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el estado de la cuestión

Videoclips: la penitencia
del amor al arte

JORGE SALAS. 11/06/2015 Realizadores valencianos que desarrollan parte de su trayectoria en el arte del videoclip diseccionan la situación actual

VALENCIA. Si de algo adolece el pop nacional es de lo poco aprovechado que está su universo lírico. Pocas frases de canciones trascienden su vida de 180 segundos para pasar a formar parte del imaginario mundano César Sabater.del hijo de vecino; en verdad sí son malos tiempos para la lírica cuando la frase de Germán Coppini es quizá la más emblemática de todas y goza ya de más de treinta años de trabajosa supervivencia. Por fortuna, de forma cíclica se rescatan otras tan contemporáneas como las oriundas del universo de Astrud y su prohombre que lo hace todo en España.

En Valencia hay un hombre que lo hace todo. Al menos, en cuanto a videoclips se refiere, ese hombre es César Sabater, acorazado en Naumaquia, su productora. Coleccionistas, Ramírez, La Habitación Roja, y ahora los catalanes The Crab Apples forman parte ya del fulgurante curriculum de Sabater. "Es un complemento importante, tanto creativo como económico", explica el realizador, que espera rodar su primer largometraje antes de que acabe el año: "en cierta manera me planteo los videoclips como si yo fuera un sastre, y el encargo es hacer un traje que le siente bien a la canción: la cosa es adaptarse a cada uno de los grupos y artistas que te encargan el trabajo, pero sin perder tu propia personalidad, que en realidad es por lo que te llaman, creo".

"Yo llevo medio año realizando, más o menos, un videoclip al mes, y la cosa ayuda a mantenerse, pero lo importante es la continuidad", apunta Sabater, que cree que en Valencia "se empieza a cuidar el aspecto visual de los videoclips". "También he visto canciones perfectas de grupos de la ciudad destrozadas por videoclips infectos, y creo que hay gente (los propios músicos) que no es consciente de lo que un mal videoclip puede jugar, y mucho, en su contra: es un suicidio vía Youtube acuchillar tu propia canción delante de tu posible público". Y, de nuevo, el símil del traje: "es como tener una tía preciosa y presentarla en sociedad vestida con un saco de patatas, eso no lo salva ni Scarlett Johansson".

En ese medio año, Sabater ha enlazado, Naumaquia mediante y de una forma muy sutil, su bautismo en el mundo de los videoclips con el de Demian Records en la industria discográfica. "La verdad es que con Demian es una relación ideal, ya que saben que las cosas cuestan dinero, sobre todo los trajes bonitos, y me dan libertad creativa total, algo que siempre es positivo para el resultado final". El resultado han sido dos videoclips con Ramírez, y otros dos con Coleccionistas (el proyecto de Tórtel, Ramírez y Remi Carreres): ‘Amor Zombi' y el próximo ‘Así Salga Bien'. "Básicamente hago lo que me da la gana y así es muy fácil trabajar: pacto en principio una línea y, si la aceptan, que suele ser que sí, continúo por ahí", termina.

LA AUSENCIA DE LA INDUSTRIA Y LA ERA YOUTUBE

"No hay una generación enfocada al videoclip, que yo sepa", señala el realizador, que además tiene claro que la industria es como la inteligencia militar: no existe. "Si no la hay para el cine, la va a haber para los videoclips...", deja caer Sabater, que en eso coincide con Javier GuillénJavier Guillén, Jakiens., codirector del último y celebrado videoclip de Tórtel junto a Nacho López Murria. "No conozco a nadie de Valencia que viva sólo de hacer videoclips", asegura. "De hecho, creo que en muy pocos casos el realizador cobra algo por hacerlo. En la mayoría de las ocasiones, el poco presupuesto que haya se gasta en cubrir gastos y poder hacerlo".

A partir de la postproducción, Jakie, como le conoce todo el mundo, fue quemando etapas hasta cumplir ya el primer lustro en su propia productora, Jakiens Video Design. En ella combina los trabajos publicitarios con algún que otro videoclip. "El videoclip tiene mucho de la técnica publicitaria porque, al fin y al cabo, en ambos casos hay que seducir al espectador en poco tiempo y venderles algo", explica. "Comparten la necesidad de explotar el valor añadido del producto y, de hecho, hay muchos realizadores que acaban haciendo publicidad, y muchos más realizadores de publicidad que hacen de vez en cuando un videoclip", apunta.

Es su caso. "Para mí han sido más un escape y un extra en mi día a día en Jakiens, una oportunidad para trabajar con amigos y hacer cosas distintas y que te apetecen", señala el realizador y productor, que asegura que "mínimo una vez al año se necesita hacer este tipo de proyectos" porque son "muy gratificantes". Sabater añade otro factor y la ecuación parece bastante sencilla de resolver: "hay muy buenas bandas en Valencia, y creo que siempre van a necesitar imágenes para sus canciones, más en la era YouTube".

POR AMOR AL ARTE

"Lo normal es que la discográficas serias tengan un contrato con los artistas en el que se incluye la grabación de un videoclip o dos por cada disco que saquen al mercado", revela César Sabater. Sin embargo, lo normal siempre suele construirse a partir de lo que en realidad es lo habitual. "Hay bandas que tienen discográficas y giran por todos los festivales del país, y tienen que costearse sus vídeos recolectando euros entre amigos y familiares. Es muy triste", cuenta Jakiens, que recuerda la grabación junto a Nacho López Murria del teaser de ‘La Gran Prueba' y del videoclip de ‘En Defensa Propia' de Tórtel.

"Jorge (Tórtel) ayudó también", rememora el realizador, que reconoce así que fueron ellos quienes tuvieron que costear la grabación. "Pero no fue mucho, ya que en todo momento, cuando preparas la producción, piensas en cosas que puedas hacer sin gastarte prácticamente dinero: el material técnico ya lo teníamos de mi productora, el equipo humano no cobró ni un euro (incluso algunos perdieron algo de dinero),... Pero la gente estaba encantada de participar y se respiraba un ambiente creativo y solidario muy gratificante".

"Todo el mundo es consciente de lo que pasa cuando haces un videoclip: te dejas la piel por algo de lo que tampoco estás sacando nada económico. El videoclip es algo que se hace por puro gozo". Es el realismo forzoso de la valenciana Joana Colomar, teletransportado desde Barcelona. Colomar firmó el año pasado un videoclip para los catalanes Sidonie. "El presupuesto que le había asignado la discográfica era de risa", recuerda la realizadora, "digamos que la decisión de no cobrar fue mía y de la productora con la que lo hice; prefiero invertir los 4.000 euros que tenemos en hacer el videoclip, e incluso poner más dinero de nuestra pasta, y que salga bien".

PUBLICIDAD Y VIDEOCLIP: HOMBRE RICO, HOMBRE POBRE

Ese no fue el primer videoclip de Joana Colomar. Su debut fue mucho más explosivo. Su vídeo para la canción ‘Follow Me' de su amiga y cantante Maïa Vidal (a quien conoció en un curso de videoclips) le granjeó nominaciones en Cannes y en los UK Music Video Awards de 2012 junto a Lana del Rey, Rihanna y Justice. "Fue una sorpresa, la verdad. A mí la dirección me vino de una manera casi dada: yo hice este vídeo, y de repente tuvo esa repercusión que no acabé de entender nunca muy bien porque era un vídeo muy pequeño, con muy poca pretensión y mucho amor detrás", recuerda Colomar, que aún se reconoce "atónita". "Fue bastante raro y motivador".

"Se lo debo todo al videoclip". Licenciada en comunicación audiovisual entre Gandía, Lisboa y Barcelona, la realizadora se dedica ahora a la publicidad en la ciudad condal ("hay mucho más mercado aquí, no le encontraba mucho sentido a volver") y se ríe al pensar en la relación de rentabilidad entre un videoclip y una pieza publicitaria. "El videoclip tiene cero rentabilidad, incluso diría que menos que cero, y en publicidad se gana mucha pasta", explica Colomar citando a Bret Easton Ellis, y confiesa que, tras un año sin hacer videoclips, tiene "bastante mono porque es el campo en el que el director se puede expresar de una manera más libre".

Al pisar sobre el mismo suelo quebradizo, Colomar y Jakie coinciden sistemáticamente en el camino. "Ahora estoy haciendo publicidad y no hay libertad prácticamente", explica la realizadora, "se trata más de ejecutar, es otro rollo diferente". La cabeza pensante de Jakiens lo certifica: "existen diferencias, sobre todo en la libertad creativa y estética. En un videoclip puedes proponer cosas nuevas, arriesgarte, e incluso inventarte algo que nunca jamás se haya visto. En la publicidad no".

EL VIDEOCLIP MATÓ AL DIRECTOR

Y, a pesar de todo, la relevancia del videoclip, multiplicada por la penetración real de las redes sociales, crece más allá de lo que pudo imaginar el A&R más sagaz de la industria discográfica de finales de los 70. "Creo que tener tu canción colgada en una plataforma tipo Soundcloud está muy bien, pero si quieres mayor repercusión, un buen videoclip es una manera de destacarse del resto", dice César Sabater, que sin embargo matiza que "no todos los grupos necesitan un realizador que les haga los vídeos", y se acuerda del caso de Jess Greenberg: "tiene millones de visitas y hace giras por todo Estados Unidos, y sus vídeos son grabaciones que se hace ella sola con su ordenador portátil. Eso sí, ella tiene sus méritos propios".

El elemento diferenciador es fundamental en el modelo de sociedad fordista. "Hay una sobresaturación de nuevas bandas y 800 millones de nuevos festivales, y creo que el vídeo puede ser un elemento diferenciador y, sobre todo, clave para darse a conocer", expone Jakie, que tiene claro que "hoy en día Joana Colomar.la gente consume mucho más un vídeo en su muro de Facebook que un enlace de YouTube con la foto de la portada del disco". "Hay discográficas que se están dando cuenta, pero muchas otras viven aún en sistemas del pasado".

Y al final de una cadena que muchas veces se rompe por el lado débil, el director. "El vídeo, a nivel de derechos, pertenece a la discográfica y al grupo: en el videoclip, el director es sorprendentemente invisible", expone con resignación Joana Colomar, que recuerda cómo en los créditos de su vídeo de Sidonie en YouTube sólo aparece Sony Music. "Los videoclips no están valorados, supongo que se ha ido generalizando este pacto entre productoras y discográficas en el que el videoclip no cuesta dinero y se utiliza como manera de promocionar no sólo a músicos, sino también a directores, y parece que se ha establecido que es así y, por lo menos en este país, ya hay muy poca gente que invierta mucho en videoclips".

No hay un equilibrio real entre la repercusión que puede tener un videoclip, la traducción monetaria de la misma y la remuneración del director. Empujón hacia el amor al arte. "Por lo menos en mi caso es más hacer cosas nuevas y por amor al arte, porque son momentos muy divertidos y gratificantes, que para ganarme el pan", cuenta Jakiens, que enlaza sin querer con la conclusión de Colomar: "a Maïa y a mí, el vídeo de ‘Follow Me' nos ayudó a tener mucha repercusión, por eso creo que la remuneración en estos casos siempre es simbólica y no sé si llegará a recibir algún día una económica justa".

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