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MÚSICA en directo

Montefusco y el jardín de Standstill: 15 años de viaje para encontrar la verdad

JORGE SALAS. 20/11/2014 El cantante de Standstill visita el dELUXE Pop de Valencia este sábado para interpretar su espectáculo Cénit en versión acústica y reducida

VALENCIA. Quizá sea la búsqueda de la verdad uno de esos elementos diferenciales e intangibles que le otorgan, de facto, la administración del planeta al ser humano a pesar de ser un gerente absurdamente funesto para ese fin. Una tendencia hasta cierto punto innata, casi un acto reflejo más, como el que se activa con ese golpe en la rótula de manual; si bien en algunos ejemplares está más desarrollada que en otros, "no hay verdad que al nacer no haya sido perseguida", ya lo dijo Voltaire, y de verdad se supone que los ilustrados franceses iban servidos. Unos la buscan en los laboratorios, otros en las bibliotecas, y otros en el mar. Algunos la buscan en los escaños pero ya no se acuerdan. Y otros, osados, deciden montar un grupo para encontrarla.

El jardín ambulante de Standstill cuenta con década y media de domingos en su diario de a bordo. Alrededor de 15 años de prospecciones en busca de la verdad; cada vez más arriesgadas y más profundas, cada vez más inciertas. Cada vez más lejos del punto de partida, de casa, con todo lo que eso supone para el viaje de regreso. Si es que llega a producirse algún día. "Intento volver a empezar con cada disco; intento librarme del pasado, de los aciertos, de los errores, de las etiquetas, de las disciplinas, etc. Lo intento". El HAL 9000 de Standstill tiene un nombre más familiar, Enric, y un apellido, Montefusco, que retrotrae inevitablemente a cualquier rincón oscuro de la apenínica Campania italiana.

"Standstill intenta ofrecer toda la verdad de la que es capaz; una verdad subjetiva, precaria y cambiante". Montefusco ejerce de suerte de Dante, por si acaso el viaje exigiera descender a los infiernos para arrancar alguna respuesta. "Quien busque certezas, estilos o mitomanías de algún tipo, seguramente se ha equivocado de grupo y tarde o temprano se dará cuenta". Micro-Cénit, el reajuste al formato acústico del imponente espectáculo basado en ‘Dentro de la luz', su último disco, es sólo una puerta más. Lo presentará el cantante este sábado junto al Coro Cambra 16 en el dELUXE Pop Club de Valencia. "Es un formato que busca la esencia y, por otro lado, es Cénit porque se basa en las canciones y la estética coral de ‘Dentro de la luz', pero eso no quiere decir que sea como Cénit en pequeño: el equilibrio y lo que se busca es, en realidad, muy diferente".

10 AÑOS, UNA ZANAHORIA Y ALGÚN VOLANTAZO

La puesta en marcha de la maquinaria, el fasten your seat belt oficial, se fecha a finales del siglo pasado, con la simultaneidad del postrero "I'm losing" de Frank Sinatra en la cama de un hospital. "Recuerdo a gente enfadadísima en la presentación de nuestro primer EP en 1998, ‘The tide', porque no tocábamos una celebrada canción nuestra que se llamaba "Living hell"". Por aquel entonces, el hardcore era el suero de la verdad.

De aquellos años, estos lodos: ese primer volantazo artístico en el que abandonaron el inglés y suavizaron sus aristas se consumó años después tras dos discos y dos EPs, y aún hoy hay un colectivo irredento que ondea con violencia la trillada bandera del antes molaban más. "Uno ha de ser impermeable a eso porque si no está perdido. Por otro lado, hay algo bonito y a la vez inquietante al ver a gente escuchando durante décadas la misma música, completamente asentados en una identidad, como parados en el tiempo. A mí me parece marciano, pero lo respeto".

Aquellos años, los diez primeros, están documentados desde 2007 en el revelador 10 años y una zanahoria, una colección de imágenes y sonidos sin cortar, crudos, borrosos, sordos. "No deja de ser la historia que nos hemos querido contar a nosotros mismos sobre lo que hemos hecho, y es tan arbitraria como cualquier otra perspectiva, solo que es en la que hemos creído de verdad", avisa Montefusco, que dirigió el montaje de Rosa Rydahl. El documental, hilado con las voces de las madres de Standstill "para cortar de tajo cualquier tipo de mitomanía", recuerda a uno de los brillantes eslóganes de Woody Allen en ‘Desmontando a Harry': todo el mundo conoce la misma verdad, nuestra vida depende de cómo elegimos distorsionarla.

Pero el viraje inicial no sería el más brusco en el periplo inquiridor de Standstill. Tras el primer disco en castellano, en 2006, que ya fantaseaba con la ilusión de un renacimiento, Montefusco y el resto de la tripulación dieron un paso que se antoja fundamental casi diez años después: la nave necesitaba absoluta autonomía, y de una brecha emanó Buena Suerte, su propio sello. "Bcore fue una casa, pero nuestro camino era otro, necesitábamos tener control sobre lo artístico, lo económico, la imagen, el circuito, etc. El resultado artístico se benefició de no tener que rendir cuentas ante nadie; esto es muy importante en nuestro caso, dada la aparente irracionalidad de cada proyecto a priori". La salida familiar de Bcore fue la emancipación de una idea: encontrar la verdad.

ENCUMBRADOS POR LA FILOSOFÍA DEL CAMBIO

‘Vivalaguerra', en 2006, es el inicio palpable de esa carrera invisible hacia la sublimación de la belleza del monólogo interior. Encumbrados por uno de los discos más completos del siglo, cargaron los depósitos de la nave con una profundidad lírica desconocida hasta entonces. "No sé si la carga y la profundidad es mucha o poca, pero seguro que en inglés sería aún menos". Preguntarle a Montefusco por la mutación de sus palabras al castellano es como preguntarle a un pintor por qué eligió un color y no otro para ese cuadro. "Cada crisis y cambio que hemos sufrido siempre ha sido para bien".

El viaje emancipador de Standstill escribe una historia que, a pesar de combatir amargamente entre la linealidad y lo circular ("tengo la sensación de repetir una y otra vez todos los estadios por los que se pasa al hacer un disco"), nunca perece en la repetición industrial por culpa de la incapacidad confesa de Montefusco a la hora de caer en rutinas antiavalanchas: "nunca he sido muy práctico". La nave polimorfa de Standstill evoluciona inalterable y a la misma velocidad que lo hacen sus tripulantes, lo cual permite descifrar con precisión uno de los enigmas cotidianos de la vida: el momento exacto en el que todo se acaba. "El día que dejemos de hacer cosas en esa extraña e interminable búsqueda de identidad, dejará de tener sentido seguir; el día que esa energía, crisis, búsqueda, vértigo, excitación, miedo, estrés, clímax y agradecimiento cambien, me sorprenderé mucho".

CUANDO LA VIDA EMPUJA

Cuatro años son más que suficientes para desplazar el eje de las necesidades: del "necesito aire" de ‘Vivalaguerra' al "yo solo necesito cariño, respeto y atención" de ‘Adelante Bonaparte', una excursión vital en forma de EP triple de veinte canciones. La invitación de Montefusco ("ven, aunque no lleguemos a ninguna parte") evidenciaba de nuevo que la única constante en la búsqueda de la verdad es la necesidad de cambiarlo todo para hallar alguna respuesta; que lo único que no cambia es la incertidumbre. "Todo lo que se haga con una finalidad concreta está destinado al fracaso; aun consiguiendo supuestamente lo que querías, el fracaso mayor es darse cuenta de que al final eso no vale nada. En ese sentido, el éxito está en hacer la cosas tal y como salen, en positivo, con amor, con generosidad, sin esperar nada a cambio. En las cosas importantes, cuando sacas la calculadora, al final siempre acabas en cero".

‘Adelante Bonaparte' ramificó en directo en ‘Rooom', uno de los varios proyectos escénicos de Standstill y Montefusco, y en alguna ambiciosa acción de creación colectiva, hasta agotar sus labores de interpretación de la realidad y dejar paso, en 2013, a ‘Dentro de la luz' (y ‘Cénit', su materialización física en directo). Otra vez, la ruta invisible hacia la verdad se cruzaba con sendas ya transitadas, y del "me levanto descalzo y camino hacia la luz" de 2010 se pasó, sin previo aviso, al "nos vamos a quedar dormidos dentro de la luz".

La inocencia de las coincidencias contrastaban, sin embargo, con una renovada sensación de epifanía vital, de empezar a comprender algo a través de la propia vida. "Es un clásico de los errores pensar que, porque intelectualizas algo, lo has entendido de verdad; si la vida no te empuja a ello primero y lo vives, no te sirve de nada que te lo expliquen o leerlo en un libro".

Y la vida (te) empuja. "Siempre pensé que fue una crueldad que mi padre nunca llegara a tener aquello de lo que hablaba tan a menudo". El huerto que iba a tener al jubilarse de "Si vieras". "Que la ilusión y las zanahorias te tengan en marcha es más importante que aquello que puedas llegar a conseguir en el camino; lo que pasa es que, cuando es la muerte quien pone en evidencia ese carácter de mera ilusión, es traumático. Y más para un niño".

La vida (te) empuja, quizá, hacia el pragmatismo para sobrevivir en la búsqueda infructuosa de la verdad; a convertir cada canción en la ocasión ideal para hablar de verdad ("he acabado utilizando obsesivamente este marco para vomitar, para intentar aclarar cosas, justificármelas y compartirlas impúdicamente esperando algo de vuelta"). La vida (te) empuja, en definitiva, a elegir pelear solo o en compañía "por mantenerte lo más libre y puro que puedas"; quizá la segunda es la mejor opción cuando descubres que lo que decía Santiago Rusiñol era verdad, y que quien busca la verdad merece el castigo de encontrarla.

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