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VALENCIA. La probabilidad de que a cualquier hijo de la EGB el correspondiente jefe de estudios le advirtiera de que encerrarse en su habitación, grabarse en vídeo y hacer públicas sus ideas iba a ser una ‘salida profesional' es nula. Nadie advirtió a las valencianas Aishawari y Esbatt que lo que empezó como un hobby acabaría siendo una realidad laboral capaz de requerir dedicación exclusiva.

Sin embargo, Internet llegó desde la década de los años 90 para cambiar todo. También el sistema de medios; o sea, de audiencias. Y audiencias es igual a publicidad en un sistema social encofrado en el consumo. Así que la inquietud de compartir habilidades públicamente, la opción de tener un canal donde decir algo, fue desarrollándose alrededor de los avances tecnológicos.

Primero fueron las webs, luego los blogs, más tarde los foros -el germen del 2.0 al que ya era adicta Aishawari- y finalmente las redes sociales. Las primeras exploraron el negocio (como Myspace o Fotolog) para acabar explotando, pero la segunda generación (YouTube, Facebook, Twitter, Pinterest, Instagram) cambiaron la forma en la que se relacionan las personas y consumen información definitivamente.

"Es mi trabajo a tiempo completo y estoy orgullosa de ser una mujer emprendedora que puede dedicarse a lo que le gusta", apunta Esbatt. Un negocio en el que su madre, según Aishawari, le ayuda con la fotografía que es solo una de las herramientas profesionales que han tenido que profesionalizar desde un punto de partida "100% autodidacta". Ambas empezaron con una webcam y un ordenador. De la nada un negocio para el que "en un futuro no muy lejano" Aishawari, la mayor de las dos hermanas youtubers, "opte por delegar trabajo para que todo funcione más fluido".

Mucho se habla en Internet de los salarios de los youtubers, habitualmente para consolidar un ranking que efectivamente percibe unos ingresos difíciles de encajar en cualquier otro profesional de su generación. No obstante, cabe destacar que las temáticas que mejor se propagan son unas pocas y que la dosis de humor no es negociable. Precisamente, los trucos de belleza y moda, epígrafe donde puede enclavarse las Esbatt y Aishawari, es uno de los de mayor crecimiento y rédito directo por publicidad y por grueso de la audiencia (las masas online), y el humor tampoco es negociable en sus propuestas a través de sus webs y redes sociales.

También la frescura que aporta la edad, la propia evolución en las habilidades tecnológicas (escritura, fotografía, edición de vídeo, social media...) y hablar de tú a tú con la audiencia.  "Estoy todo el día pendiente del móvil. Por las mañanas acutalizo la web, pero después llega todo el trabajo de contestar mails, comentarios, preparar los nuevos contenidos", cuenta Aishawari. "Para mí es como una jornada laboral completa, sin incluir el tiempo que dedico al social media y que estoy siempre conectada. Para eso no hay horarios", apunta Esbatt.

CUESTIÓN DE NÚMEROS

Las cifras de seguidores son mareantes comparadas incluso con cualquiera de las recientes candidaturas a la Generalitat Valenciana: Facebook, 100.000 y 30.000 seguidores (Aishawari y Esbatt, respectivamente); Twitter, 35.600 y 16.000;  Instagram, 90.700 y 30.600 seguidores; YouTube, 175.603 suscriptores y 102.204.

Precisamente es en esta última red social donde sus vídeos han generado algo más de 35 millones de visualizaciones, una cifra preciada por la que comercializar publicidad en distintos formatos. Un Pre-Roll (spot previo al inicio del vídeo), publicidad estática (banner) en la página o el entorno del vídeo y, sobre todo, producto y marcas que acaban protagonizando los trucos o habilidades que se desarrollan en el vídeo. Este es el aspecto más polémico dentro de los también llamados influencers: cómo separar el post o vídeo promocionado de la publicidad.

-Esbatt: "Todas mis opiniones o recomendaciones son sinceras y verdaderas, pero hay que tener en cuenta que a mí me puede funcionar de maravilla un producto y a otra persona no [en el ámbito de los productos de belleza]. Al lector le preocupa sentirse ‘engañado', pero nunca jamás hablaría de un producto en positivo si no me ha gustado nada".

-Aishawari: "Este tema sin duda es algo que a veces puede crear desconfianza en la gente que nos sigue, sobre todo cuando hay una colaboración de por medio. Siempre contesto lo mismo: no gano nada mintiendo o recomendando algo que en realidad no me gusta. Hay muchas cosas que, directamente, no enseño en mi web o bien porque considero que no sin interesantes o porque no me han ido del todo bien. Si lo muestro es porque me gusta".

Si audiencia es sinónimo de confianza, sin duda la subjetividad parece no dar lugar deslices en este sentido. Sus ‘comunidades' crecen y crecen exponencialmente. Ellas destacan la explosión de Instagram, donde el aumento cuenta con un efecto bola de nieve que, pese a los cinco años de experiencia de ambas, les sigue sorprendiendo. Aishawari apunta a que es "la más interactiva" y Esbatt añade que, aunque "es mi cuenta más reciente es la que más rápido crece".

Las dos eluden el espíritu competitivo y añaden que se dirigen a públicos distintos, algo que pone de manifiesto el enfoque profesional de su actividad. Aseguran inspirarse en cualquier situación o actividad y no esconden sentirse "expuestas" y haber aceptado que los juicios y opiniones sobre lo que hacen son un gaje del oficio. Y así, lo que empezó tras el periplo universitario o combinando quehaceres ha derivado en una actividad profesional cada vez más extendida, aunque con una competencia verdaderamente agresiva. Por el momento ambas continúan engrosando día tras día todos sus canales sociales y, en definitiva, haciendo sus voces más y más influyentes en torno a la moda, el maquillaje, los cuidados de belleza o la decoración.