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LA OPINIÓN PUBLICADA

De la pseudoconsulta a las elecciones pseudoplebiscitarias en la Generalitat de Cataluña

GUILLERMO LÓPEZ. 18/01/2015

LA OPINIÓN PUBLICADA

Guillermo López García

Profesor titular de Periodismo de la Universitat de València
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VALENCIA (VP). Esta semana el president de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, anunció por fin la convocatoria de elecciones anticipadas en Cataluña. Elecciones anticipadas... Pero sin apresurarse, dado que se celebrarían dentro de nueve meses, en septiembre, y con la Diada como fecha de inicio de la campaña.

El anuncio ha venido precedido por innumerables negociaciones y posicionamientos previos por parte de los partidos políticos y organizaciones afines a los postulados independentistas. Negociaciones a menudo extrañas e incluso incomprensibles, en las que se ha puesto claramente de manifiesto la existencia de agendas partidistas por debajo de la "causa común" del independentismo. Agendas que, cabría sospechar, en realidad están detrás de las decisiones y posicionamientos adoptados por muchos de los actores en este proceso. Se han puesto de manifiesto no sólo diferencias de criterio, sino en los mismos objetivos que subyacen tras el independentismo.

La discusión en torno a la lista única, la inclusión o no de personalidades independientes en la lista encabezada por Artur Mas, la determinación de la fecha de la campaña... Han sido decisiones condicionadas por los intereses partidistas de Convergència y ERC, principales actores en el proceso independentista, y que han acabado arrinconando a los demás. La negociación post 9N ha sido larga y penosa, y ha provocado cierto desencanto en el independentismo, reflejado en algunas encuestas. Por supuesto, los unionistas se han apresurado a tirar las campanas al vuelo, en la convicción de que el supuesto "soufflée" independentista comienza a deshincharse por fin. No es la primera vez que así lo celebran, aunque cabría preguntarse si en esta ocasión cuentan con argumentos más poderosos que en las anteriores.

¿"EFECTO PODEMOS" EN CATALUÑA?

Además de la indudable desilusión que ha generado en parte del independentismo el espectáculo ofrecido estos meses por Convergència, ERC, y el entorno más inmediato (mediático y social) de ambos partidos, el principal factor de cambio (por ahora, sólo potencial) que ha irrumpido en los últimos meses en la política catalana, como en todas partes, es Podemos. Las primeras encuestas que recogen el impacto de Podemos en Cataluña muestran que este partido podría hacerse con los apoyos de muchos exvotantes del PSC, así como con una parte sustancial del electorado de ICV. Y que, además, Podemos, dada su transversalidad, también logra apoyos de partidos como las CUP, ERC o Ciudadanos.

La aparición de Pablo Iglesias en Cataluña, poco antes de las Navidades, señalando a la CUP y a su líder, David Fernández, como una especie de marioneta de Artur Mas, así como el conjunto de su discurso (beligerante con el independentismo), mostraron con claridad el espacio que busca ocupar Podemos en Cataluña.

Parece lógico que un partido de ámbito nacional, que quiere gobernar en España, se postule en contra de la independencia de una parte del país. El problema del independentismo con Podemos, sin embargo, es que es un partido hoy por hoy mucho más popular, y más difícil de estigmatizar como malvado partido "español", opuesto a Cataluña y los catalanes, que el PP o el PSOE. Entre otros factores, porque Podemos se ha definido ante el dilema catalán en un juego de equilibrismo que puede salirle bien: a favor del derecho a decidir, pero tras la oportuna reforma constitucional. Y esto significa, en la práctica, que la decisión sobre el referéndum de independencia de Cataluña quedaría postergada durante varios años. Y eso, en el mejor de los casos, y suponiendo que Podemos gobernase, quisiera llevar a cabo esta reforma constitucional y lograra una mayoría suficiente para hacerlo.

Pero, al mismo tiempo, la posición de Podemos es mucho mas difícil de atacar para los independentistas, puesto que muestra (en apariencia, al menos) una mayor sensibilidad hacia las aspiraciones del soberanismo (el derecho a decidir). Esto, combinado con el espectáculo ofrecido estos meses por el independentismo, tal vez provoque que algunos de los que se sumaron a sus postulados por una cuestión, fundamentalmente, de protesta frente a lo que perciben como el integrismo y los abusos del Gobierno español con Cataluña se planteen "volver al redil" españolista, toda vez que el españolismo esté ensanchando su base política con la irrupción de Podemos.

Lo cual a su vez, mitigaría el indudable proceso de espiral del silencio merced al cual se ha incrementado la hegemonía independentista: el hecho obvio de que defender la permanencia en España, en Cataluña, es poco popular. Y no porque sea peligroso hacerlo, o por la agresividad del discurso del independentismo (mucho menor de lo que aseguran los diarios y tertulias más montaraces de Madrid, pero mayor de lo que aseguran los propios independentistas). Sino, sobre todo, por los "compañeros de viaje" políticos, hasta hace bien poco, del españolismo en Cataluña: el PP y la derecha española. Porque a ver quién es el valiente insensato que  realmente esté dispuesto a defender que un proyecto así puede ilusionar a alguien en Cataluña.

LA INDEPENDENCIA UNILATERAL, MÁS BAJO

Las elecciones que se han convocado en Cataluña se presentan, sobre todo por parte de Artur Mas, como unas elecciones plebiscitarias, en las que se votaría a favor o en contra de la independencia. Pero, como ya sucediera después del 9N, no está nada claro qué se haría después. Afrontar una Declaración Unilateral de Independencia, más allá de las soflamas que se afirman desde el independentismo, parece puro aventurerismo político, destinado al fracaso. La estrategia independentista, si quiere tener éxito, está abocada a recorrer un camino más largo, más complicado, y a incrementar paulatinamente sus apoyos. El problema de este planteamiento es que no siempre van a tener a un interlocutor tan maravilloso (por hostil y antipático) como el PP, siempre dispuesto a responder con agresividad y continuas negativas que contribuyan a aumentar los apoyos sociales del independentismo.

El recorrido del independentismo catalán tras la consulta del 9N ha sido, hasta la fecha, opuesto al del independentismo escocés con posterioridad al referéndum de septiembre. En Escocia, la ajustada derrota del "Sí" a la independencia vino seguida por las primeras matizaciones y cambios de postura de los políticos británicos, que prometieron toda clase de parabienes para los escoceses si decidían seguir en el Reino Unido... Para a continuación desdecirse. Esto, unido a la pérdida del "miedo a la independencia" que el referéndum parece haber generado en algunos ciudadanos escoceses, ha causado un aumento de los apoyos al independentismo y al Partido Nacional Escocés, que hoy sería, según las encuestas, el más votado en Escocia en las próximas elecciones legislativas en el Reino Unido, previstas para el mes de mayo.

Tal vez la consulta del 9N en Cataluña, que mostró la fuerza del independentismo, pero que también funcionó como válvula de escape para protestar frente al Gobierno español, así como el inacabable proceso de negociación posterior entre Mas y Junqueras (que, sin duda, habrá desalentado a algunos ciudadanos), haya funcionado en sentido contrario. Lo cual no significa, evidentemente, que el independentismo haya dejado de ser mayoritario de la noche a la mañana, aunque quizás sí que su aparentemente imparable crecimiento tal vez esté llegando a su fin. Al menos, de cara a estas elecciones.

#prayfor... Mango Outlet

La diputada del PP Elisa Díaz, hija del exalcalde de Alicante Luis Díaz Alperi, negó este jueves en las Corts que pagase una parte sustancial de la hipoteca de su casa con dinero del empresario Enrique Ortiz (omnipresente en la política alicantina), convenientemente donado al propio Luis Díaz Alperi en pago por los "servicios prestados".

Elisa Díaz ofreció a la ciudadanía valenciana la siguiente explicación: claro que ella se paga su hipoteca, ella es una persona normal. Díaz vio cómo se le quebraba la voz al llegar al momento álgido de su desgarradora historia: ¡si hasta tiene un bolso de Mango Outlet! No sólo de Mango, ojo (que no es que yo entienda mucho de esto, pero al parecer ya sería muy poco glamouroso) sino de Mango "Outlet". La pobre mujer llevando bolsos pasados de moda y nosotros frivolizando con su situación.

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Guillermo López García

Profesor titular de Periodismo de la Universitat de València
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2 comentarios

Lluís escribió
23/01/2015 12:48

Lo que creo que Podemos ha visto bastante claro es que, en Cataluña, hay un importante segmento de la población que está harto, o por lo menos pasa, de las banderas, sean la estelada, la senyera, la rojigualda o la del pollo. Su principal problema no es el encaje de Cataluña con España, sino llegar a fin de mes, y saben que con Artur Mas no lo van a tener mejor que con Rajoy. En resumen, que pasan tanto de Mas y Junqueras como de Sánchez Camacho y Rivera, porque ninguno de ellos habla de los que quieren oir. Luego, también están las personas que son independentistas como mal menor (porque ahora mismo pocas alternativas hay), pero que verían bien un estado más descentralizado, opción que parece defender Podemos. Por lo menos, son los únicos que hablan de hacer otro proceso constituyente y poner todos los temas encima de la mesa. Y no es que rechacen el "dret a decidir", hablan de llevarlo a la práctica en otros temas, algo que seguro que gustará muy poco a los de ERC y nada a los de CiU.

Caliban escribió
19/01/2015 17:24

Creo que a este respecto la estrategia de Podemos está siendo clara. En su análisis de la situación tienen claro que un porcentaje nada desdeñable de apoyo al independentismo no nace de un sentimiento nacionalista arraigado e inmutable, sino de las circunstancias sociopoliticas y económicas de los últimos años. Así pues consideran que una reforma constitucional sería el equivalente a una tabula rasa que permitiría modular y enjuagar esos desplantes, ficticios o reales, que muchos en ese bloque sienten que ha tenido el estado español con Catalunya. El resultado lógico de este paso sería el enfriamiento de ese sentimiento independentista, por lo cual podrían estar completamente abiertos a continuación a un referendum, toda vez que las fuerzas en la balanza habrían cambiado. Y, por ahora, no parece vislumbrarse nada maquiavélico en ello, sino más bien un interés real por unir las diferentes sensibilidades nacionales del estado en un acuerdo común para la convivencia. Algo que por otro lado suena mucho más bonito de lo que suele ser una vez con los pies en el barro y puestos al tema...

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