistir la pastelería Vilaplana o Mantequerías Castillo, que se orientó hacia el comercio online.

El fundador de Las añadas, José Bacete Cardos, fue uno de los pioneros de la gran distribución en la Comunitat Valenciana, fundando las cadenas Jobac y Superette en los años setenta y ochenta. Sin embargo, al prever el duro combate que se iba a producir en el negocio y el exceso de operadores, optó por reorientarse y vender la primera a la cooperativa Consum y la segunda a Mercadona, recogiendo los beneficios.

Las añadas de España surgió de la voluntad de ofrecer un producto alternativo de mayor calidad y mayores márgenes a un perfil de cliente sibarita, fruto del desarrollo económico y cultural que trajo el establecimiento de la democracia en Valencia. El hecho de no tener una excesiva competencia y su profundo conocimeinto del negocio de la distribución le permitió convertirse en un referente.

LAS CEREMONIAS BAJAN EL PRESUPUESTO

Tampoco ha corrido mejor suerte la otra especialidad del área comercial de edificio: los trajes de novia y las prendas de ceremonia. La contención del gasto por parte de las familias ha hecho que este mercado haya sufrido también el efecto de la crisis.

Esto explica el cierre de Confecciones Moscú, recayente a la calle Xàtiva, y el traslado de Pronovias, precisamente a ese local recién desocupado, prescindiendo de su ubicación original justo en la esquina del edificio: más llamativa, con más metros cuadrados y, también, más cara.

De verjas para dentro del pasaje la situación no es mejor, como suele ocurrir en este tipo de vías en Valencia. Aunque hay locales disponibles, sólo permanecen activos dos establecimientos inusuales en el centro: un estanco, por requerir de una concesión estatal para su apertura, y una tintorería.

En todo caso, fuentes inmobiliarias consultadas apuntan que no se trata de una decadencia del complejo, sino de una reconfiguración de la oferta comercial en función de la demanda. En todo caso, no es la primera vez que esto sucede desde la construcción de la finca en los años 60, ya que originalmente sus bajos estaban ocupados por tiendas de cortinajes y mantelerías, principalmente.

El edificio, que con sus 22 pisos (repartidos en un gran cubo y una torre superior) fue el más alto de la ciudad hasta finales del siglo XX. Su nombre de 'Finca de hierro' se debe a que fue la primera en contar con una estructura metálica, similar a la que se usaba en los rascacielos, que estuvo al aire durante buena parte de su largo proceso de construcción.

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