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VALENCIA. La ciudad de Valencia y su área metropolitana suman 2,7 millones de habitantes, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. Solo a partir de esta cifra se entiende que el Deleste, un festival de conciertos de rock -y ahora electrónica-, "esté obligado a vender todas sus entradas", según su organización. Y todas son 800 por día, divididas entre 500 abonos para sus dos jornadas y 300 tickets para cada una de ellas.

La tercera edición del Deleste se aproxima a congregar a ese 0,03 por ciento de la población este viernes y sábado (24 y 25 de octubre) en el Espai Rambleta. El contenedor cultural del Bulevar Sur es, precisamente, uno de los elementos diferenciales del festival frente a otros ya que permite hibridar un cartel solvente, el dinamismo que une música, gastronomía, espacios de dispersión y actividades culturales paralelas, con las condiciones de sonido y luces de algunas de las salas de conciertos. Y en este caso, tres de las mejores por equipo técnico de la ciudad (AuditoriAmbar, Ram Club y La Cambra) situadas en un único lugar.

EL INVERNADERO ADECAUDO 

Valencia durante los últimos años ha recibido el interés de inversores privados con experiencia que trataban de replicar el modelo de -exitoso- negocio instalado en Murcia (SOS 4.8), Madrid (DCode) o Bilbao (BBK Live), por citar algunos de los referentes de los que ValenciaPlaza.com ha tenido constancia durante los últimos dos años. Algunos de ellos han llegado a estar encima de alguna de las mesas del Ayuntamiento de Valencia, pero el consistorio es infranqueable en sus exigencias para cuestiones de garantías económicas y de seguridad. 

Lo es a un nivel que los promotores -con experiencia en otras ciudades de poblaciones y situaciones económicas similares- que trabajan con volúmenes de producción anual en millones de euros no han encontrado interesante promover un macrofestival al aire libre en la ciudad al estilo de los ya citados.

Este es el principal motivo por el que hay que entender que una propuesta surgida de habituales promotores locales ‘de salas', los organizadores del Deleste Festival, haya germinado en un invernadero en La Rambleta como el festival de Valencia para la música rock y electrónica contemporánea. Y lo ha hecho de menos a más, con una capacidad de riesgo total; la que les llevó a asumir personalmente una notable deuda tras la primera edición del mismo.

Para solventar los desajustes, habituales en este y otros festivales de música de la escena musical en la Comunitat Valenciana, el equipo se volcó para tratar de recuperar en la segunda de edición (la de 2013) parte del terreno de patrimonio personal perdido. Lo lograron parcialmente, pero la respuesta de la ciudad esta vez si dio alas para aguantar la tormenta de números rojos e intensificar la llegada de capital desde otras vías con un mejor posicionamiento del festival en la escena nacional. 

EL ALIENTO DE LA CIUDAD

La presente edición ya ha mejorado la entrada en concepto de colaboración de patrocinadores, aunque no obstante todavía solo suponen el 18% del presupuesto: "con todas las entradas vendidas, ni siquiera cubrimos los gastos de cachés de los artistas. Quedamos pendientes de las barras". Con cifras transparentes (50.000 euros de presupuesto), el festival es una inmejorable ocasión para entender cómo el reclamado IVA cultural lastra el escaso margen de beneficio de propuestas como el Deleste: "el 21% supone una losa para nuestras posibilidades económicas. No pediríamos volver al 8%, pero con que se aproximara por el momento al 11 o al 12 por ciento ya pasaríamos a equilibrar las cuentas". Así de frágiles son -y es solo un ejemplo- los márgenes de la supervivencia.

Sin embargo, cabe tener en cuenta que el Deleste es el festival de música contemporánea más importante de la Comunitat Valenciana si se tienen en cuenta un par de criterios que deberían contar para el apoyo institucional: que sus inversores son privados y valencianos y que toda la gestión y economía directa e indirecta que genera se queda en su entorno. No obstante, pese a ocupar ya -según los artistas entrevistados durante las últimas semanas para las informaciones previas del festival- un lugar en la agenda de conciertos a nivel nacional y a generar un interés de nueva economía cultural sobre la ciudad, las ayudas públicas ocupan un espacio testimonial en la consolidación del proyecto. De nuevo, el Deleste es solo un ejemplo más dentro del efervescente y numeroso escenario local.

Frente a esta indiferencia por la evolución y posibilidades del festival -especialmente por parte de la Generalitat Valenciana o la Diputación de Valencia, ajenas al mismo pese a los numerosos impactos en medios y la creciente influencia de su actividad-, se encuentra la ciudad. Los organizadores son claros: "este 2014 estamos totalmente abrumados por los apoyos que estamos recibiendo, y la cosa esta semana -la de su celebración- va a más". Músicos, artistas de otras disciplinas, diseñadores de todo tipo y la red cultural ejerce de tejido profesional para la propuesta estirando una comunicación de guerrilla cada vez más cohesionada y potente dados los buenos resultados en la venta de entradas (aproximándose ya al sold out). 

POSICIONAMIENTO Y MEJORAS

Borja Mompó, compositor, voz y guitarra de Modelo de Respuesta Polar, acompañó este martes a los organizadores del festival en su presentación celebrada en la librería Bartleby. Para el líder del grupo valenciano afincado en Madrid y que ha dado un notable salto con su segundo álbum (presentes en el festival: AuditoriAmbar, viernes/21h), el Deleste ya es el festival "más pequeño, pero uno más" dentro de la agenda de estos eventos en la Comunitat Valenciana. Un posicionamiento que no niegan desde la organización dado el consolidado interés de bandas nacionales e internacionales por actuar en e mismo.

Su situación en el calendario, no obstante, es privilegiada. Para el tramo en concreto que abarca en materia de estilos y escenas, el Deleste juega con los precios ‘de invierno' de las bandas, casi sobre el mes de noviembre y pasadas las mieles en este aspecto del verano de macrofestivales. Aun así, este año, pese a que de nuevo y de forma interna se han barajado nombres del estrato internacional que podrían haber dado titulares y repercusión al festival, de nuevo éste ha optado por mantener un cartel muy cohesionado, con una representación potente de la escena nacional: "nacional, de mucha calidad y parejo", apunta uno de los miembros del equipo. En los anteriores sí entró algún nombre del escenario europeo.

No obstante, la no suma de un nombre internacional no ha calmado otras ambiciones del festival bastante singulares frente a otras propuestas de renombre en la Comunitat Valenciana. Una de ellas es la apuesta por LedsVisuals, una empresa de diseño de iluminación que va a ocupar La Cambra -el sexto piso de La Rambleta- con una propuesta muy diferenciada para el nuevo escenario, Loft, el otro nuevo riesgo del Deleste que abre su mano a las bandas emergentes de música electrónica.

Son detalles de un enriquecimiento de oferta para el público fiel a su festival gourmet, que también cuenta con conciertos para niños en la mañana del sábado: Deleste Kids. Una forma de operar y de tratar de agradar y generar una experiencia positiva a partir de la música que no anda muy alejada de los agradecidos favores de artistas y personas con especial influencia en las redes sociales y que están dinamizando especialmente este año conseguir el objetivo innegociable para subsistir: "vender todas las entradas".

Este está llamado a ser el año de consolidación del Deleste en este sentido, por la parte del público. Ayudarán los primeros visitantes contantes y sonantes llegados -esta vez sí, según la organización y la venta de entradas- de otras ciudades. Un hito logrado sin márgenes para campañas de publicidad, construyendo toda una estructura a partir de la venta de entradas, sin margen de maniobra pero por la música. Un escenario y pequeños logros que hacen del festival "más pequeño" de la Comunitat ya es muy grande.