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Más de un año después de que se hiciera el primer anuncio, el conseller Máximo Buch se conforma con una externalización 'light' ante los problemas surgidos con la propiedad del suelo y las reticencias de diversos cargos a evitar dar ningún paso en falso en el proceso
VALENCIA. En mayo de 2013, el conseller de Economía Máximo Buch aseguraba en Les Corts Valencianes que los pliegos para la externalización de la Ciudad de las Artes y las Ciencias estarían listos el mes de julio, una posibilidad que el Ejecutivo venía manejando desde tiempo atrás. Con más de un año de retraso, el responsable autonómico se presentó este viernes en la rueda de prensa posterior al pleno del Consell para anunciar que el documento, a falta de su paso por la comisión que revisa las externalizaciones y por la comisión delegada, ya se encuentra preparado. Aunque eso sí, con un contenido mucho menos ambicioso del que el conseller había planeado.
La prolongada espera se ha debido a distintos factores que han obstaculizado el proceso, culminando finalmente con una privatización más bien descafeinada que ha evidenciado de forma cruda el atasco que sufre el Consell en la gestión administrativa.
La idea inicial, cabe recordar, pasaba por la externalización de L'Hemisfèric, el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, L'Oceanogràfic y L'Àgora. Finalmente, solo la gestión de los dos últimos será privatizada, si bien el primero ya se encuentra bajo este régimen desde hace años bajo el control de la empresa Parques Reunidos.
En cuanto a L'Hemisfèric y el Museo de las Ciencias, así como las zonas comunes, seguirán gestionados por la sociedad pública Cacsa. No obstante, el gestor privado se encargará de impulsar la publicidad de todos los edificios del complejo, la restauración, catering y el merchandising, así como la venta de entradas, por la que recibirá una comisión. Asimismo el gestor privado también tendrá la potestad de proponer contenidos para L'Hemisfèric y el Museo de las Ciencias aunque será Cacsa quien tenga la última palabra para decidir. Entre los detalles del pliego revelados por el titular de Economía se encuentra que la concesión de la gestión será de 15 años prorrogables a otros cinco.
El habitual optimismo del conseller Máximo Buch, quien calificó este proceso de "hito histórico", no ilumina las sombras del resultado final expuesto. Las previsiones iniciales de que todo el complejo recayera en un gestor privado han "tropezado con dificultades legales", admitió el responsable autonómico. En este punto, la principal problemática estaba centrada en la doble titularidad del suelo: el Ágora y L'Oceanogràfic es propiedad del Cacsa, mientras el resto, fruto de expropiaciones, pertenece a la Conselleria de Economía, lo que complica que esa parte del complejo deje de ser público. Buch aseguró que podría haberse ejecutado una cesión de suelo para realizar la operación, pero optaron por una solución que resultaba "más positiva en la práctica".
Fuentes de la Generalitat, en cambio, subrayan que el problema del suelo ha sido uno de los principales obstáculos. Desde el inicio del proceso, la Abogacía de la Generalitat, el departamento de Patrimonio y la consultora Deloitte, habían mostrado sus reservas respecto a las modificaciones planteadas desde Economía para la externalización íntegra del complejo.
Con este escenario, y más con la situación actual de manifiesta inseguridad que existe en el Consell, la reticencia de altos cargos y funcionarios a dar ningún paso en falso en el proceso era elevada. Es decir, la inseguridad por parte de personal de la Administración de que pudieran surgir problemas en el futuro a cuenta de una privatización de este calibre que incluyera, además, una cesión de suelo, ha sido otro de los factores que ha contribuido a ralentizar la externalización 'estrella' de Buch. Esta situación ha obligado al conseller a acometer finalmente un proyecto de privatización más limitado y, posiblemente, a juicio de algunos altos cargos, menos atractivo para las empresas privadas.
Pese a todo, Buch defendió el resultado final haciendo hincapié en que la externalización solo del Ágora y L'Oceanogràfic permite conservar "la experiencia del equipo humano que ya existe en Cacsa" y, puso el acento como novedad "más relevante" en que el gestor privado "contribuirá a poner en valor también el reso del complejo de Cacsa, uno de los más atractivos turísticamente de España, pero que aún se puede potenciar más". "Es nuestro icono de referencia, si París tiene la Torre Eiffel y Londres el Big Ben, Valencia tiene la Ciudad de las Artes y las Ciencias", remachó el conseller.
BUCH: "EL ÁGORA TIENE UN ASPECTO RAZONABLEMENTE NUEVO Y PARECE UN EDIFICIO ACABADO"
El titular de Economía 'vendió' de una manera muy personal las virtudes del Ágora, el próximo edificio a pasar a gestión privada. Así, interrogado por si se podría dar por finalizado definitivamente este espacio, Buch contestó que todavía quedan "cosas por instalar, sobre todo en la parte superior" y que si no se hace es porque la actual es "época de ahorro".
"No es el momento, ya que el Ágora puede funcionar perfectamente puesto que su estado tiene un aspecto razonablemente nuevo y parece un edificio acabado. Algún día se terminará, pero cuando vuelvan los mejores tiempos y cuando haya presupuesto para rematar el techo y eso lo hará el propietario, Cacsa, cuando pueda", concluyó.
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