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Fabra desafina en su discurso de Año Nuevo

A. MOHORTE. 31/12/2014 Errores de oratoria y de puesta en escena marcan un discurso clave a cinco meses de elecciones

VALENCIA. Qué difícil debe ser hacer un buen discurso de Navidad. Aunque el del Rey de España peca en ocasiones de poco innovador, está claro que resulta difícil borrar la huella dejada por la histórica realizadora de TVE y directora de cine Pilar Miró a la que durante años se lo confió Juan Carlos I.

Ella es la madre del formato al que estamos acostumbrados en España, siguiendo el modelo de otros dignatarios europeos, con planos cortos, acercamientos de cámara cuando se quiere destacar los pasajes importantes y recurrir a elementos en segundo plano como fotografías o cuadros para completar el mensaje.

Miró imponía sus decisiones sobre el resto de asesores reales gracias a su fuerte carácter y porque para el monarca era simplemente "la mejor". Además, cuando se intenta contentar a demasiadas voces, incluida la del protagonsita, y falta una dirección clara se puede terminar por hacer un Frankenstein y que el orador termine pagando las consecuencias.

Los presidentes autonómicos eligen la cercanía de Nochevieja para este momento estelar que ofrece un contacto directo con el público, sin la posibilidad de verse enturbiado por las preguntas de los periodistas e inalcanzable para la oposición por su impacto mediático.

Sin embargo, teniendo en cuenta que éste es el último que realiza antes de enfrentarse por primera vez a la urnas para el cargo de presidente de la Generalitat, llama la atención que sea de peor factura que el del 2013, cuando Alberto Fabra ya no disponía de Canal 9 y tenía que conformarse con las desconexiones locales de RTVE y algunas televisiones locales, además de su canal de Youtube.

LOS HOMBRES (Y MUJERES) DEL MOLT HONORABLE

Pese a todo, en Presidencia este mensaje se toma muy en serio y ponen sus efectivos a pleno rendimiento. De hecho, este año el mensaje ha comenzado con una toma cenital del backstage en la que se cuenta hasta una decena de colaboradores de su máxima confianza.

De izquierda a derecha se puede ver sentada a una mesa entre monitores a la directora general de Coordinación Institucional, María Jesús García Frigols, junto al asesor Ramón Navarro (a los mandos del teleprompter) y al jefe de gabinete del presidente, Jesús Lecha.

Tras ellos y en pié observan el director general de Análisis y Políticas Públicas y autor junto a su equipo del texto del discurso, Manuel Rosalén; la periodista y asesora de presidencia en comunicación 2.0 Alicia Orts; y el secretario autonómico de Comunicación, José Luis Torró.

Al otro lado de la puerta, tras el cámara, permanece con los brazos cruzados la secretaria autonómica de Organización, Coordinación y Relaciones Institucionales, Esther Pastor, además de otros miembros del equipo de prensa y protocolo.

EFECTO NICOLÁS

Sin entrar en los contenidos, de marcado carácter estatal en el fondo y correctamente redactados y desarrollados en la forma (a pesar de juegos de palabra más efectistas que efectivos, como incitar a la "evolución" en lugar de la "revolución", en oposición claramente a Podemos); y teniendo en cuenta los evidentes esfuerzos del presidente por hablar en valenciano en algunos momentos del discurso, el aleteo de las manos ya empieza distrayendo la atención mucho más de lo que debiera.

Aunque el uso de los gestos tiene unas claves estandarizadas que otros representantes políticos usan y abusan con insistencia y relativo acierto (como es el caso del eurodiputado Esteban González Pons o el propio Felipe VI), Fabra ha optado por repetir insistentemente el llamado ‘abrazo invisible', viniera o no a cuento, ya que sirve para invitar a la cooperación pero el president lo ha utilizado con casi cualquier excusa; también usa algún disparo con el índice para destacar ideas fuerza; alguna pequeña pinza con los dedos, cuando precisa algún aspecto; y una especie de pase con la mano izquierda que no se sabe qué capea.

Sin embargo, hay que destacar el uso de los monitores, inexistentes en el plano del inicio y añadidos en otro momento de la sesión tras desalojar a los colaboradores. En el caso de la foto con Felipe VI (todavía sin barba en la instantánea), el recurso tiene un punto de ‘pequeño Nicolás' que no consigue aportar la cercanía al nuevo monarca que persigue y en otros momentos resulta casi naif, como la imagen en la que él mismo señala una gráfica con flechas de colores que, por el contexto del discurso, debe referirse a algo relativo al empleo (contrataciones, afiliaciones a la Seguridad Social...) en unas coordenadas sin especificar.

MÁS ANTÍGUO QUE CLÁSICO

El escenario elegido, el Salón de Cortes del Palau de la Generalitat, tiene una presencia excesiva en los 6:27 minutos de duración del mensaje. Además de utilizar planos recursos de las pinturas que no siempre se entienden en el contexto del mensaje, el abuso de los planos largos perjudican a la búsqueda de una imagen de proximidad y sólo sirven para lucir un par de bargueños y un detalle navideño casi inidentificable en que queda más a la derecha.

Contrasta este contexto palaciego con la puesta en escena realizada por Felipe VI en Navidad, donde prefirió reproducir un salón doméstico, aunque de corte clásico, a un despacho u otra dependencia mal llamada señorial. Además, el rey no renunció a las cortinas abiertas a su espalda para dejar ver unos jardines, frente al portón cerrado con el que Alberto Fabra prefiere protegerse las espaldas. Una declaración de principios, al menos en el primer caso.

A pesar de la superficialidad de este análisis, es difícil no darse cuenta de la defectuosa iluminación que, no sólo no da calidez, sino que genera unas marcadas sombras en la camisa que casi hace olvidar que la corbata está ladeada. Además, como le ocurre a muchos hombres altos, Fabra tiende a encorvarse, generando arrugas en la chaqueta, demasiado ajustada.

También flexiona en exceso las rodillas, que aún marcan más las bolsas que se le hacen en los camales del pantalón por llevarlos demasiado largos. Estas son algunas de las dificultades añadidas que tiene hacer un discurso de pie, fórmula poco habitual y muy desaconsejable si no va acompañada de un intenso entrenamiento.

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6 comentarios

hartoya escribió
01/01/2015 18:21

Hombre, Alejandro: a esos impresentables que le rodean, Albertito ha estado apoyándoles con su voto en las Corts desde hace años cuando no ha estado succionandoles con fruición. Y técnicamente y a nivel lenguaje visual es un discurso tan malo que parece que hayan estado puteandolo adrede

01/01/2015 11:40

Buenos días a todos: el presidente Fabra hace lo que puede.No se puede pedir que encima de soportar lo que le está cayendo aparezca en la televisión siendo una "pinturita" ya demasiado hace con dar la cara por la cantidad de impresentables que le rodean. A ver quien de nosotros lo haría mejor? Alejandro Pillado Cadiz 2015

Toni escribió
01/01/2015 02:30

Hombre, en imagen tampoco ha quedado muy mal teniendo en cuenta que es un poco "soso" ante las cámaras, pero eso no es (no debería ser) un factor decisivo en un político. Lo que sí me ha chocado es el uso de la lengua, ya que los tiempos deberían haber sido inversos, debería haber dicho casi todo en valenciano y el resto en castellano.

uvegé escribió
31/12/2014 17:08

Alberto impecable en el fondo y en las formas. El escenario perfecto, Sólo desde la inquina puede nacer la critica a su discurso.

London Calling escribió
31/12/2014 09:23

Hay más colaboradores que prefieren no dar sus nombres y que salen en algunas fotos. Antes trabajaban en RTVV ¿de qué se averguenzan?....

Sergio Capelo escribió
31/12/2014 08:53

Una realización desastrosa. Los planos tan abiertos confieren al president una inanidad absoluta. Los cambios de sonido delatan los insertos. Y los 44 segundos en valenciano, inenarrables. Sobre el artículo, sólo un 'pero': somos muchos los que cometemos este error por influencia del valenciano, pero en castellano los pantalones no tienen camales, tienen perneras. Saludos.

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