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OPINIÓN / 'NADA ES GRATIS'

20.000 millones de razones para mejorar (el mercado de trabajo)

MARCEL JANSEN / SERGI JIMÉNEZ. 13/12/2014
VALENCIA. En el presente post mostramos algunos ejemplos sobre el potencial laboral que hemos perdido en los  años de crisis, en parte por no haber tenido el "valor" para mejorar, de una manera decidida (y desde el principio), las instituciones del mercado de trabajo y el diseño de las políticas activas de empleo. Un simple cálculo informal nos mostrará que las cifras sobre pérdida de potencial laboral son espectaculares, y que podrían contribuir a explicar parte de los agujeros negros de las cuentas públicas.

Los datos

La  Muestra Continua de Vidas Laborales nos permite indagar en el comportamiento laboral reciente de una muestra representativa de residentes en España.[1] En particular, nos permite hacer ejercicios sobre el comportamiento reciente de nuestro mercado laboral. Ejemplos recientes de este esfuerzo son nuestros análisis sobre salarios iniciales y tiempo parcial (aquí),  sobre desigualdad salarial (aquí) e incluso, una historia de dos sectores (aquí). Todos ellos utilizan una versión de panel trimestral que hemos construido en base a las muestras originales de 2007 a 2013.

Más interesantes aún, y también complementarias, son las contribuciones de Florentino Felgueroso (aquí y aquí), Sara de la Rica (aquí) y Samuel Bentolila (aquí), aunque en su caso la fuente principal de datos suele ser la EPA. En nuestro ejercicio de hoy analizaremos el brutal impacto de la crisis sobre la empleabilidad de dos colectivos bien definidos: los desempleados al final de la primera recesión (4T/2010), y los empleados en abril de 2007 en el sector de la construcción, que ya analizamos, desde una perspectiva complementaria, en su momento (aquí).

Los damnificados por la primera recesión

En el primer ejercicio estudiamos las experiencias de las personas que perdieron el empleo durante la primera recesión. Nuestra muestra está integrada por personas que estaban desempleadas a finales de 2010 y los datos nos permiten seguirlas durante tres años hasta finales de 2013. Además, para entender mejor como la duración del desempleo ha influido en sus experiencias laborales, les hemos separado en parados de corta y larga duración. El primer grupo llevaba menos de 12 meses sin trabajar a finales de 2010 y el segundo grupo llevaba más de 12 meses sin trabajar cuando se acabó la primera recesión.

Figura 1. Experiencias laborales de los hombres desempleados tras la primera recesión

Figura 2.  Experiencias laborales de los mujeres desempleadas tras la primera recesión

Las figuras 1 y 2 muestran como evoluciona el porcentaje de hombres y mujeres desempleados en octubre de 2010 que consiguen reinsertarse en el empleo.  En ambos gráficos la línea azul (roja) representa a los inicialmente parados de corta (larga) duración. Cada observación representa la media de la fracción de tiempo que han estado trabajando hasta este momento. La inspección del gráfico muestra que esta fracción finaliza alrededor del 20% en el caso  de los parados de corta duración y los 10% en el caso de los parados de larga duración.

En ambos casos, la situación es algo mejor para las mujeres que para los hombres (todas nuestras entradas apuntan a que la crisis ha tenido un efecto mayor sobre los hombres). Es decir, han trabajado aproximadamente una media de seis meses sobre un período total de tres años los parados de corta duración y algo más de un cuatrimestre en el caso de los parados de larga duración. El mismo gráfico también muestra las transiciones hacia el auto-empleo y el promedio de salarios obtenidos.

El porcentaje de autónomos crece con el avance del tiempo pero al final del periodo muestral su peso está entre el 2.5 por ciento (parados de larga duración hombres) y 4 por ciento (paradas mujeres de corta duración). Los salarios de este colectivo son notablemente más bajos que los de los trabajadores que conservan su empleo durante la crisis (ya comentado en anteriores entradas, por ejemplo aquí).

Además detectamos una diferencia, de entre un 10 y 15 por ciento, entre los que inicialmente eran parados de corta duración y los de larga duración, que se mantiene todo el periodo. También detectamos un diferencial de alrededor del 10 por ciento entre hombres y mujeres. Estos resultados demuestran las enormes dificultades de las personas que perdieron su empleo durante la primera recesión y que luego sufrieron las consecuencias de la segunda recesión.

Un pequeño cálculo informal apoyándonos en las cifras de paro de la EPA en el cuarto trimestre de 2010 (2,3 millones de parados de menos de un año y 2,2 de más de un año), y en base a una cifra de 1800 persona/año,[2] revelan que en estos tres años se pueden haber  perdido alrededor de 20.000 millones de horas de trabajo potenciales, que valoradas (muy modestamente) a un salario esperado de 1200 euros para los inicialmente parados de corta duración y de 1000 euros para los inicialmente de larga duración implica una pérdida, que debe verse como una cota superior a la real, de potencial salarial de 147.422 millones de euros en ¡¡solo tres años!!

Los trabajadores del sector de construcción

En el segundo ejercicio nos centramos en el sector de construcción. Para analizar el impacto del derrumbe del sector de la construcción hemos seleccionado a todas las personas en la muestra que estaban trabajando en el sector de la construcción en abril de 2007, en muchos casos trabajadores sin estudios secundarios, y las hemos seguido hasta el último trimestre de 2013. Como en el ejercicio anterior, hemos calculado la fracción del tiempo que han estado trabajando, pero sujeta a una notable diferencia en la condición inicial ya que en este segundo ejercicio todos trabajan en el momento zero (abril 2007).

En contraste con el ejercicio anterior encontramos que estos trabajadores sufren un deterioro progresivo en su situación laboral que continua hasta el final del período muestral. A finales de 2013, la pérdida acumulada del tiempo de trabajo para este grupo superaba el 50% (47% por ciento si descontamos el tiempo como autónomo) para los hombres y el 40% (37%)  para las mujeres. Es decir, desde el verano de 2007, estos trabajadores han perdido algo menos de tres años de tiempo de trabajo en el caso de los hombres y algo más de dos años en el caso de la mujeres.

Sin embargo la media del sector esta mucho más cerca del dato de los hombre debido al mayor peso de éstos en el sector. Finalmente los salarios medios de este colectivo, que subieron hasta 2009 (en gran medida por la influencia de los convenios colectivos de sector aún vigentes en 2008 y 2009), permanecen estancados desde 2009 alrededor de 1650-1700 euros, para ambos sexos.

 Figura 3. Experiencias laborales de los trabajadores de la construcción en Ab. 2007

Fuente: Elaboración propia con datos de la MCVL

En suma, desde el primer trimestre de 2007, los 2,6 millones de empleados que estaban en la construcción han perdido un 47 por ciento de su tiempo de trabajo. Ello implica un total de 12000 millones de horas de trabajo potenciales perdidas en 6 años que valoradas a un salario mensual medio de 1600 euros implica una pérdida potencial 122.000 millones de euros en potencial salarial.

Sin duda son cifras mareantes. Nótese que los resultados de ambos ejercicios (especialmente la parte que realmente que pueda corresponder al agujero causado por la crisis, es decir después de descontar lo que podríamos considerar una cota mínima de desempleo) contribuyen a explicar el agujero de la seguridad social (un tercio del total sería una estimación razonable de los ingresos de la seguridad social) e incluso del déficit público, ya que el aumento de ingresos por contribuciones lleva aparejados disminuciones de gastos en prestaciones y incrementos de ingresos por otros impuestos.

Conclusión

Una de las claves para evitar (parte de) éstas y otras fracturas en el mercado laboral está en una regulación laboral eficiente y en la existencia de políticas activas de calidad.  Las reformas laborales de 2010 y 2012, con todos sus claroscuros, han introducido cambios importantes en el sistema de protección del empleo (aunque en este caso, a nosotros nos hubiera gustado más el tránsito hacia un contrato único) y la negociación colectiva (fundamentalmente limitaciones a la ultraactividad), pero poco se ha hecho aún en términos de políticas activas.

Para articular estas últimas y garantizar un uso eficiente de los fondos públicoas haría falta una profunda reforma de los servicios públicos de empleo (SPE) y una revisión de su papel en la intermediación laboral. A más largo plazo posiblemente se debería plantear un rediseño profundo de la regulación laboral, mejorando, entre otros factores, la volatilidad cíclica del empleo en España. ¿Nos atreveremos por una vez a hacer las cosas bien?
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[1] La MCVL contiene el historial laboral completo de una muestra representativa de 4% de la población española.

[2] En la EPA el número medio de horas semanales habitualmente trabajadas por todos los ocupados se mueve entre un máximo de 39.3 h/sem (2008.3) y 37.9 h/sem (2013.1). En nuestro caso tomamos una cota inferior de 38 h x 47.5 sem=1800h/año como referencia.

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Este artículo es una reproducción autorizada de su original en el blog Nada es Gratis

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