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Esperando a Greenwich

CARLOS DÍAZ GÜELL. 29/10/2014 Argumentos fútiles de carácter cultural impiden que España retorne a su huso horario

MADRID. "¡Los españoles tienen que cambiar los habitos de sueño! Sufren ustedes una falta grave de sueño y eso provoca ansiedad e irritabilidad. Cenar a las 10 de la noche e ir a dormir a las doce o a la una tenia sentido cuando hacian siesta. El cerebro elimina toxinas por la noche. La gente que duerme poco tiene problemas, tanto físicos como psíquicos!". Tan contundente sentencia corresponde al catedratico emérito de la Universidad norteamericana de Duke, Allen Frances, quien dirigió durante años la considerada biblia de los psiquiatras "Manual Diagnóstico y Estadistico" en la que se definen y describen las diferentes patologias mentales.

La frase, cerraba una entrevista concedida recientemente por el eminente psiquiatra al diario El País y volvia a suscitar, con toda su crudeza, un viejo debate generado en España desde hace décadas, aunque despreciado por los sucesivos gobiernos españoles, según el cual España debe volver a donde estaba antes de que Franco, en 1942, adelantara el horaro oficial en 60 minutos para coincidir con el huso horario de la Alemania de Hitler.

Desde entonces, los españoles vamos una hora por delante del tiempo solar en invierno y dos durante el verano, siendo los únicos europeos que vivimos con la hora desajustada respecto a las horas de luz y oscuridad naturales y todo ello tiene graves repercusiones en la sociedad y en sus ciudadanos.

Volver al huso horario del meridiano de Greenwich supondría un ahorro en todos los sentidos, puesto que se volvería a vivir con el sol, ya que la diferencia entre la hora oficial y la solar acorta el descanso, perjudica la natalidad y las relaciones familiares y sociales, reduce la productividad, incide en la siniestralidad laboral y de tráfico, aumenta el fracaso escolar e impide una coordinación adecuada con otros países. Por el contrario, adecuar el huso horario a la realidad de la península ibérica permitiría, entre otras, mejoras de todo tipo en materia de conciliación de la vida laboral y familiar, aumento de la productividad, ahorro energético o salud psíquica ciudadana y sobre ello parece existir consenso entre todos los expertos en la materia.

Sin embargo, pasan los años y los gobiernos y pese a que una subcomisión del Congreso de los Diputados haya pedido que se estudie la posibilidad de volver al horario de siempre, petición amparada por todo tipo de sólidas argumentaciones, aquí nadie parece dispuesto a tomar una decisión.

El objetivo de la subcomisión, no era otro que "España converja con Europa en muchos aspectos en los que hoy está sumamente alejada, particularmente en productividad, conciliación y corresponsabilidad" y pocos ponen en duda que retornar al horario que nos corresponde, dada nuestra situación geográfica, permitiría mejoras importantes en muchos sentidos.

¿Qué ocurriría si retrasáramos una hora nuestros relojes? Obviamente modificaríamos nuestros hábitos y volveríamos a comer a la una y cenar a las ocho, trabajaríamos hasta las 5 o 6 de la tarde y nos meteríamos en la cama nunca después de las 11 de la noche, lo que obligaría, entre otras cosas, a reordenar la programación de radios y televisiones españolas.

Hay que recordar, en este sentido, que la mayoría de las emisoras de radio españolas inician sus programas deportivos estrella de gran audiencia a las 00:00 y no terminan nunca antes de la 01:30. Los expertos en natalidad ya ni siquiera se llevan las manos a la cabeza.

Los sucesivos gobiernos no han tomado nunca en consideración la propuesta, arguyendo hipotéticos costes que tendrían para la sociedad española, algo que nadie se atreve a evaluar y que resultan poco sólidos y que no han aparecido en ningún momento en un país como el Reino Unido cuyos niveles de crecimiento económico no son, en ningún caso, de los más bajos de la Unión Europea, sino todo lo contrario.

Entre los expertos en la materia y a la vista de los estudios demoscópicos realizados, existe la idea generalizada de que un cambio de estas características no se lleva a cabo en España por razones chuscas de carácter cultural como pueden ser el que muchos políticos, empresarios y dirigentes sociales se oponen rotundamente a dicha modificación ante la posibilidad de tener que alterar su hábitos.

Estas prácticas se resumen en empezar a trabajar a las 10:00 y no recogerse nunca antes del final del día, lo que supone terminar de comer a las cinco de la tarde y fomentar el presencialismo laboral de muchos de sus empleados que no se mueven de sus puestos hasta que lo hace el jefe. Todo ello sin contar con una mayor presencia hogareña que disgusta a muchos de los encuestados.

Pese a toda la desidia que este asunto genera en España, cada vez hay más casos de empresas que han "implantado" el huso horario que le corresponde. Es el caso de Iberdrola en donde se ha mejorado la productividad, el ahorro de costes y la conciliación de la vida laboral y familiar.

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