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POLÍTICA INSTITUCIONAL: CAMBIO DE ÉPOCA

El fin de ciclo del PP se lleva por delante a sus gestoras de la Cultura

C ARLOS AIMEUR. 16/04/2015 Caídas Quintero, Schmidt y Císcar, el anuncio de Mayrén Beneyto de que deja la política avanza más cambios

VALENCIA. En 1848 el ajedrecista alemán Max Bezzel propuso el que se conoce como el problema de las ocho reinas. Consistía en colocar ocho damas sobre el tablero sin que ninguna se amenazara. Hay 92 posibles soluciones. El PP de la Comunidad Valenciana había encontrado la 93 durante esta última legislatura porque ocho eran las damas que gestionaban la Cultura, ocho reinas que cohabitaban con sus tiranteces.

Al margen del resultado de los próximos comicios, en la Generalitat y en el propio Ayuntamiento de Valencia se trabaja con un horizonte de cambio. Se da por hecho que la inmensa mayoría de las ocho gestoras, sino todas, en un plazo no muy largo de tiempo dejarán su cargo y con ello se dará por finalizado un largo periodo en el que los principales puestos de la gestión cultural han estado en manos de las mismas ocho mujeres.

A día de hoy tres de ellas no ocupan ya sus puestos y una cuarta, Mayrén Beneyto, anunció esta semana pasada que no iba a seguir en el Ayuntamiento de Valencia, si bien ha dejado abierta la posibilidad de seguir al frente del Palau de la Música como directora, una opción que dependerá de muchos factores externos, por lo que se considera improbable.

1. Consuelo Císcar. La primera en caer fue la que más poder tuvo. Dominó en la cultura institucional valenciana a la cual llegó de la mano de Eduardo Zaplana en 1995, hace ahora dos décadas. Esposa del ex conseller y ahora condenado por corrupción Rafael Blasco, Císcar fue directora general de Museos, de Promoción Cultural, secretaria autonómica de Cultura y, finalmente, directora del IVAM, puesto que ocupó durante casi una década. Tras su cese, la Conselleria de Cultura organizó un concurso internacional del que salió el actual director del instituto de arte contemporáneo, José Miguel G. Cortés.

2. Carmen Quintero. La liquidación de la fundación de La Luz de las Imágenes, dedicada a la restauración del patrimonio mueble e inmueble eclesiástico, supuso el final de su andadura como gerente, puesto que ocupó durante 15 años y 11 meses. Llegó al cargo de la mano del fallecido conseller Manuel Tarancón y permaneció en él durante cuatro legislaturas. Ha conocido cuatro presidentes de la Generalitat: Zaplana, José Luis Olivas, Francisco Camps y Alberto Fabra. De perfil discreto, mantuvo relaciones tirantes con otra de las grandes damas de la cultura valenciana, la directora del Instituto de Restauración, la catedrática Carmen Pérez. Quintero era profesora universitaria cuando llegó a la gestión cultural, pero de Periodismo.

3. Helga Schmidt. Doña Helga, como la llamaban en el Palau de les Arts, ha sido la artífice del teatro de ópera valenciano desde antes incluso de su inauguración. Llevaba contratada por la Generalitat desde 2000, si bien su contrato como directora del complejo se firmó en 2005. Sus contactos internacionales y su prestigio contribuyeron a que los principales nombres de la ópera pasaran por Valencia, pero su carácter explosivo no contribuyó a granjearse el afecto de los políticos locales. Fue cesada por su imputación en un caso de prevaricación, atendiendo a la doctrina Fabra, pero ella misma había anunciado a sus allegados que quería dejar el cargo en junio de este año. Su sustituto es el turinés Davide Livermore, persona de su confianza y que la propia Schmidt propuso.

4. Mayrén Beneyto. El anuncio vía Facebook de que dejaba la política activa sorprendió a más de uno. Concejal de Cultura, Beneyto ocupa el puesto de presidenta del Palau de la Música de Valencia desde la llegada del pacto entre PP y Unión Valenciana para gobernar el Ayuntamiento de Valencia. Han sido 24 años al frente del auditorio del Paseo de la Alameda donde ha contado con la colaboración estrecha de su actual marido, el filósofo Ramón Almazán, uno de los mayores especialistas de música clásica de España. Ha abierto la puerta a seguir al frente del Palau de la Música sin ser concejal tras las elecciones, pero depende de demasiados factores externos y es una opción que se ve remota.

5. Paz Olmos. Cuestionada como directora del Museo de Bellas Artes de Valencia, llegó al puesto por la muerte de Fernando Benito, primero como directora general de Patrimonio y después como directora per se. En su nombramiento fue fundamental su relación de amistad con el ex presidente Camps, su gran valedor. El actual presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, la ha mantenido en el cargo pese a las numerosas críticas a su gestión. Durante estos años, el centro ha visto como ha ido perdiendo paulatinamente personal a causa de las jubilaciones, a lo que se ha unido la marcha de su conservador jefe a Madrid. Sin presupuesto, sólo cuenta con el apoyo del presidente de les Corts, el ex conseller Alejandro Font de Mora, quien preside la asociación de amigos del museo. El equipo de la consellera de Cultura, María José Català, abogaba por la puesta en marcha de un concurso internacional como el que se ha realizado en el IVAM, pero el Ministerio de Cultura, propietario del centro que no gestor, se ha opuesto a ello hasta que se concluya la más que cuestionada ampliación. Es la que menos tiempo lleva en el cargo: cuatro años.

6. Inmaculada Gil-Lázaro. La actual subdirectora de Teatres de la Generalitat llegó al cargo a finales de junio 2005, una vez fue cesado su anterior superior, el profesor Juanvi Martínez Luciano. Directora del Centre Coreogràfic de la Generalitat, durante la década en la que ha estado el frente de los teatros públicos Gil-Lázaro ha pasado del amor al odio y de nuevo al amor, para volver al odio, con el sector de las artes escénicas valencianas. Sus relaciones con los profesionales valencianos son ahora prácticamente nulas. Muchos le echan en cara su predilección por la danza y su errática política de contrataciones que le ha llevado a firmar grandes obras para un fin de semana o a mantener prácticamente vacíos algunos escenarios públicos durante más de un mes. Asimismo se le recriminan algunos gastos inapropiados, como el famoso Mercedes que adquirió para representación. Cuando llegó al cargo, Teatres gestionaba cuatro escenarios: Rialto, Moratín, Talía y Teatro Principal. La sala Moratín cerró por problemas de seguridad. El Talía en la actualidad está gestionado por la familia Fayos.

7. Inmaculada Tomás. En su caso, la marcha de Inmaculada Tomás se producirá por una cuestión de calendario. De hecho, la actual directora del Instituto Valenciano de la Música debería haber cesado en su cargo a principios de año, ya que ha cumplido 65 años y debería haberse jubilado. Desde CulturArts se aceptó mantenerla a petición de la propia Tomás, quien así podrá llegar a cotizar para obtener el mínimo necesario para la jubilación. Está al frente del Instituto Valenciano de la Música desde su creación, en el año 2000. Son pues ya 15 años en el cargo.

8. Carmen Pérez. La catedrática de Restauración de la Universidad Politécnica de Valencia está también al frente del Instituto Valenciano de Conservación y Restauración desde su creación en el año 2005. Persona de gran prestigio, a Pérez se le deben hallazgos como el de los frescos de la Catedral de Valencia, los famosos ángeles renacentistas. Si bien debería haberse jubilado hace años, en el PP decidieron mantenerla hasta el fin de la legislatura en reconocimiento a sus servicios. Sin embargo, en el improbable caso de que el PP consiguiera retener el gobierno de la Generalitat, la intención es relevarla y ella mismo hizo comentarios al respecto durante la inauguración en la Fundación Bancaja de la exposición dedicada a los bocetos de Sorolla para la Hispanic. Como sucede con Tomás, es el calendario el que dictamina su salida.

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1 comentario

Platero Jiménez escribió
16/04/2015 18:52

Añadir al apartado de Gil Lázaro. Cuando cesó Martínez Luciano, Teatres gestionaba también L'altre Espai (antiguo Moma reabierto) y la Sala Matilde Salvador por acuerdo con la Universidad. Y los problemas de seguridad de la Moratín, precisamente se habian solucionado cuando ella tomó posesión, así que no se cerró por ello, sinó por capricho.

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