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PASABA POR AQUÍ

El retorno de la Fisiocracia

ANDRÉS GARCÍA RECHE. 07/06/2015 Para el crecimiento económico, preservar la naturaleza no es una opción es la única opción

"PASABA POR AQUÍ"

Andrés García Reche

Profesor de Economía Aplicada. Universitat de València
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VALENCIA. En 1758, François Quesnay, cirujano y médico de cabecera de Luis XV, sacaba a la luz pública su Tableau Èconomique, el primer modelo de funcionamiento integral del sistema económico, que supuso el origen formal de la que conocemos como Escuela Fisiocrática en Economía. El supuesto básico del que partía Quesnay era que la riqueza provenía exclusivamente de la Naturaleza, y, muy particularmente, de la agricultura; hasta el punto de que ésta era la única actividad humana capaz de crear producto neto; es decir, excedente.

La razón de que esto fuera así, parecía bastante evidente. Usted plantaba una simple porción de patata, de peso inferior a 100 g., le añadía agua periódicamente, esperaba tres meses, et voilà, obtenía una cosecha de varios kilos, que una vez comercializada en el mercado, le permitía reponer los materiales desgastados durante el cultivo (inputs), alimentar a los trabajadores, y obtener una renta para los propietarios del negocio, quienes, gracias a dicho excedente, podían ahora vivir cómodamente sin moverse de su mansión de Versalles.

A todas luces, era evidente que la actividad agrícola generaba más cantidad de productos que aquellos que hubieran sido necesarios para mantener el sistema en las mismas condiciones de partida; en otras palabras, estábamos ante un verdadero milagro...

Que hubiera seguido siéndolo, de no ser porque el químico (y también economista) Antoine Lavoisier formulaba, unos pocos años más tarde, su famosa Ley de conservación de la masa, demostrando que, en un sistema aislado, la cantidad de materia utilizada en una reacción química es siempre idéntica a la cantidad de materia contenida en el producto de dicha reacción, desechando de este modo la posibilidad de que el output fuera mayor que el input, y, por tanto, de que pudiera existir excedente alguno.

¿CONTRA LAVOISIER?

Y sin embargo, contra lo que pudiera parecer a primera vista, ambas teorías, la de los fisiócratas, y la de Lavoisier, no eran contradictorias. En la agricultura, en efecto, podía existir excedente, sin que, al mismo tiempo, se violara la ley de la conservación de la masa. Bastaba con considerar que el sistema económico no era un sistema cerrado en sí mismo, sino abierto a la Naturaleza, en su sentido más amplio.

De tal modo que, en realidad, también en la actividad agrícola, la suma de la masa y la energía consumida, era idéntica a la de la masa y la energía producida (versión Einstein); lo que ocurría sencillamente es que una parte de aquella (energía solar, agua de lluvia, minerales del suelo, proceso de fotosíntesis...) no necesitaba ser contabilizada como input a efectos de reposición (eran "dones gratuitos de la Naturaleza"), y, en consecuencia, podría acabar tomando la forma de excedente económico. Un razonamiento impecable, como se ve.Antonio Lavoisier.

Y ello, a pesar de que, como muy acertadamente resaltó, unos años más tarde, David Ricardo, desde Inglaterra, los fisiócratas sólo se equivocaban en una cosa: los "dones gratuitos de la Naturaleza" no beneficiaban únicamente a las actividades agrícolas, sino también a las industriales, extendiéndose así la capacidad de crear "excedente" a otras actividades productivas.

Sirva esta breve incursión por la historia del pensamiento económico, para recordar a todos aquellos teóricos de la Economía, que se olvidaron, hace ya mucho tiempo, de incluir la variable Recursos Naturales en las funciones de producción, que si bien los fenómenos económicos pueden considerarse, a efectos prácticos, y a corto plazo, como parte de un sistema aislado del "mundo exterior", en ningún caso, aquellos pueden ser independientes de las leyes físico-químicas que gobiernan nuestro medio ambiente. Y también, que nuestra posibilidad de crecimiento futuro depende, sobre todo, de nuestra habilidad para conseguir que la capacidad de la Naturaleza para seguir proveyéndonos de "dones gratuitos", permanezca más o menos intacta.

¿CASTASTOFISMO O REALISMO?

Aún a riesgo de parecer algo catastrofista, a la par que malthusiano (categorías ambas en las que no me considero incluido), tan solo quiero subrayar que la preservación del medio ambiente no es un asunto que ataña exclusivamente a ecologistas bienintencionados, conservacionistas románticos, activistas antinucleares, o meros esteticistas del paisaje. Por el contrario, es el propio núcleo duro del sistema económico (y de su potencial de crecimiento a largo plazo) el que se siente directamente afectado por ello, y haríamos bien en no tomarnos a la ligera fenómenos como el de la deforestación y la desertificación, el uso intensivo de combustibles fósiles, las emisiones de CO2 o la reducción de la biodiversidad, por resaltar solo algunos ejemplos.

Entre otras cosas, porque ahora sabemos que la estrategia colectiva de sostenibilidad ambiental (junto a la responsabilidad social de las empresas en esta materia), no puede ser considerada solo como una opción, sino, más bien, como la única opción que puede garantizar el mantenimiento de los niveles de bienestar adquiridos y, de paso, la posibilidad de que estos continúen elevándose en el futuro.

Conclusión: la ciencia económica ha avanzado mucho en estos dos siglos y medio, desde que F. Quesnay alumbrara su Tableau Economique, pero los supuestos condicionantes que anidaban tras la teoría fisiocrática que él mismo lideró, siguen intactos. No nos vendría mal que los tuviéramos en cuenta; a ver si, en nuestra obsesión por querer ser tan modernos, acabamos por olvidarnos de que también hay que ser responsables.

"PASABA POR AQUÍ"

Andrés García Reche

Profesor de Economía Aplicada. Universitat de València
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1 comentario

Amadeu Aznar Balleter escribió
11/06/2015 10:02

Brillante repaso a la historia de las doctrinas económicas que me retrotae 43 años atrás cuando como alumno del querido y añorado profesor Ernest. LLuch aprendíamos de su inmensa sabiduría. Efectivamente reducir la economía a una tabla input-output es quedarse con la cáscara de la verdadera ciencia económica que debe estar dirigida al bienestar humano y no a los intereses bastardos de grupos saprofitos del que son buen ejemplo nuestras actuales compañías eléctricas, mas interesadas en el dividendo, que en servir a la sociedad que alimenta sus intereses. Contaminar a conciencia cuando son posibles formulas alternativas de generar energía sin CO2 debería ser perseguido por una fiscalía de medio ambiente.

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