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VALENCIA. Cristóbal Montoro es un tipo simpático, gracioso, burlón, que tiene el defecto de no cambiar de registro ni en los asuntos más serios, que en su posición son muchos y afectan a millones de personas. Su personalidad y el hecho de haber sido el ministro de los recortes son un lastre para el PP, independientemente de sus gestión.
En la Comunitat Valenciana no lo pueden ver ni los de su partido, después de su impagable contribución -aquí todo es impagable- a la derrota popular del 24M. El Ministro de Hacienda ha ninguneado a Alberto Fabra, ha toreado en público a Moragues -en privado es otra cosa- y ha intentado humillar a los grandes empresarios, que tardaron ocho meses en conseguir una cita para cantarle las cuarenta. Montoro ha sido el malo de la película de la financiación autonómica y se gusta en ese papel. Lo raro es que Rajoy no se ha portado mejor en el tradicional reparto de papeles. No ha habido 'poli' bueno.
La nueva entrega del serial de la financiación comienza ahora con nuevos actores y la misma actitud displicente de Rajoy, rayana en la mala educación, que no le coge el teléfono al nuevo president porque está solucionando lo de Grecia. Ha hecho bien Ximo Puig en llamar a su puerta y no a la de Montoro, pues su interlocutor es el presidente, no el ministro, algo que no llegó a entender Fabra.
Lo que está por ver es que Montoro conserve su faceta de 'poli' malo. La ha mantenido hasta ahora, con amenaza de intervención de la Hacienda autonómica incluida, pero el próximo miércoles el ministro espera a Vicent Soler y a Julián López con muy buenas noticias en el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF). La Comunitat será, con diferencia, la más beneficiada en el reparto de dinero que Montoro pregonará como dádiva y que no es más que lo que debe por haber calculado mal los anticipos a las autonomías. Montoro va a ser en esta nueva y breve temporada el 'poli' amigo de los valencianos, que de ello se encargará uno de los protagonistas de la temporada anterior, al que creíamos 'muerto' pero que reaparece con un papel estelar.
Juan Carlos Moragues asume el rol de delegado del Gobierno en la CV, pero en realidad es un doble agente, dedicado en este lado a "comunicar mejor" todo lo que Rajoy hace por la Comunitat -se puede en 20 segundos, pero él lo hace largo para que parezca más-, y, por el otro lado, a decirle a Montoro lo que tiene que hacer para que la realidad se vaya pareciendo a su relato.
Lo cierto es que todos los parches y vendas que Montoro ha puesto en los últimos dos años a la Comunitat, que suman mucho dinero, se los inventaron Moragues y su equipo tras perder la batalla para que cambiara la financiación autonómica. Por dejar hacer, el ministro hasta hizo la vista gorda cuando el exconseller le presentó en diciembre un presupuesto inflado e irreal que compensaba la infrafinanciación.
Moragues es ahora el hombre fuerte del PP valenciano en Madrid -¿hay alguien más?- y del PP nacional en Valencia, el llamado con su visión edulcorada de los hechos a frenar la sangría de votos populares para las Generales. Si lo logra y si Rajoy se mantiene en La Moncloa -no lo descartemos, que la mejora económica se va notando y hay mucho votante convenenciero-, el ministro de los recortes no repetirá y Moragues está llamado a ser el próximo titular de la cartera de Hacienda. Y si no está llamado, habrá que hacer que lo llamen.
De hecho, a Rajoy le convendría nombrarlo cuanto antes para escenificar el cambio de ciclo económico que la ciudadanía aún no percibe, hacer que hubiese sido un nuevo ministro el que bajara los impuestos, pero ya conocemos al político gallego.
Los valencianos necesitamos un ministro que entienda el problema de la infrafinanciación, y quién mejor que Moragues. Además, algo barrerá para casa en otras cuestiones, como la financiación del transporte urbano del que disfrutan otras capitales y no Valencia. Como gestor está bien valorado incluso por la oposición, no tiene enemigos -todavía- en su partido y no hay riesgo de escándalos a la vista. Como Rajoy sigue sin fiarse de su partido en Valencia, igual tiene que ser Juan Roig el que le susurre al oído el nombre.
No hay mejor ciego que el que no quiere ver. En la Villa y Corte sólo prosperan los que pueden y se integran de hoz y coz en la única verdad universal y eterna de nuestra política nacional, “nos ha costado mucho llegar a donde estamos en el centro de la Meseta, y no vamos a repartir nada, con nadie”. El Sr. Moragues forma parte de uno de los cuerpos de élite de la Administración General del Estado, pero ha nacido junto al Mediterráneo, como sus apellidos demuestran, y ha desarrollado allí (es decir, aquí) su carrera. Tampoco consta que haya conseguido invitar a muchos arroces o veraneos a los que de verdad mandan. No hay genuflexiones bastantes para compensar esos defectos (¿O el Sr. A. Fabra puede demostrar otra cosa?). Observen que en ningún momento analizo su valía profesional o su catadura moral. A nuestros primos del norte se les odia, a nosotros, con una condescendiente indiferencia (la palabra “desprecio” sería más gráfica), nos basta. No “podemos” ni con las ideas que “se venden solas”, léase el “Corredor Meditarráneo”, estrangulado, después de un embarazo largamente antinatural, y cuando ya asomaba la cabecita, por los Gobiernos de los gallegos Rajoy y Pastor, a mayor gloria de la Mancha de Cospedal y el Paseo de la Castellana de Aguirre (el evidente eje de la prosperidad), pero siempre con la obsequiosa sumisión de los “guardeses” del PPOE valenciano. ¿Conseguirá el ogro de los temibles radicales de "Compromís" (que ni siquiera salían en las encuestas mesetarias) meter el miedo bastante para que nos lancen unas migajas? No sé yo si las banderas arcoiris pueden confundirse con amenazantes estandartes.
¡Cuanta inocencia, director! Moragues es un agente doble. Lleva siendo delegado del gobierno desde su nombramiento como Consejero de Hacienda.
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