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CINE DE MASAS

Ian Fleming: el hombre detrás de James Bond

JAVIER CAVANILLES. 18/04/2015

VALENCIA. Los accidentes en los rodajes se están convirtiendo en una excelente excusa para promocionar películas. Hace unas semanas fue Harrison Ford y ahora le toca a Daniel Craig por partida doble: se ha hablado de Spectra (que no se estrena hasta diciembre) lo mismo cuando entró en el hospital que ahora que le han dado el alta.

Aunque no queda bien que el 007 se piñe, él que ha salido vivo de mil aventuras, todo sirve para escribir sobre los coches, las chicas, los escenarios... de su próxima incursión en la gran pantalla. Pero lo curioso es que nadie aprovecha para hablar de su creador, Ian Fleming (1908-1964), un tipo a la altura de su personaje y un gran desconocido.

VIDAS PARALELAS

Fleming fue el típico niño rebotado de familia bien inglesa, cuya mala relación con sus padres -según algunas interpretaciones pseudofreudiana- explica que James Bond fuera huérfano. Como su personaje, fue a Eton (y lo expulsaron), y acabó recalando en el ejército.

Autor y creación sirvieron en la II Guerra Mundial, aunque el primero nunca entró en combate y el segundo luchó tras la líneas enemigas. Aquí también se juntan realidad y ficción. Fleming se inspiró en algunos de los agentes que conoció durante la contienda (entre ellos, su propio hermano), pero en las novelas también hay mucho de él: entre misión y misión (nunca más de dos al año), el 007 de las novelas se pasa el día encerrado en su despacho lidiando con papeleo.

AL SERVICIO DE SU MAJESTAD

Pero Fleming no fue ni mucho menos un simple funcionario. Trabajó en la Inteligencia Naval a las órdenes directas de su director, John Godfrey, y participó activamente en el diseño de la Operación Goldeneye (un red de espías en España por si los nazis la invadían), la Operación Overlord (desembarco de Normandía), el intento de capturar el Enigma (el sistema de codificación de los alemanes), y tuvo a su mando la 30 Assault Unit (para robar documentos al enemigo) y la T-Force (para la protección de lugares estratégicos).

Fue en su época al servicio secreto de su majestad cuando viajó por primera vez a Jamaica, donde empezó a pasar cada vez más tiempo hasta que se instaló. Allí escribió su primera novela intentado superar el mal rollo que le suponía tener que casarse con su hasta entonces amante, Ann Charteris, a la que acababa de dejar embarazada por segunda vez.

Fleming con Charteris

SUS PROBLEMAS CON LAS MUJERES

Como Manolo Escobar, a Fleming las mujeres ni fú ni fá. Le gustaban y decían de él que sabía seducir en cuatro idiomas, pero tenía un concepto bastante bajo de ellas. De hecho, la relación con Charteris fue de lo más tormentosa. Ambos se ponían los cuernos y en más de una ocasión llegaron a las manos (sobre todo él). Cuando llegó el segundo hijo dentro del matrimonio, ella sufrió una cesárea y él perdió todo interés sexual por ella.

Pese a todo, Fleming no era un womanizer como su personaje, y quizás por eso rodeó a su agente secreto de personajes femeninos fuertes de los que se solía medio enamorar: eran las mujeres que a él le hubiera gustado conocer. Esa curiosa relación con las mujeres se puede ver en el desprecio que siente por la agente doble Vesper cuando muere (en Casino Royale) o la histórica cobra que le hace Gala Brand en las últimas páginas de Moonraker.

¿BASADO EN HECHOS REALES?

Fleming aprovechó su talento como periodista para hilvanar algunas de sus mejores novelas. Por ejemplo, la documentación que utilizó en Diamantes para la Eternidad (1956) le sirvió un año más tarde para un libro de no ficción titulado The Diamond Smugglers (Traficantes de Diamantes, 1957). En Goldfinger (1959) demostró un excelente conocimiento del mercado del oro en una época en la que el preciado metal era la base del sistema monetario internacional. De su paso por la T-Force, que consiguió los planos de los V2 que asolaron Londres durante la II Guerra Mundial, sacó la inspiración para Moonraker.

Sin embargo, a veces se le iba un poquito la mano. Desde Rusia con Amor (1957) comienza con una nota en plan J.J. Benítez asegurando que la organización de asesinos Smersch (los malos, antes de que apareciera Spectra) era real, y nada menos que la sección más secreta de los ya de por sí servicios secretos rusos. Según el autor, a las órdenes del General Grubozaboyschilk, había nada menos que 40.000 miembros pululando por el mundo cazando agentes extranjeros como si no hubiera mañana.

Algo, aunque poco, había de verdad. Smersch (acrónimo de "Muerte a los Espías") se fundó en abril de 1943 (aunque comenzó a operar casi un año antes) para unificar distintas agencias de contraespionaje del ejército soviético. Fue el propio Joseph Stalin el que la bautizó con tan descriptivo nombre. Sin embargo, su objetivo principal era luchar contra los alemanes y dejó de existir en mayo de 1946. Un matiz por el que Fleming pasó de puntillas.

El Bond de Craig

UN POCO DE JETA

En 1958, con cinco novelas a sus espaldas, James Bond era un gran éxito, así que se empezó a hablar de dar el salto a la gran pantalla. Para el primer guión entró en contacto con dos escritores llamados Jack Whittingham y Kevin McClory. Juntos empezaron a trabajar en un guión de Longitud 78 Oeste, una historia sobre el robo de unas bombas atómicas que no se llegó a rodar. Al final, la primera película del agente con licencia para matar sería Doctor No (1962).

Un año antes, Fleming publicó su novena novela: Operación Trueno. Ni corto ni perezoso, cogió el material de aquel guión perdido, lo peinó, y lo presentó como suyo. A McClory le faltó tiempo para denunciar (Whittingham llegó a un acuerdo extrajudicial). Al final, tras un juicio y un ataque al corazón, al escritor le tocó pagar y reconocer la autoría de los demandantes. Gracias a eso, McClory pudo producir años después Nunca Digas Nunca Jamás (1983), la última aparición de Sean Connery en la franquicia.

¿UN BUEN ESCRITOR?

Amén de escribir Chitty Chitty Bang Bang: El coche mágico para su hijo y un par de libros más de no ficción, Fleming es famoso por ser el autor de los 14 primeros libros del 007 (otros autores han retomado el personaje). Que vendía a capazos es público y notorio, pero ¿era un buen escritor? Por supuesto, hay opiniones para todos los gustos, pero entre sus defensores tenía al presidente John Fitzgerald Kennedy, que consideraba Desde Rusia con Amor (1957) una de su obras favoritas. Ronald Reagan, que no es que tuviera fama de leer mucho, era un gran admirador del personaje.

Raymond Chandler (ambos se conocieron y se admiraban) dijo de él que era "el mejor escritor de thrillers de Inglaterra". Si hacemos caso a Amazon era Góngora: solo La Espía que me Amó tiene menos de cuatro estrellas, pero siendo más realistas hay que reconocer que fue un buen escritor de novelas de aventuras y que algunas (Desde Rusia con Amor, Moonraker o Casino Royale) han soportado muy bien el paso del tiempo. Otras ya eran malas cuando se publicaron.

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