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MADRID. Quien esto escribe se encontraba en Sarajevo hace unas semanas. Aburrido, puse la televisión por la noche y zapeé. Un programa que estaba emitiendo una cadena alemana me dejó muy sorprendido. Era un reality en la playa con los concursantes completamente desnudos.

Me llamaron mucho la atención los pechos de una concursante, operados y enormes, que no paraba de llorar. Al parecer -al parecer porque no entendía nada de lo que decían- el concursante varón tenía preferencias por otra concursante asiática con unas tetas mucho más pequeñas, pero que en algún encanto debía superar a la alemana. El miembro viril del señor era, también hay que decirlo, de tamaño buque-gasero.

Al llegar a nuestra querida patria eterna, investigué el asunto y me encontré con que en Estados Unidos, en la VH1, desde julio estaban emitiendo también este programa. Dating Naked, que en inglés sí que podía tratar de disfrutarlo. Y la verdad sea dicha, estaba muy bien para ser lo que era, una tontuna de mucho de cuidado. Pero los concursantes molaban. Uno había estado casado sólo durante cinco meses porque cogió meningitis y le abandonó su esposa cuando estaba a punto de morir.

Tenía a Jesucristo tatuado en la cara interior del brazo derecho y en el concurso se enrolló con una tal Jasmine que era un bellezón. Luego había un tío muy simpático que, con esto de que estaban desnudos, se puso a pintar un cuadro con la polla. Así como suena. Untaba pintura en el miembro y se ponía a crear. La obra la situaron en la cabaña donde convivían. Y también había un negro que me resultó singular porque bebía Jack Daniels a morro de la botella en la piscina mientras se bañaba con Jasmine.

En fin, una troupe. Pero que logró algo que yo nunca había visto en mi vida. Los concursantes estadounidenses daban menos vergüenza ajena que los españoles. Un suceso histórico. Con los españoles me refiero a los que han entrado en Adán y Eva, la versión española del programa, estrenada esta semana en Cuatro.

En la versión nacional los personajes tenían menos, digamos, encanto. La primera concursante que apareció era natural de Zaragoza y se llamaba Sonia. Pertenecía a ese selecto y exclusivo grupo de la sociedad zaragozana que se caracteriza por su clasismo. Describiendo a su hombre ideal dijo: "Que tenga dinero", "busco un tío con economía", "nunca me ha faltado de nada y no voy a bajar ahora de nivel", "tiene que tener un BMW o un Mercedes, yo nunca he ido en nada peor".

Entró en la isla y allí se encontró a Alejandro, natural de Córdoba. Camarero. En la primera toma de contacto, jugaron a cubrirse el cuerpo de barro y esas cosas y Sonia se quejó de que tenía el pelo "chipiao". Palabra que se ridiculizó en la emisión con una repetición de su pronunciación y un sonido de mofa. Se conoce que los productores de Cuatro creen que todos los españoles nacen en Ávila, aprenden a hablar y luego se reparten por toda la geografía. Pero no. No es así.

En España se habla de muchas formas el castellano, hay diferentes pronunciaciones y léxicos. Y "chipiao" es como los maños dicen "mojado" o "empapado". También al calambre lo llaman "garrampa" y al tapón, "tape", la Coca-cola se "esbafa" cuando pierde el gas, las babosas son "limacos" y la bolsa testicular donde reside el valor es "la pitera", por citar algunos ejemplos. En Twitter también hubo mofa con la palabra y, además, con tonito de qué inculta que se ha inventado una palabra sin sentido. En fin.

El caso es que el joven andaluz fue directo a besarla la primera noche y Sonia se ofuscó. Su negativa era para ponerle un marco: "No soy chica de una noche". O enseñanzas propias de una España en blanco y negro: "si te das en la primera cita no se te valora igual". Tan pronto como el chaval puso los labios en su hombro salió espantada. Buen lugar, un reality de ligar desnudo con desconocidos, para llevar uno sus valores tradicionalistas.

La sorpresa, sin embargo, saltó cuando apareció Estela, una joven de Barcelona, que quería dedicarse a la tanatopraxia. Un negocio que nunca entra en crisis, la muerte, y en el que tienes poca competencia porque a la gente le da yu-yu, explicó. Era sin duda una chica audaz para los negocios. Todo lo contrario que para la cultura.

Desconocía, por ejemplo, qué era el Manzanares, ese surco húmedo que atraviesa Madrid y que jocosamente se denomina río. El mejor chiste de la ciudad. Como para no saberlo.  Y logró, a duras penas, situar la Alhambra fuera de Córdoba, sin saber, eso sí, que estaba en Granada, escasos minutos después de averiguar que eso no tenía nada que ver con ningún alambre. Por este hito, decir que no estaba en Córdoba, manifestó: "me siento culta". Tierno. Entrañable.

Cuando apareció Estela, y ante la negativa de Sonia, Alejandro se lanzó a por la nueva concursante y logró darse unos besitos con ella. ¿Qué le pasó a Sonia? Pues, efectivamente, que se puso celosa. Se enfadó y dijo que ella "no era facilona", a lo que la concursante catalana replicó si es que acaso la estaba llamando "facilona" a ella. En fin, el National Geographic viene a ser lo mismo, comportamientos automáticos de los animales, instintos. Todo predecible, sin posibilidad de elegir.

Y entonces apareció el cuarto en discordia., Luis, pelirrojo que puso por delante nada más aparecer un dato muy edificante: "estoy muy orgulloso de mi miembro viril". No era para menos, doblaba en tamaño el de Alejandro. De hecho, el del concursante andaluz bailoteaba sobre sus testículos, mientras que el del madrileño estaba en perpendicular a la línea de tierra, vertical, como un péndulo. Sin duda tenía mucha más carne.

El padre de este chico tenía un concesionario de coches de alta gama, lo que le convertía a él, el heredero, inmediatamente en rico. Sonia, digamos que no se lo pensó mucho. En otra escena muy National Geographic, se tomaron unas copas y se fueron directos a follar. Con el aroma a parné lo de la primera cita ya era lo de menos. Las que van de monjitas son las peores, se escuchó en mi casa.

Antes, Luis había intentado congeniar con Estela, pero se quedó anonadado cuando comprobó que la joven barcelonesa desconocía el significado de la palabra "polivalente". En otra ocasión, Luis manifestó que le gustaba mucho el arte, a lo que Sonia replicó: "A mí no me gusta el arte, soy una persona anárquica, me gusta hacer lo que me dé la gana". Y no era un acertijo budista.

Al final, Sonia fue eliminada y Estela eligió como pareja a Alejandro. Al marcharse Luis de la isla en barca, se despachó con mucha elegancia y nada de despecho, dijo de los otros dos concursantes, que por cierto eran catalana y andaluz: "Socioculturalmente son muy parecidos". Igual el chico era del CNI ¡Cómo trabajan los muchachos por la unidad de España!

En fin. Cosas buenas del programa: sale gente desnuda. Y en la próxima entrega, una chica de generosas mamas. Pero nada más. Nada de nada. Bueno sí, las islas croatas, que son verdaderamente espectaculares. Merecen más la pena que la carne humana.