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'DISEÑO PARA EL PENSAMIENTO'

Todo está escrito: Valencia, epicentro internacional de la tipografía esta semana

XAVI CALVO. 16/06/2014 Más allá de los triunfos deportivos patrios y vacías euforias nacionales, la tipografía en España vive el mejor momento de su historia

VALENCIA. Desde leer la etiqueta de una botella, las instrucciones de un nuevo electrodoméstico, un anuncio en la calle, la señalización del metro o la prensa diaria, nos enfrentamos al día a decenas de distintas fuentes, familias tipográficas con lo que la letra se convierte, como dice la historiadora del diseño Raquel Pelta, en una parte esencial de la vida cotidiana.

Pero, ¿qué es la tipografía, además de una palabra que se parece mucho a topografía y por la que los diseñadores gráficos somos reconocidos como los raritos entre nuestros amigos no-diseñadores?

La tipografía, según el origen griego de la palabra, es la forma gráfica de expresar el lenguaje y la técnica de seleccionar los tipos para luego ser impresos (o mostrados en una pantalla en su versión actualizada). Los tipos son los bloques en los que se grababa cada letra, antiguamente de madera y de plomo, y se iban colocando alineados formando las palabras. Así, la tipografía nació siendo el arte de disponer cada letra de la mejor forma posible y repartiendo el espacio disponible para la mayor comprensión del texto final. Al igual que la topografía estudia la representación gráfica de la superficie terrestre, la tipografía trata de representar el lenguaje de la mejor forma gráfica en la superficie del papel (o, insisto, de la pantalla).

Una fuente, aunque de forma errónea se use indistintamente a menudo para referirse a la tipografía, es lo que conocemos como el tipo de letra (Times, Helvetica, Avenir, Futura...) y es todo el conjunto de caracteres que componen toda una familia tipográfica.

De esta forma todos, todos, todos, consumimos y utilizamos la tipografía así como las fuentes en nuestro día a día.

Desde Gutenberg y los primeros tipos móviles hasta la imprenta moderna y a la tipografía digital, este arte ha evolucionado siempre con la revolución industrial y tecnológica que acompañaba a cada época. De esta forma, en la actualidad un diseñador debe concebir de una nueva forma el uso tipográfico que da a sus trabajos teniendo en cuenta que en muchos casos utilizará fuentes que desde su concepción a su uso final transcurren exclusivamente dentro del ámbito digital (algo impensable hasta no hace mucho). ¿Qué sentido tiene entonces seguir utilizando letras diseñadas para ser impresas? Parece que muchos rasgos creados para tener en cuenta, por ejemplo, la tinta almacenada en determinadas zonas de los tipos de plomo, han pasado ya a tener un carácter propio, e incluso la imprenta antigua de tipos móviles vuelve ahora a estar de moda cuando nos habíamos acostumbrado ya a la impresión perfecta digital.

Detalle de un cartel realizado por Ivan Castro impreso en el taller de la Familia Plómez

Pie de foto: Detalle de un cartel realizado por Ivan Castro impreso en el taller de la Familia Plómez 

Desde pequeños nos enseñan en el colegio caligrafía. Escribir a mano se convierte así, tras el pintar sin salirse de la línea, en la asignatura más importante de la primera fase de la educación infantil. Una vez dominado el arte de la escritura, más o menos comprensible, nos pasábamos toda la infancia, juventud y estudios, escribiendo a mano, tomando apuntes, redactando cartas, la lista de la compra o apuntando tareas que hacer. Pero llegó el ordenador a casa. Y hacíamos los trabajos a ordenador. Y llegó el portátil. Y los apuntes ya son en formato digital. Y llegó el smartphone y ahora las tabletas, e incluso nuestra lista de la compra tiene ahora más ventajas si la tenemos compartida en la nube.

¿Cómo está ahora la balanza ente la escritura a mano y el uso de la tipografía digital en nuestra vida diaria? ¿No sería razonable que se enseñase tipografía, escoger tipos de letra, desde el colegio?

Los niños de antaño de la caligrafía y los cuadernillos Rubio ahora son los nativos digitales de la tipografía en pantalla y los ejercicios en una App, que ya no necesitan escribir a mano sino saber en qué fuente hacerlo.

Legibilidad, uso y ahorro.

De ahí la necesidad de una didáctica de la tipografía para enseñar a discriminar qué tipo de fuente elegir en función del mensaje y tipo de documento, de manera que el mensaje llegue de la mejor forma posible al interlocutor. Porque no todo el mundo sabe que las fuentes con serifa se leen mejor impresas y las diseñadas sin serifa (las llamadas "de palo seco") funcionan mejor para leer en pantalla, o que las más ligeras (una Garamond por ejemplo) consumen menos tinta que otras más gruesas con el consecuente ahorro económico (nada despreciable en tareas de burocracia institucional), o que la Comic Sans no es adecuada para un diagnóstico médico o comunicación administrativa (no, que no insista nadie, que no lo es, aunque la use el ayuntamiento de tu ciudad).

No saber de tipografía lleva a no hacer buen uso de la misma, eso lleva al sufrimiento (no solo de los tipógrafos sino también a veces de quien recibe el mensaje) y al lado oscuro de la tipografía, donde de repente encontramos todo un sistema municipal de señalización de calles con composiciones imposibles que a menudo conllevan la imposible legibilidad y la desorientación del receptor (ese ciudadano que con el cuello inclinado más grados que sus cervicales permiten debe leer una palabra aplastada hasta caber en una placa mal pensada colocada a dos metros sobre su línea de visión). Vale que aquí entraría también la ergonomía, esa gran desconocida por muchos de los encargados de mobiliario público de nuestras calles, pero tampoco es mucho pedir que se piense en la legibilidad y en los usuarios a la hora de implantar un sistema de señalización, que por muy bonito que sea, que si no cumple una función no servirá de nada.

Esta semana arrancará en Valencia el 6º Congreso Internacional de Tipografía, un congreso de carácter bienal convertido ya en referente dentro del panorama tipográfico español y latinoamericano que cumple una década desde que en 2004 arrancaba con la dirección de Paco Bascuñán y Raquel Pelta bajo el paraguas de la Asociación de Diseñadores de la Comunidad Valenciana.

Esta edición del congreso, que lleva como título "Con carácter. 10 años de tipografía en España", propone lanzar una mirada hacia lo que ha sucedido durante estos diez años en la tipografía española, para así poder plantear hacia dónde se dirigirá en el futuro. Por lo pronto, desde 2004 hasta hoy, han surgido cientos de iniciativas tipográficas en España, desde publicaciones a eventos, cursos o blogs especializados (a destacar uno entre cientos que, todo sea dicho, ya existía desde antes: Unostiposduros), lo que reafirma que la tipografía española no solo está en forma sino que vive su mejor momento.

Otro signo del cambio (para bien) en el panorama tipográfico español es que la letra diseñada ha llegado a los museos, y Valencia puede decir con orgullo que en estos momentos su Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad acoge a la vez tres exposiciones basadas en la tipografía. De esta forma los visitantes, además de ver una muestra de selecciones del Type Directors Club y de trabajos del Máster en Artes Gráficas de la UPV, podrán hacer un recorrido por el trabajo más reciente de diseñadores españoles en el campo de la tipografía en la exposición colectiva "Cada letra cuenta una historia; Diseño de Tipografía en España desde 1990".

La tipografía no sólo está de moda (como afirma el recién inaugurado podcast de Don Serifa de la mano de Pedro Arilla), sino que es un recurso cultural, una disciplina que, aunque no lo sepamos, usamos de forma cotidiana, y, como tal, está encontrando su hueco en la actualidad, demostrando que es necesaria la didáctica en la materia.

Como diseñador, estoy tremendamente agradecido a los tipógrafos, que hacen mi trabajo más fácil. Espero que los niños de hoy sepan valorar también toda su labor para que mañana yo pueda leer bien los nombres de las calles.

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