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PASABA POR AQUÍ

El laberinto griego

ANDRÉS GARCÍA RECHE. 05/07/2015 La recuperación de Grecia pasa por un cambio de rumbo que garantice una solución a medio y largo plazo

"PASABA POR AQUÍ"

Andrés García Reche

Profesor de Economía Aplicada. Universitat de València
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VALENCIA. La situación actual por la que atraviesa Grecia tiene responsables; algunos de ellos, digámoslo claro, con nombres y apellidos. Como Mario Draghi, vicepresidente en su día del banco Goldman Sachs (2002-2006), el cual resultó de inestimable ayuda para que Kostas Karamanlis, otro que tal baila, pudiera maquillar las cifras de la deuda acumulada, con el fin de entrar en el euro en 2001, con un supuesto nivel del 100% sobre el PIB.

Cuando ocho años más tarde, tras un proceso de intenso crecimiento económico en el país heleno, se supo que ésta alcanzaba ya la cifra del 127%, todas las alarmas saltaron, y los dirigentes europeos comenzaron a preocuparse. Lo que ha ocurrido después, como consecuencia, no debería sorprendernos demasiado. Con una crisis económica del calado de la que estamos padeciendo, y constatada la total inoperancia de las instituciones europeas para enfrentarse a ella con la debida diligencia, no es difícil entender que el nivel de la deuda se sitúe ahora en el 177% del PIB, y sin muchos visos de que la situación pueda controlarse a corto plazo.

Aunque una parte del crecimiento de dicha deuda tuvo que ver con el pago de intereses nominales superiores al crecimiento del PIB, lo que ya de por sí resulta bastante penoso, debe reconocerse, sin embargo, que muchas de las causas de que la deuda griega subiera sin parar, aún en pleno proceso de crecimiento, hasta 2009, son de carácter interno y tienen que ver con la debilidad de un Estado burocratizado e ineficiente, totalmente e incapacitado para gobernar la economía, salvaguardar la competencia, y proveer de la necesaria seguridad jurídica a los inversores.

Los más que generosos contratos de defensa concedidos a las industrias militares europeas (algunos de ellos, mediante sobornos), una evasión fiscal generalizada entre las empresas, los profesionales y las élites económicas griegas, y una economía sumergida que se estima en el 25% del PIB, son algunos de los factores que explicarían, desde dentro, no menos de un tercio del stock de deuda acumulada a lo largo de la primera década del S. XXI.

Naturalmente, en 2010 todos sabían ya que la deuda sería impagable, pero entonces, dando muestras una vez más de la sagacidad que les caracteriza, ni el Eurogrupo, encabezado de facto por Angela Merkel, ni el FMI, con Strauss-Kahn al frente, quisieron abordar su reestructuración, imponiendo un rescate, que, eso sí, no impedía las compras de armamento, y que llevó a una caída del 25% del PIB griego, un aumento espectacular del paro, y naturalmente, un aumento de la deuda acumulada. El hecho de que el 90% de los fondos del rescate se utilizara en 2010 para pagar una deuda que era claramente insostenible, puede parecer una broma macabra, pero no lo es.

Y, en fin, hasta aquí hemos llegado. Ahora Tsipras, con tras solo seis meses de gobierno, quiere revertir el panorama, y no le falta parte de razón. Porque si bien es cierto que él, lo quiera, o no, es el obligado heredero de los gobiernos griegos anteriores, también lo es que las recetas de la Troika hasta ahora no han funcionado, y que por tanto, urge un cambio de rumbo efectivo que garantice una verdadera solución a medio y largo plazo. En este sentido, no tengo nada claro que el referéndum de hoy pueda ayudar a encontrarla; entre otras cosas porque, en mi opinión, es bastante probable que gane el Sí, o que en el mejor de los casos, gane el ‘No' con un margen muy estrecho. ¿Y entonces, qué?

En todo caso, suponiendo que todo este proceso diabólico en el que se ha embarcado, arroje un resultado favorable a sus pretensiones, Tsipras también debe saber que, sea cual sea la solución que se arbitre en el caso de la deuda, al día siguiente, el "dinosaurio" de la economía griega seguirá allí. Con un sector público que debe desprenderse, a la mayor brevedad posible, de los numerosos lastres estructurales que le abocan a la ineficiencia y a la burocracia, con un sistema fiscal que debe ser reformado con urgencia, fortaleciendo, además, los mecanismos de control de la evasión, y con un gobierno obligado a estimular la competencia en los mercados y luchar seriamente contra la corrupción; y, desde luego, necesitado de abordar un replanteamiento de los fundamentos mismos de su modelo de crecimiento. Un modelo que debe orientarse de manera decidida hacia el aumento de la productividad y del valor añadido de sus productos y servicios, que, por muchas vueltas que queramos darle, son las fuentes más seguras de competitividad y solvencia que tiene un país.

Y mientras tanto, no vendría nada mal que la Unión Europea tuviera, por una maldita vez, alguna cosa que se pareciera a una hoja de ruta para casos de emergencia como ésta. Alguna simple, sencilla, y diligente, estrategia, que nos evitara, por ejemplo, el riesgo de infarto en el que incurrimos todos cada vez que alguien pretende salirse un poco del guión, aunque se trate de un actor secundario, como Grecia. En fin, que nos tienen agotados.

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Andrés García Reche

Profesor de Economía Aplicada. Universitat de València
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1 comentario

Valensianet escribió
06/07/2015 08:12

Pone mucho acento en las compras de armamento, cuando debería saber que ni la deuda ni el déficit ocurren por ese motivo, y que la UE demandaba mayores reducciones en presupuesto militar que el que ofrecía Grecia. PS. Desde 2001 han intentado reformar innumerables veces la Seguridad Social y no han conseguido nada. Algo de responsabilidad tendrán los griegos que votaron durante años "fiesta y barra libre" y cuando tocó la campana y hubo de cerrar, votaron al que promete "sigamos con la fiesta".

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